EL DÍA QUE REVOLUCIONó BURGOS Claudia Cardinale cumple 85 años: de sus relaciones tóxicas a su hijo secreto, repasamos la trágica vida de la diva italiana (y su paso por España)

Ahora que la italiana cumple 85 años, hablamos con la actriz Aída Folch, con quien compartió reparto en El artista y la modelo de Fernando Trueba, sobre sus recuerdos de la diva italiana.

Claudia Cardinale, guapísima con vestido sexy de fiesta en una foto de archivo en blanco y negro. / gtres

Juanra López
Juanra López

Claudia Cardinale es una leyenda de Hollywood como también lo fueron sus contemporáneas Gina Lollobrigida , recientemente fallecida, y Sofía Loren . Grandes actrices y también mitos eróticos, cualidad esta última que no menoscabó la brillantez de sus carreras, que las llevó desde el neorrealismo hasta un Hollywood ávido de figuras exóticas y pasionales.

Claudia Cardinale, que cumple 85 años este sábado, tiene en su haber algunas de las películas más emblemáticas de la historia como El Gatopardo, adaptación de Luchino Visconti de la mítica novela homónima de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en la que formó una de las parejas más guapas de todos los tiempos junto a Alain Delon (ambos actores habían trabajado tres años antes con el mismo director en Rocco y sus hermanos): 8 y medio, de Fellini, La pantera rosa, de Blake Edwards y Fitzcarraldo, de Werner Herzog, entre otras.

Aida Folch nos cuenta cómo fue trabajar con Claudia Cardinale

La actriz dejó su impronta en España en el rodaje de Las petroleras, junto a una explosiva Brigitte Bardot, que revolucionó Burgos y Madrid a principios de los años 70, y Almería, cuando trabajó junto a Henry Fonda en Hasta que llegó su hora, de Sergio Leone. Su vinculación con nuestro país es grande y puede presumir de haber trabajado con uno de nuestros directores más internacionales, Fernando Trueba.

El mito italiano se puso a las órdenes del ganador del Oscar por Belle Epoque en la película ' El artista y la modelo', en 2012, con guion de Jean Claude Carrière, artífice de algunos de los mayores éxitos de Buñuel, y con un reparto encabezado por el recordado Jean Rochefort y la española Aida Folch, que atesora ese rodaje como uno de los más importantes de su vida.

«Trabajar con Claudia Cardinale fue fascinante por todo lo que sabía de ella y su trayectoria, pero sobre todo por la relación que forjamos durante el rodaje de El artista y la modelo de Fernando Trueba. La recuerdo muy coqueta, con mucha energía. Fumaba cigarrillos Vogue con una clase… Siempre que le pedía uno me decía que no para luego echarse a reír y entregarme uno», comenta, divertida.

Claudia Cardinale junto a la actriz española Aida Folch. / imagen cedida por aida folch

Y añade: «Le gustaba jugar como una niña. Me tiraba servilletas encima y se echaba a correr para que la persiguiera. Un día me hizo lo mismo agarrándome un pecho. Fuimos dos niñas felices allí. Claudia era impaciente y repetía «UFA» (una forma de quejarse habitual en italiano que equivaldría a 'venga, venga') con asiduidad. También sincera cuando contaba que la violaron muy joven y tuvo un hijo de aquello y que era una mujer muy deseada, pero solo había tenido dos grandes amores en su vida. Claudia me pareció una fuerza de la naturaleza y muy divertida».

Las tragedias de la vida de Claudia Cardinale: una violación, relaciones tóxicas y desamor

Aida Folch hace referencia al episodio más duro de la vida de la actriz de origen tunecino. Fue violada cuando contaba solo 16 años por un hombre mucho mayor que ella, después de introducirla a la fuerza en un coche. Pese a todo, al quedarse embarazada decidió seguir adelante con su embarazo. Su hijo Patrick, al que hacía pasar por su hermano para evitar el escándalo, nació en Londres, y que creciera feliz fue prioritario para ella.

