El metal precioso más valorado del mundo ha llegado con su ostentosidad y lujo característicos, a la industria de la belleza. El oro se postula como uno de los ingredientes para el cuidado facial más revolucionarios y beneficiosos. Sérums, aceites o mascarillas se publicitan solos con la simple mención de la opulencia dorada. Este componente tiene ya una larga tradición en lo que respecta a la piel, debido a sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antiedad. Si quieres un rostro radiante , tan luminoso como los destellos del sol, te descubrimos los empleos del oro, porque no es un simple truco de marketing.
El oro es un elemento químico que, en belleza, se incorpora como oro coloidal u oro en polvo puro de 24 quilates. El primero de ellos, denominado frecuentemente como «nanogold», son partículas estables de este metal que se introduce profundamente en la piel para llegar a las células con facilidad, aumentando su eficacia. La segunda forma cuenta con las mismas características, pero es de mayor grosor. Aunque, el estudio clínico del ingrediente todavía es bastante limitado, los datos son prometedores y afirman que no solo es un gran activo antienvejecimiento , sino que podría potenciar la eficacia de otros componentes, actuando como portador para ayudar a la penetración.
El compuesto dorado retrasa el proceso de envejecimiento del cutis. Es capaz de promover la firmeza aumentando la producción de colágeno y elasticidad, por lo que minimiza la apariencia de líneas finas y arrugas. También, protege la tez creando una barrera contra los radicales libres de la contaminación ambiental y la radiación solar. Es decir, tiene ambas cualidades de prevención y tratamientos de los signos de la edad.
Las nanopartículas de oro cuentan, entre sus propiedades testadas, con un mecanismo que acelera la curación de heridas, como quemaduras, cortes, irritación o rojeces. Básicamente, funciona como antiséptico. Su actividad antioxidante reduce la inflamación y aporta mucha luminosidad al rostro, dejándolo descongestionado, calmado y con un tono uniforme. Además, se ha comprobado que estimulan la circulación sanguínea (algo que viene genial para dar volumen, despigmentar y conservar la hidratación, sobre todo en la zona del contorno de ojos).
Si bien es cierto que los dermatólogos van con pies de plomo en este campo, por la brevedad de los descubrimientos, los que hay hasta ahora apuntan a que es un héroe capaz de rescatar cualquier tipo de piel. Eso sí, aquellas que sean sensibles, con tendencias alérgicas o reaccionen antes los metales, deben ir con cuidado, así que se recomienda probar en un área pequeña del rostro y vigilar su evolución (los síntomas pueden tardar hasta 72 horas en aparecer).
Se puede encontrar en cualquier producto cosmético. Dependiendo de su formato (sérum, mascarilla, crema...) deberá aplicarse con la frecuencia o en el momento del día, propios de él e indicados por la etiqueta. No pienses que por ser un antioxidante con propiedades calmantes es seguro si nos excedemos, obstruyendo poros o creando una película en la superficie que impida que el tratamiento funcione. Lo mejor es usarlo dos o tres veces por semana.
Combinado con otros antioxidantes o péptidos, mejorará la potencia y el resultado en el cutis, obteniendo los beneficios multiplicados. Sin embargo, es contraproducente utilizarlo si en tu rutina el retinol o los AHAs están presentes. Ambos, tienen un gran impacto sobe las células lo que los hace irritantes y eso hace que no quieras atreverte a probar qué pasa si componentes tan reactivos como estos se juntan con el oro. Como propuesta, puede intercalar el uso de oro y retinol por las noches.
¿Te animas a transformar tu rutina de cuidado facial con este super lujoso ingrediente antiedad digno de la realeza?
20 de enero-18 de febrero
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