Ágatha Ruiz de la Prada (62 años) ha alcanzado un estado de gracia con ella misma que apabulla. No solo por la honestidad brutal con la que se manifiesta en los medios de comunicación, sino por haberse marcado un libro de memorias antológico. Mucho más que la venganza fría contra su ex marido, Pedro J. Ramírez, que todo el mundo esperaba. 'Mi historia' revela muchísimas cosas sobre su familia, sus hijos Tristán y Cósima y sobre ella misma. El libro se devora.
Una de las protagonistas secundarias del libro, acaso la única que podría llegar a hacerle sombra a la misma Ágatha Ruiz de la Prada , es su hija Cósima (33). Su heredera la acompaña muchas veces en sus apariciones televisivas, demostrando un talento natural para seducir y guardar la ropa con inteligencia y sentido del humor. Pero si Ágatha destaca por provocadora (en sus comentarios) y clásica (en casi todo), Cósima se muestra discreta en sus manifestaciones y rompedora en todo lo demás.
Ágatha Ruiz de la Prada advierte en su libro de memorias que no es objetiva cuando se trata de hablar de Tristán y Cósima: «Lo mejor que me ha pasado es haberlos parido», dice. Aún así, la descripción de su hija nos permite saber más de ella, aunque sea a través de los comentarios de su madre. Dice que es inteligentísima, que siempre sacó notas buenísimas en los «colegios pijos» a los que la envió.
«Según Tristán, su hermana era una niña muy mimada. Tenía seis años y se tumbaba en la cama para que la vistieran y abría la boca par que le dieran de comer», relata Ágatha Ruiz de la Prada en 'Mi historia'. También admite que «a Cósima lo que le gusta es ser la reina de la fiesta». De hecho, conoce a los anfitriones y anfitrionas más importantes del mundo.
«Cósima conoce muy bien a toda esa gente», explica Ágatha Ruiz de la Prada, refiriéndose a la élite multimillonaria global. «Pero no tiene el arte que tengo yo para vender algo. Y es que eso a mí me divierte, ya no es por le dinero. Los hijos son lo que son, no lo que los padres nos gustaría que fueran. Cósima no va a cambiar».
«Sigo llamando a Cósima «mi ratón». Es tan inquieta que cuando alguien se acerca a buscarla no puede aprehenderla. Si Cósima vuelve de algún sitio es que ya no hay nada realmente interesante que llevarse al sombrero».
«Cósima se revuelve contra el trabajo. A mí, sin embargo, me gusta más trabajar que ganar dinero. Cósima es muy brillante y mucho más lista que yo, pero no ha entendido que el trabajo requiere dedicación todos los días de tu vida».
«Cósima es la niña de los ojos del innombrable, algo que me alegra y me congratula, y ojalá sea así toda la vida. Sin embargo, él no ha sido del todo inocente con ella. Cuando Cósima empezó a trabajar conmigo en Madrid había mucha gente que le decía: 'Pero, Cósima, con lo lista que eres, ¿cómo vas a trabajar con tu madre?'. Como si yo fuera retrasada mental profunda».
«Mientras estudiaba, Cósima se buscó un empleo en París y estuvo dos veranos trabajando. Uno de ellos lo hizo en una editorial. Veía que los que escribían un libro ganaban tres mil euros. Entonces me dijo que quería trabajar conmigo. Ella sí que relaciona trabajo con dinero, cosa que yo no he hecho».
«Nunca me verán deseando o luciendo una joya, pero sí una casa. Sigo teniendo la de París, alquilada la de Milán. Tuve una en el Soho de Nueva York y la de Londres se la quedó el innombrable. Ahí vive Cósima, que es ahora la que más lee. Estudia Literatura en esa ciudad».
«Cósima tiene una agenda internacional alucinante. Al final soy la madre de Cósima. Es lo que más ilusión le puede hacer a una madre» (…) El dinero no tiene importancia, lo que sí la tiene es que se celebre una fiesta en Nueva York y no te inviten. Cósima tiene esa suerte, se la ha trabajado, la invitan a Nueva York, París, Londres…».
«La propusieron para ingresar en Oxford, pero tampoco la admitieron. Por entonces, tuvo una gran historia de amor con un chico que tocaba el piano. Llegó a Madrid diciendo que se quería suicidar, que se quería morir, porque Cósima es muy teatrera para todo
«La primera semana de Cósima en Estados Unidos se hizo un piercing. Bueno, entre unas cosas y otras s e volvió loca. Cósima era muy joven, estaba muy mimada o lo que fuera, y la universidad le quedó bastante grande, El problema que tuvo es que todos sus amigos eran hijos de multimillonarios: la hija de Jack Nicholson, unos Getty, los Sachs… 'Ay, me cojo un avión a París, voy a una fiesta y vuelvo mañana'. Ese era el nivel. Vino muy revolucionada».
«En una cena, después de que hubieran echado a su padre de 'El Mundo', Cósima se cogió una borrachera morrocotuda. Se fue con el hijo de Alfonso Ussía y apareció en una fiesta donde conoció a Bárbara, que es la pera«, relata Ágatha Ruiz de la Prada en 'Mi historia', su libro de memorias.
«Tenía unos diez años más que ella, pero a Cósima le pareció que era internacional, hablaba inglés… encajaba con ella. Cósima vivió una historia brutal con ella. Al principio reconozco que me sentó como un tiro, me impresionó, pero me di cuenta pronto de que esa mujer era genial».
20 de enero-18 de febrero
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