En una entrevista concedida a Il Corriere, Cardinale contó la reacción del violador al comunicarle que estaba esperando un hijo: «Cuando ese hombre se enteró de mi embarazo, volvió y me exigió que abortara. ¡Ni por un momento pensé en deshacerme de mi criatura! Lo hablé con mis maravillosos padres y con mi hermana Blanche y decidimos que mi hijo crecería en la familia, como un hermano menor».

En aquel momento la idea de llevarla a la capital del Reino Unido partió del productor Franco Cristaldi, con quien acababa de firmar un férreo contrato, y al bebé se le puso el nombre de la iglesia londinense en la que se le bautizó. La suya fue también una relación sentimental no muy afortunada: «Con él era prácticamente una empleada, una subordinada a la que le pagaba al mes las cuatro películas que hacía al año. Ni lo llamaba por su nombre sino por su apellido. Mis padres estaban furiosos».

Claudia Cardinale en una imagen de archivo con su mítico flequillo.

La pareja contrajo matrimonio en 1966 y se divorciaron en 1974: «No estaba enamorada de él, él sí de mí. Fue un gran productor, pero a nivel privado, mejor pasarlo por alto», manifestaba en la misma entrevista. En realidad, legalmente no estuvieron casados, porque nunca convalidaron en Italia su boda en Las Vegas, que él planificó si tenerla al tanto de nada, y siempre que ha tenido ocasión ha dejado claro lo tóxica que fue esta relación para ella.

Su gran amor, sin embargo, fue el director Pasquale Squitieri, a quien conoció en el rodaje de 'Los guapos' en 1973. Su relación fue un tsunami porque Cristaldi era una figura muy poderosa en la industria cinematográfica, lo que, sin duda, repercutió en la carrera de ambos. Ni la distancia que pusieron de por medio cuando ella se estableció en París y él siguió en Roma supuso que su pareja se quebrara. Rodaron juntos nueve películas y tras la ruptura permaneció una amistad que duró hasta la muerte del director, el 18 de febrero de 2017 a consecuencia de una insuficiencia respiratoria.

«Era muy exigente, pero siempre me dejaba libre. Sus películas eran comprometidas, a veces cargadas de denuncia, pero siempre estuve a su lado», manifestaba la actriz tras el fallecimiento de «la persona con la que compartí todo». Fueron padres de una hija Claudine, cuyo nombre eligió el cineasta: «Como no quería casarme, deseaba que hubiera al menos una Claudia Squitieri en la familia. Me pesaba el recuerdo de la violencia que sufrí. Además, nunca me ha gustado mezclar la vida pública con la privada», aseguraba Cardinale.

Claudia Cardinale: «Yo no sé si soy verdaderamente bella. Sé que soy extraña»

La dimensión internacional de Claudia Cardinale sigue siendo tan importante que el pasado mes de febrero el MoMA de Nueva York, en colaboración con Cinecittà, los míticos estudios italianos, organizó una retrospectiva con 23 de sus mejores películas. El museo recordaba entonces la enorme versatilidad de la actriz, a la que ayudó su conocimiento de idiomas como el francés, el español, el árabe tunecino, el inglés y el dialecto siciliano, además, claro está, del italiano.

Aun así, su primer idioma fue el francés, porque hija de padres sicilianos, nació y creció en Túnez, entonces protectorado de Francia. Un país con el que se siente muy identificada y al que rendía tributo en la entrañable película Un verano en la Goulette (1996), en la que se interpretaba a sí misma.

El emblemático escritor Alberto Moravia, artífice de celebradas novelas como La romana, La desobediencia y El amor conyugal, se reunió con Claudia Cardinale en 1961 para hacerle una entrevista un tanto particular, que versaba sobre el cuerpo y la belleza. A la pregunta de cuál era la característica principal de su belleza y que si consideraba que lo era, ella respondió: «Yo no sé si soy verdaderamente bella. Sé que soy extraña».

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