SUPERVIVIENTE DE LOS NEGOCIOS La resurrección de Kike Sarasola, el hijo rebelde de la alta sociedad: de su sonada salida del armario a su fructífera carrera empresarial

Kike Sarasola le ha dado la vuelta a su vida al menos un par de veces, cosa complicada para cualquiera pero con un extra de dificultad si además la metamorfosis es pública. En los últimos años, su actividad al frente de Room Mate, la cadena de hoteles que dirige, le ha mantenido sobre la cuerda floja de los negocios. No va a ser fácil que el reto empresarial se le resista. Sarasola (59 años) ha superado complicaciones más urgentes y sustanciales. ¿Se las contará a Risto Mejide ?

La vida podría haber sido color de rosa, de principio a fin, para el joven Kike Sarasola, el primogénito de uno de los hombres más ricos de España. Hablamos de Enrique Sarasola Lerchundi, empresario de la construcción, amigo íntimo del expresidente Felipe González : 'Pichirri' (así le llamaban sus amigos) tenía su oficina en el número 15 de la calle Goya de Madrid, donde también tenía su sede el PSOE durante la clandestinidad de los años 70.

La amistad entre los Sarasola y los González era irrompible, como se demostró en la tensa noche del golpe de Estado del 23 de febrero. «El 23F, mi padre fue a buscar a Carmen Romero [casada entonces con Felipe González ] y a sus hijos. La noche del golpe de Estado yo hice de babysitter de los hijos de González y de los de Enrique Múgica«, confesó en una entrevista a El País Kike Sarasola. De hecho, fue su padre quien construyó la nueva sede del partido, en la calle Ferraz. Las dos familias aún son cómplices.

Los florecientes negocios de Sarasola padre pronto alcanzaron América Latina, y fue en un viaje a Colombia donde se prendó de María Cecilia Marulanda, hija de uno de los mayores terratenientes del país y madre de sus dos hijos, Kike y Gigi (Fernando). Durante años, los hermanos fueron los dos guapísimos solteros de oro de la alta sociedad española, aunque Kike no dio el campanazo con romances sonados de portada, como sí hizo Gigi. Salió con Marta Sánchez o Penélope Cruz y se casó, brevemente, con Tita Astolfi.

Ambos, Kike y Gigi, brillaron como deportistas de élite en la hípica internacional. El mayor de los Sarasola fue campeón de España en cuatro ocasiones, medalla de bronce en el Campeonato Europeo en 2001 y tres veces diploma olímpico (en los Juegos de Barcelona, Atlanta y Sidney). Como contrapartida, no terminó Económicas y en 2004 un accidente le provocó una lesión de espalda y tuvo que decir adiós a las Olimpiadas de Atenas. Debía reconstruir su vida por completo.

En realidad, el primer revolcón vital que Kike Sarasola se dio a sí mismo llegó un año antes, cuando el jinete se convirtió en el primer atleta de élite y olímpico español que hizo pública su homosexualidad. Salió del armario en la portada de la revista Zero, donde además presentó al que sigue siendo su marido y padre de sus dos hijos, Carlos Marrero, su pareja desde los 29 años. «Declaré mi homosexualidad públicamente porque al hijo de una amiga le estaban haciendo un bullying horroroso», explicó entonces en televisión.

«Llevo diez años de relación y desde el primer día que presenté a Carlos a mis padres, él era mi novio. Igual he hecho con todo el mundo en cualquier ambiente: caballos, negocios...», narraba entonces, tratando de darle normalidad a un anuncio que fue un bombazo. Kike Sarasola y Carlos Marrero se casaron en octubre de 2006, después de 14 años de noviazgo y tras haber defendido públicamente la ley de matrimonio homosexual que se aprobó en julio de 2005. Ofició la ceremonia Felipe González.

Con la vida sentimental bajo luz y taquígrafos, Kike Sarasola se vio ante el segundo gran reto de darle un vuelco a su vida profesional. Convertirse en el continuador de su padre en los negocios no fue su primera opción, pues siempre tuvo el deseo secreto de hacerse un nombre en el showbusiness. Hizo sus pinitos como actor en series como Policías (2000) o películas como Killer Barbys vs. Dracula (2002) o Slam (2003). En 2013 publicó el libro Más ideas y menos másters, en el que hablaba de su trayectoria profesional.

Ya convertido en hotelero, Kike Sarasola supo aprovechar la oportunidad de convertirse en una especie de Alberto Chicote de los hoteles. Presentó el programa de televisión Este hotel es un infierno, donde ejercía como asesor para dueños de hoteles con problemas y les daba pautas para relanzar el negocio. Es algo que él mismo ha tenido que hacer una y otra vez, desde que en 2005 abriera su primer hotel, Room Mate Mario, al lado del Palacio Real de Madrid.

«Tengo que agradecerle al PP que me la haya dado siendo públicamente rojo y gay... Tiene mucho mérito», bromeó Kike Sarasola cuando Mariano Rajoy le entregó la Medalla de Oro al Mérito Turístico de 2015. Fue la constatación de que el estilo Sarasola de hacer negocios, una receta que mezcla de influencia política, alta sociedad y famosos con arrojo empresarial, aún funciona.

Desde 2020, Room Mate y Be Mate, su segunda empresa hotelera, sufrieron graves problemas financieros como consecuencia, también, del cierre total de viajeros que provocó la pandemia de coronavirus. Hoy parecen en vías de resolución gracias a un nuevo socio rescatador, que le ha permitido superar su desamor inversor con Sandra Ortega, su aliada primera y a la que Sarasola recuerda pese a todo entrañablemente.

Las tribulaciones empresariales de Kike Sarasola serán, sin duda, tema estrella en la entrevista con Risto Mejide. Habrá quien piense que es una decisión arriesgada, dada la intrincada situación financiera que ha resuelto por los pelos y, sobre todo, sus derivadas judiciales. Sin embargo, es un movimiento absolutamente lógico en el hijo de Enrique Sarasola, un listísimo hombre de negocios. Dicen que cantaba boleros, bailaba y era todo un personaje. Un gran seductor.

Si Kike Sarasola es digno hijo de su padre, intentará meterse en el bolsillo a Risto. Fue la primera persona que mencionó en la última entrevista a la que se prestó, hace unos días en el programa Las tres puertas. «Mi padre me enseñó que lo más importante de todo es la lealtad a tus principios, a tus amigos, a la familia», dijo.

Y añadió: «Al principio no entendía lo de los hoteles. Decía que ya estaba todo inventado. Terminé mi primer hotel seis meses antes de que muriera. Llevaba a todos mis amigos y les decía: 'Es el hotel de mi hijo'. En su lecho de muerte me dijo: 'Kike, dedícate a los hoteles'. Le echo mucho de menos».