Palabras desde el corazón
Palabras desde el corazón
«Tengo 56 años y llevo en esto desde los ocho. Por eso, igual está bien este reconocimiento, ¿no?», aseguraba Aitana Sánchez-Gijón en una entrevista con MujerHoy previa a la entrega de su merecido Goya de Honor, antes de añadir, precavida, un «espero que no haya sonado arrogante». Sin arrogancia, pero con emoción y espíritu reivindicativo, la actriz recogía anoche en Granada el galardón de manos de una de sus grandes amigas, Maribel Verdú.
Convertida en la más elegante de la gala con un vestido bicolor de Carolina Herrera, Aitana Sánchez-Gijón subió al escenario en medio de una enorme ovación. Allí fue recibida por su amiga y compañera Maribel Verdú que, con lágrimas en los ojos, le hacía toda una declaración de amor.
«Te quiero porque eres luz y talento. Compañera perfecta, cómplice y leal. Llevas cuarenta años en un mundo donde resistir más de un rato en lo más alto es un completo milagro, de verdad. Así que Aitana, este para mí, no es un Goya de Honor, sino un Goya de Amor«, aseguraba la conductora de la gala antes de fundirse con ella en un cariñoso beso.
«Gracias, Maribel, era un sueño recibir este Goya de tu mano. Cuánto camino juntas«, comenzaba diciendo emocionada la actriz nacida en Roma tras recibir el galardón, antes de reconocer que le hacía especial recibirlo junto al »amor de su vida«, Richard Gere.
Aitana recordaba hace unos días en 'La Revuelta' cómo conoció al protagonista de 'Pretty Woman', su amor platónico, en un hotel de Madrid en 1988. Tras conversar durante una hora, el actor le ofreció que desayunaran juntos, pero ella estaba demasiado nerviosa como para comer algo. Entonces él le ofreció un kiwi y desde aquel día, los desayuna a diario.
«Mi escuela constante es el trabajo. Soy de ese pequeño porcentaje de actores que puede vivir de su profesión», reconocía entre aplausos. « Gracias al teatro. El escenario es el gran maestro del actor. Si tengo herramientas ante la cámara es gracias a todos los teatros que he pateado. Me lleno de asombro por el talento ajeno. Con muchos de vosotros he compartido cientos de aventuras, delante y detrás de las cámaras«.
La expresidenta de la Academia de Cine no quiso obviar el duro camino que han recorrido las mujeres en su profesión, recordando que durante su carrera ha trabajado cuarenta directores, pero solo cuatro de ellos han sido mujeres. « Hoy sois muchas más, no solo directoras y guionistas», añadió mientras mandaba un mensaje especial a Patricia Ferreira, «una de las pioneras en ponerse detrás de las cámaras y contar sus propias historias cuando para las mujeres todo estaba vetado».
Entre las personas a las que también quiso recordar se encontraban Bigas Luna, «a quien cada año que pasa echo más de menos», y la recientemente fallecida Marisa Paredes. Lo hizo citando una de sus inmortales frases: «No hay que tener miedo a la cultura. Hay que tener miedo a los fanatismos, a la guerra. A los nuevos imperialismos y a las limpiezas étnicas».
«Un individuo se define por quienes han tocado su vida», afirmó al término de su discurso, mientras dedicaba el premio a sus hijos Teo y Bruna y a su madre Fiorella, presente en el patio de butacas, a la que definió como «el motor de mi vocación, mi gran cómplice». Ovacionada, se despidió diciendo: «Nos vemos en el cine».