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Limpieza diaria y una rutina con activos adecuados son dos de los esenciales que no pueden faltar en nuestro día a día. La piel de nuestra cara está expuesta a diversos factores externos y, de cara a frenar el envejecimiento, debemos de cuidarla. La protección SPF es imprescindible a diario, pero, ¿cómo envejecen los distintos tipos de piel? Nos lo explican dos expertas: la doctora Elena Martínez Lorenzo, dermatóloga de la Clínica Pilar de Frutos y la doctora Juana Coronado, miembro del equipo médico de la Clínica Mira + Cueto.
Descolgamiento, deshidratación o aparición de arrugas son algunas de las características de las pieles con el paso del tiempo. En primer lugar, explica la doctora Juana Coronado, que «independientemente del tipo de piel, en el envejecimiento cutáneo hay una pérdida de desestructuración de fibras de colágeno y elastina y una pérdida de ácido hialurónico ».
La experta continúa explicando que «cuando envejecemos nuestra piel pierde la capacidad de generar colágeno en una cantidad suficiente como para reparar la pérdida. Es decir, nuestro ritmo de pérdida de colágeno es mayor que el de generarlo, por lo que la piel cada vez es más delgada y tiende más a la flacidez ». Además, continúa «hay una pérdida de hialurónico y una disminución de los lípidos de la epidermis por la exposición solar».
Otros factores que influyen en esto son, como indica Coronado: «genética por lo que dos personas con la misma edad pueden tener un grado de flacidez, sequedad y arrugas muy diferentes», «estilo de vida: exposición solar, estrés, ritmo del sueño». También destaca « hábitos tóxicos como el tabaco que produce deshidratación, es proinflamatorio y empeora la síntesis de colágeno». Afecta al envejecimiento «la alimentación y cambios bruscos de peso», «cambios hormonales: en la menopausia se acelera la pérdida de colágeno perdiendo en los cinco primeros años un 30% del colágeno».
Además, añade que «hay enfermedades del colágeno, medicación como corticoides crónicos o durante largos periodos de tiempo y la contaminación ambiental, polución, polvo o alteración de la capa de ozono» que promueven el envejecimiento de la piel.
La doctora Coronado indica que «una piel envejecida es una piel apagada , más seca, más sensible, más fina, más rugosa, con textura irregular y arrugas tanto finas como más profundas y de expresión». También explica que está «fotoenvejecida con alteraciones de la pigmentación, flácida y con pérdida de elasticidad».
Tal y como explica la doctora Martínez Lorenzo: «las pieles más secas, por lo general, tienden a envejecer peor, pierden más elasticidad y se tiende a notar más la flacidez». Por otro lado, «las pieles más grasas quizás noten menos esa flacidez, pero suelen tener más imperfecciones, más rojeces, pieles con el poro más visible que da un aspecto a la piel irregular». En definitiva, explica la doctora que «las arrugas pueden aparecer en todo tipo de pieles, pero se hacen más evidentes en las pieles más secas».
Añade la doctora Coronado que «sí es cierto que una piel gruesa y grasa envejece mejor que una piel fina, sobre todo con respecto a las arrugas y a la sequedad. Digamos que tiene un remanente relacionado con la grasa que hace que resista mejor a esa pérdida de hialurónico que tenemos con el paso del tiempo».
En el caso de una piel fina y seca, la profesional prosigue explicando que «tiende a tener una arruga fina por envejecimiento cutáneo prematuro, son pieles más vulnerables a los factores agresores externos como la exposición solar y el frío y con más tendencia a tener una función barrera alterada. Son más sensibles y reactivas, con predominio de arrugas y fotoenvejecimiento y una textura más áspera».
Por último, la experta menciona a las pieles gruesas y pesadas: «tenderán más a la flacidez, que se marcará sobre todo en el tercio inferior, con pérdida de definición mandibular, tienen poro más dilatado y más riesgo de alteraciones de la pigmentación relacionadas con procesos inflamatorios acneicos».
El envejecimiento en las pieles de más de 50 años es inevitable. Como indica la doctora Juana Coronado, del equipo médico de Mira + Cueto, «a los 50 años se ha acelerado la pérdida de colágeno, elastina e hialurónico. Se unen genética, edad, hormonas y estrés oxidativo con acúmulo de radicales libres. La piel se vuelve todavía más flácida, seca y con más arrugas que son más evidentes, aumentan las alteraciones de la pigmentación por el efecto acumulativo de la exposición solar a lo largo de los años».
Aporta que «la piel que tengamos a los 50 años va a depender mucho de cómo nos hayamos cuidado hasta entonces. Si ya lo hacíamos antes, con más razón en este momento. Uno de los pilares para controlar el proceso es el cuidado diario de la piel, con una rutina cosmética adaptada al tipo de piel, estado y necesidades que tenga aplicando principios activos dirigidos a ralentizar o controlar la degradación del colágeno, elastina y ácido hialurónico y evitar el daño de los radicales libres generados por el estrés oxidativo».
