TRAS UNA LARGA ENFERMEDAD

Sandra Bullock, destrozada por la muerte de su pareja: una historia de amor unida por el azar y unas fotografías de su hijo

Bryan Randall, pareja de Sandra Bullock, ha fallecido a consecuencia de la esclerosis lateral amotrófica.

Sandra Bullock y Bryan Randall en la première de Oceans 8 en 2018 / getty

Juanra López
Juanra López

Una terrible noticia para Sandra Bullock . Su pareja, Bryan Randall, ha muerto este fin de semana según ha desvelado la familia a la revista estadounidense People. Tenía solo 57 años. En el comunicado podíamos leer lo siguiente: «Con gran tristeza compartimos que el 5 de agosto, Bryan Randall falleció en paz después de una batalla de tres años contra ALS» (esclerosis lateral amiotrófica). Bryan decidió desde el principio mantener en privado su viaje con ALS y aquellos de nosotros que lo cuidamos hicimos todo lo posible para cumplir con su pedido«.

Y añaden: «Estamos inmensamente agradecidos a los médicos incansables que navegaron el paisaje de esta enfermedad con nosotros y con las asombrosas enfermeras que se convirtieron en nuestras compañeras de cuarto, a menudo sacrificando a sus propias familias para estar con la nuestra. En este momento pedimos privacidad para llorar y hacer frente a la imposibilidad de despedirnos de Bryan«.

El azar quiso que la pareja se conociera y se enamorara. Las casualidades existen. Sandra Bullock, de 59 años, conoció a Randall, un modelo que se había reinventado como fotógrafo, cuando lo contrató para inmortalizar el cumpleaños de su hijo Louis en enero de 2015. Meses más tarde hicieron público que eran pareja y posteriormente acudirían juntos a la boda de Jennifer Aniston y Justin Theroux.

Dos hijos y una hija de su pareja fruto de una relación anterior

La protagonista de la saga de Speed y Miss Agente Especial, tiene dos hijos, Louis, que cuenta en la actualidad 13 años, y Laila, que ya tiene 10. A propósito de su situación sentimental, en una aparición que tuvo lugar en 2021 en Red Table Talk manifestó encontrarse en un momento de gran felicidad: «Encontré el amor de mi vida. Compartimos dos hermosos hijos: tres hijos, la hija mayor de Randall. Es lo mejor que he tenido», afirmaba visiblemente emocionada.

Sandra, que ganó su único Oscar por Un sueño posible, hizo el suyo realidad, si nos atenemos a sus palabras de amor a su compañero sentimental, a quien calificaba especialmente de buen padre y a quien consideraba todo un referente en valores. «Él es el ejemplo que me gustaría que mis hijos tuvieran», manifestó la protagonista de Gravity. «Tengo un compañero que es muy cristiano y hay dos formas diferentes de ver las cosas. No siempre estoy de acuerdo con él y él no siempre está de acuerdo conmigo, pero es un ejemplo incluso cuando no estoy de acuerdo. con él.«

La familia ha manifestado su deseo de que en lugar de enviar flores, hagan donaciones a la Asociación ALS y al Hospital General de Massachusetts. Este ha sido el último deseo de un hombre que no buscó el primer plano de manera deliberada, pese a estar unido a una de las máximas estrellas femeninas de Hollywood durante las últimas décadas. No se prodigaban demasiado en actos sociales y llevaron con gran discreción su relación de pareja. La misma con la que Randall llevó su enfermedad.

Había encontrado Sandra Bullock la estabilidad sentimental en un hombre que nada tenía que ver con la industria del cine ni sus servidumbres, después de haber tenido otras historias de mayor o menor calado que ya quedan para el recuerdo. Estuvo saliendo tres años con Tate Donovan, con quien repartió reparto en Poción de amor Nº 9 e incluso se comprometieron, pero no llegaron a casarse.

Después saldría cuatro años con Matthew McConaughey , con quien trabajó en la película Tiempo para matar. Tras mudarse a Texas, se unió sentimentalmente al cantante de country Bob Schneider y más tarde llegaría su mayor decepción sentimental. Se casó con el empresario Jesse G. James, pero la historia fracasó por las repetidas y acreditadas infidelidades de él.

Cuando Randall apareció en la vida de Sandra Bullock ya había superado el escarnio público al que se vio sometida por la errática vida de Jesse G. James, que encarnaba estéticamente al típico bad boy cinematográfico con sus tatuajes y una actitud que desde fuera podía parecer arrogante. Bryan Randall, por su parte, había hecho trabajos esporádicos de modelo para publicaciones como Vogue y Harper's Bazaar. Incluso se había planteado ser actor y estudió Interpretación. La fotografía se convirtió pronto en su gran pasión.