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Nuestra piel es un asunto que no hay que tratar a la ligera. Debemos conocer muy bien cuáles son nuestras necesidades, problemas a tratar y qué le viene bien a nuestro tipo de cutis. Un cuidado esmerado y continuo es fundamental a cualquier edad, no solo para deshacernos de las imperfecciones sino para prevenir futuros daños que la tez pueda ir sufriendo. Para ello, creamos nuestra rutina de skincare con productos que vamos probando, que nos recomiendan y que hemos comprobado que tienen resultados visibles . Pero, a veces, el desconocimiento y la poca costumbre de leer las etiquetas de los cosméticos provocan que aparezcan reacciones e irritación. Puede que haya ingredientes a los que seamos intolerantes u otros a los que desarrollemos alergias. Aunque, si experimentas un brote, posiblemente es que has mezclado los componentes que no pueden ir juntos, bajo ningún concepto.
Sabemos que es sencillo cometer errores a la hora de combinar productos. Muchos por si solos pueden resultar geniales para nuestro tipo de piel, pero hay activos que juntos son contraproducentes. Incluso ocasionan quemaduras o desperfectos irreparables. Para ahorrarte tiempo, sufrimiento y aclarar tus dudas, te explicamos las reglas sobre cómo utilizar los ingredientes de tratamiento de la manera más sabia y cuáles evitar conjuntar a toda costa. Eso sí, como siempre, lo mejor es que vayas a tu dermatólogo para que te prescriba un procedimiento personalizado a seguir.
Si forman parte de los componentes de un producto, lo normal es que no tengas problema porque los porcentajes estarán medidos para que no sean reactivos. Sin embargo, si los usas en cosméticos por separado, es una mezcla que tiende a hacer una exfoliación excesiva por su inestabilidad y reacción entre sí, dejando el cutis desprotegido y, por lo tanto, siendo más propenso a la inflamación, irritación, descamación y a la aparición de manchas.
Se trata de una combinación en la que las propiedades de los ingredientes se anulan, desactivando los efectos beneficiosos y pudiendo provocar mayor sensibilidad de la piel y descamación.
La unión de ambos ocasiona oscurecimiento de la piel, hipersensibilidad y eritema (leve sensación de ardor).
Un muy buen combo en las proporciones recomendadas, ya que ambos actúan como unificadores del tono, difuminando manchas, y como regeneradores celulares, deshaciéndose de la piel muerta para un cutis más terso y suave. Sin embargo, ambos en porcentajes elevados causan aumento de las rojeces, aparición de brotes y descamación.
Las propiedades exfoliantes de ambos dañan la barrera cutánea del rostro, originando irritación, sequedad y perdida de brillo.
Esta asociación es demasiado potente y tiene un alto riesgo. El ácido glicólico exfolia químicamente, mientras que el retinol renueva las células de la piel y aumenta el colágeno, por lo que el trabajo de ambos provocaría una extrema sensibilidad, destrozando la capa protectora de nuestra tez y haciéndola más vulnerable.
Ambos están destinados a favorecer la renovación de las células de la piel, así como exfoliarla, siendo una combinación que causa una irritación grave, sensación de ardor y hasta quemaduras.
Sobra la mención, pero nunca se sabe. El abuso de productos con concentraciones de retinol no hará que tu piel mejore más rápido, sino que provocará tal inflamación que el picor y la quemazón perdurarán durante varios días.