Añade Elena Martínez Lorenzo, de la Clínica Pilar de Frutos que las pieles grasas deben de prestar especial atención a los activos: «la mayoría de los productos antiedad se formulan en bases más grasas, aportan esos lípidos que con la edad se van perdiendo». El motivo es que «estos activos en pieles más grasas pueden desencadenar la aparición de lesiones de acné inflamatorio, como consecuencia de un mayor aporte de grasa al poro».
Si hablamos de los activos estrella por sus propiedades, la doctora Juana Coronado los desgrana de la siguiente manera:
• « Hidratantes: ceramidas, niacinamida y ácido hialurónico, mejorando la función barrera y la sequedad de la piel.
• Antioxidantes como la vitamina C y ferúlico, vitamina E, resveratrol y SOD (superóxidodismutasa).
• Los protectores solares que ya deberíamos estar aplicando desde edades más tempranas, incluso en invierno con protección elevada (SPF50).
• Los agentes transformadores que se aplican por la noche, siendo uno de los más importantes y con evidencia científica de sus efectos el retinol , que es la molécula antiedad por excelencia, ya que estimula la producción de colágeno tratando la flacidez y mejorando el espesor de la piel y las arrugas. Además, regula la actividad del melanocito, por lo que ayuda a controlar las manchas unificando el tono de la piel, aumenta la luminosidad, acelera el proceso de renovación de la piel, por lo que mejora la textura, poros y las arrugas. Además, tiene un efecto seborregulador.
• Los alfahidroxiácidos como el ácido glicólico que aceleran la renovación epidérmica, que está ralentizada cada vez más con el paso del tiempo, y, además mantienen la función barrera que suele estar alterada. Mejoran las pieles gruesas apagadas y fotoenvejecidas que necesitan exfoliación y renovación.»
La doctora de la Clínica Mira + Cueto considera que «más que evitar hay que adaptar e individualizar las rutinas según el tipo de piel o patología predominante. Por ejemplo, para una piel sensible, reactiva, con rojeces o tendencia a rosácea evitaría productos abrasivos o exfoliantes y fomentaría la hidratación y la fotoprotección, junto con activos específicos para tratamientos de alteraciones vasculares e inflamatorias como el ácido azelaico».
En el caso de las pieles secas, la profesional destaca que «evitaría limpiezas con agua y jabón que dan sensación de tirantez».
Seguir a rajatabla una rutina es esencial para tener una piel resplandeciente. La doctora Elena Martínez Lorenzo destaca que «la limpieza es básica, usar productos que por la noche exfolien (mecanismo químico con ácido glicólico o físico con granulado) y durante el día que aporten hidratación». La dermatóloga recomienda también «aplicar antioxidantes como el bakuchiol, vitamina C , vitamina E y ácido ferúlico por las mañanas. Otros como el resveratrol son más de uso por las noches. Además de renovadores celulares como el retinol por las noches». Otros principios por los que apuesta la experta es el «DMAE o el proxylane por la mañana y por la noche».
Por su parte, la doctora Coronado apuesta por «una rutina cosmética adaptada al tipo y estado de la piel sin olvidarnos de la importancia de tratar también el escote y el cuello». La experta recomienda las siguientes pautas durante el día:
• « Limpiadores faciales adaptados
• Antioxidantes: vitamina C o ferúlico, niacinamida, vitamina E. Neutralizan los radicales libres que se acumulan y producen manchas, envejecimiento y desestructuración del colágeno.
• Hidratación para reforzar la función barrera con cremas con hialurónico y con texturas más nutritivas en pieles secas y con texturas más ligeras con ingredientes seborreguladores si es necesario en pieles grasas. En pieles con rojeces utilizar cremas con azelaico.
• Protección solar mediante la aplicación de protectores solares con SPF50 de amplio espectro que incluyen protección frentes a los rayos UVA, UVB, infrarrojos y luz azul que es la que recibimos por la exposición a los dispositivos digitales como los ordenadores, tablet y móviles que envejecen la piel. En verano aumentar la reaplicación y asociarlo a protectores solares orales. Algunos son muy completos porque incluyen factores reparadores, hidratantes, antiaging, despigmentantes y con color. Seleccionaremos el más adaptado a la alteración que tenga la piel».
La doctora Coronado recomienda por las noches:
• « Higiene facial adaptada
• Despigmentantes y sustancias que estimulan la producción de colágeno como retinoides y alfahidroxiácidos como el glicólico y factores de crecimiento que nos ayudan a combatir los efectos del envejecimiento como son las alteraciones de la pigmentación, flacidez y arrugas».
En definitiva, la clave es conocer nuestro tipo de piel y saber aplicarle los activos adecuados, siempre llevando una rutina completa y constante.