Llega la versión con famosos

Raquel Sánchez Silva, ante el estreno de Maestros de la Costura Celebrity: «He sido un terremoto trabajando y viviendo»

La presentadora más intrépida de la televisión regresa con la primera edición celebrity de Maestros de la costura, mientras fantasea con volver a escribir, hacer radio y seguir viajando por el mundo.

La presentadora Raquel Sánchez Silva. / valero rioja.

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Para Raquel Sánchez Silva (Plasencia, 1973), el mejor momento del día es cuando ella ya está en marcha y los demás todavía descansan. «Me encanta madrugar. Salgo de casa cuando medio país está durmiendo. Cuando me están maquillando, todavía están en la cama. Yo ya tengo la pestaña puesta, llamo a mis hijos antes de que vayan al colegio y aún están dormidos», explica sobre la rutina que le permite llevar una agenda de alta intensidad. «Me gusta porque hay silencio. Cada vez estamos menos acostumbrados a estar solos, y ahora con los móviles, menos. Pero a mí la soledad me gusta. Hay una parte de estar conmigo misma que me fascina».

Quizá porque hay otra que le obliga a vivir muy para los demás y de cara al exterior. Por algo, el suyo es uno de los rostros más famosos y solicitados de la pequeña pantalla. Sánchez Silva lo ha hecho prácticamente todo en televisión: desde presentar deportes y programas de cine hasta especializarse en conducir realities de aventura. Se ha atrevido, incluso, a cocinar en Masterchef Celebrity y a cantar, caracterizada como Lady Gaga o Massiel, en Tu cara me suena. Y, por supuesto, es la cara más visible de Maestros de la costura.

Después de seis temporadas, el formato de La 1 estrena su primera edición celebrity. A la ya clásica terna de jueces (repiten Lorenzo Caprile , Alejandro G. Palomo y María Escoté), se suman, como participantes, personajes tan conocidos como Mónica Cruz, Eduardo Casanova, María Esteve, Edu Soto o Rosa López. « He visto a famosos pasar hambre, viajar de mochileros por el mundo, cocinar... Cuando se exponen, es para hacerlo bien. Sabía que se iban a responsabilizar, la sorpresa ha sido ver lo que han conseguido crear. Ha sido asombroso», cuenta la presentadora, que destaca el «instinto para el diseño» de Mónica Cruz, los volúmenes creados por Pilar Rubio o la moda «en letras mayúsculas» de Laura Sánchez .

«De niña, yo dibujaba figurines, me hacía ropa, tenía un grupo de modelos con mis amigas, hacíamos desfiles... Como vivía en Plasencia, me encantaba venir a Madrid para ir de compras con mi madre. Otra cosa es que tuviese gusto», recuerda. Desde que presenta Maestros de la costura, que se estrenó en 2018, se viste «al 99,8%» con moda española. « He aprendido a vestirme bien y a comprender la moda desde un punto de vista que no era innato en mí», reconoce. Sus looks de diario no reflejan tanto su estado de ánimo como su nivel de agotamiento. «Si estoy cansada, voy calentita, cómoda, suelta... Si me lo puedo permitir, no me pongo un corsé y un tacón de 12 centímetros».

El armario de Raquel Sánchez Silva

Su armario, sin embargo, guarda muchas joyas. Unas más ponibles que otras. «Colecciono un poquito. Tengo un Oscar de la Renta maravilloso, pero no he encontrado el momento de ponérmelo, porque todavía no se puede ir de blanco a las bodas y no quiero ofender a nadie», dice riéndose. Sus otras piezas fetiche son un abrigo de cuero de Pedro del Hierro, una chaqueta de Mugler que le regaló Lorenzo Caprile, varios diseños «más del día a día» de María Escoté y un vestido de una de las primeras colecciones de Palomo Spain.

«Palomo va a llegar tan lejos en el mundo de la moda, tan lejos, que un día abriré el armario, lo veré ahí colgado y me caeré de espaldas. Eso me hace muchísima ilusión». Con tantos amigos en la moda española, ¿se siente presionada para quedar bien con todos? «Para nada. No me exigen nada. Al contrario. Soy una de las personas más privilegiadas de este país porque puedo levantar el teléfono y decir: ¿Puedes prestarme ese vestido?».

Periodista de formación, ha construido su carrera alrededor del entretenimiento. Lo mejor de su trabajo, dice, son las oportunidades y el acceso a todo tipo de experiencias. «En una ocasión, subí al campamento base del Annapurna, dormí allí, me desperté a las cinco de la mañana y vi amanecer con un 8.000 que parecía que se me caía encima. Media hora después, aterrizó un helicóptero a mi lado, me monté, dimos vueltas alrededor de la cima y esa misma tarde jugué un partido de polo con elefantes. Eso pasó en 19 horas de mi vida. Pero también me han desmontado un Pertegaz del Museo del Traje para que me lo pusiera y he estado en la excavación de los guerreros de Siam yo sola a las seis de la mañana. He vivido cosas que no se pueden comprar ni pagar. No hay dinero».

La presentadora posa en el Museo del Traje. / valero rioja.

Aunque cada vez invierte más tiempo en ver ficción española (« Querer es la mejor serie que he visto en mucho tiempo»), prefiere no abundar en la polémica televisiva del año, la que desde septiembre enfrenta a Pablo Motos y David Broncano .

«Llevo 30 años en la tele y ya hemos vivido momentos así: con Pepe Navarro, Sardá, más tarde con Buenafuente... Es lo normal. La competencia es sana. La buena noticia es que hay dos grandes equipos trabajando. Es estupendo que los dos programas funcionen y que, si puede ser, convivan, porque hablamos de muchas familias. La tele no es una fantasía, no es un grupo de amigos que quedan para hacer una paella y luego graban un programa. La tele son personas que tienen hijos, casa, pagan facturas...», dice la presentadora, apelando a la convivencia y los buenos modales en el sector.

La necesidad de volver a escribir

Seguir presentando Maestros de la costura es una prioridad, pero también le encantaría hacer radio y algún formato televisivo más relajado, que le permita acercarse de nuevo al mundo del cine y la cultura. «Me sigue gustando la aventura y meterme en 25 fregados, pero hay veces que veo un sofá en la tele y digo: «¿Por qué no me ha tocado nunca un sofá?». Siempre me toca el columpio, el trapecio, el caballo o el dromedario», dice riéndose sobre una trayectoria marcada por los programas de aventura y los talent shows. «La verdad es que no me siento encasillada en absoluto. Ahora estoy haciendo un programa de moda y si mañana me dices que me vaya a correr por el mundo, no me da miedo ni me siento cansada. Tengo batería de sobra».

En cambio, su impulso más urgente es mucho más pausado e introspectivo. « Tengo que volver a escribir, eso es una necesidad. Quizá sea este año, no lo sé. La tele me da mucho rock, pero escribir me devuelve a un lugar muy exigente, que me estresa de otra manera. Sé que no soy una grandísima autora, pero me encanta escribir y me devuelve a mí misma. Es como meter la mano en la arena, una forma de profundizar. Para mí es la segunda pata en la mesa de sanar. La primera es viajar».

Más allá de los programas de aventuras o los viajes a Hollywood para presentar los Óscar, hacer la maleta siempre ha sido un instinto innato en ella. «Recuerdo la necesidad de viajar desde que tengo uso de razón. Mi abuela vivía en el extranjero y llegaba a Plasencia con todas sus historias, sus colores, sus maquillajes...», rememora.

Rock laboral y viajes en familia

Desde hace años, ella comparte esa pasión con su pareja, el productor Matías Dumont. «Está en nuestro ADN. Viajar siempre merece la pena, incluso cuando pasas miedo o piensas: «¿Pero qué hago yo aquí?». O cuando he vuelto pesando 48 kilos y con una analítica que era mejor no mirar. En un mundo tan polarizado, viajar te quita muchas tonterías. Para mí, es importante que mis hijos se eduquen así y aprendan a desarrollar una mirada tolerante, abierta y empática».

También que aprendan a tener una actitud positiva para patearse el mundo. «En nuestro último viaje en familia, en Canadá, quedaban siete horas para coger el vuelo de vuelta y estaba lloviendo a mares. Entonces, uno de mis hijos se gira y me pregunta; «Mamá, ¿hoy también vamos a hacer trekking?». Nos tenemos que ir pronto al aeropuerto y llueve. ¿Qué le digo? «Por supuesto que sí, porque hoy estamos aquí y no sabemos cuándo vamos a volver». Muy sonriente, él me contestó: «Y en estas vacaciones, mamá, ¿cuándo vamos a descansar?», cuenta riéndose a carcajadas. «Al final hicimos trekking con unos ponchos, que es lo único que te hace falta cuando llueve. Llevábamos 19 días de vacaciones, pero es que yo soy así», dice en tono casi confesional.

Por cómo lo explica, es evidente que le cuesta estar parada, aunque reconoce que cada vez nota más la necesidad de bajar el ritmo. «Me encanta el rock laboral: tener una agenda apretada y hacer millones de cosas, pero ya no voy a tantos eventos y pienso un poco más en mí que en satisfacer a los demás. Trato de que mis jornadas terminen a las seis, pero es verdad que el fin de semana estoy agotada. Necesito estar tranquila en casa. Y eso que he sido igual de terremoto trabajando que viviendo», confiesa. Para bajar de revoluciones también están las mañanas. Esas en las que el país duerme mientras ella se prepara para un nuevo día de rodaje

Estilismo: Almudena Carnicero. Maquillaje y peluquería: Pedro Cedeño (NS Management). Ayudantes de fotografía: Pedro Melo y Andrés Barbosa. Agradecimientos: Museo del Traje.