María Jiménez quiso mantener en privado su estado de salud, dentro de las posibilidades que le permitía su delicado estado. La artista y su hijo, Alejandro , prefirieron que estos cuatro últimos años fueran tranquilos a nivel mediático en este sentido, pero quisieron dejar constancia de una realidad que trasciende ahora que ha fallecido a los 73 años: la artista no murió en su casa de Triana, como inicialmente se creía, sino en el hospital Infanta Luisa de Sevilla. Según declaraciones de su hijo, tuvo una muerte digna y no había sufrido.
Fue ayer en el programa Más Vale Tarde cuando se hizo público un adelanto del documental María Jiménez, mi mundo es otro, en el que la irrepetible intérprete de Se acabó habla abiertamente del cáncer de pulmón que padecía y cómo sobrellevaba el duro tratamiento que llevaba aparejado.
Son imágenes cargadas de emotividad en la que vemos a María Jiménez, con esa fortaleza que la caracterizaba, narrar cómo lo estaba afrontando. Y sin duda, no faltaban dos de los ingredientes que eran cruciales en su personalidad: el optimismo y el sentido del humor. «Me están dando quimio en pastillas, se me ha caído el pelo, lo que llevo es una peluca. Se me caía el pelo. Dije ven y córtame el pelo a ras», afirmaba.
María Jimenez, que ya había superado anteriormente un cáncer de mama, con la misma actitud, cuenta en el documental su reacción cuando le comunicaron este nuevo diagnóstico: «Cuando me dice el médico que tengo cáncer le digo: 'Muy bien, ya se curará, ¿no?' y me dice:'¿Cómo?'. Le digo 'Claro, eso se cura, antiguamente no, pero ahora sí».
Otra de las cuestiones que aborda la que fuera mujer de Pepe Sancho , con quien vivió una tormentosa relación de ida y vuelta y a quien acusó de malos tratos en reiteradas ocasiones, es su umbral del dolor y cómo lo gestionó: «Yo no tengo sentido del dolor, entonces no me asusto. Cuando es un dolor desconocido dices: '¿Qué pasa aquí?'. Pero cuando es un dolor normal, ¿para qué te vas a asustar?».
No se deja nada en el tintero María Jiménez en este documental, que podemos considerar como un testamento vital y también una manera de compartir con su público la realidad de estos últimos años, que quisieron gestionar desde la intimidad para no preocupar a nadie. Recordemos que hace cuatro años ya estuvo a punto de morir a consecuencia de una gravísima oclusión intestinal, pero logró remontar la situación y ella misma, divertida, hablaba de que había resucitado.
Por eso son muy elocuentes sus palabras en este documental que estrenará en abierto La Sexta este domingo: «Yo de mi vida intento quedarme con lo bueno, por eso digo siempre que la vida son tres días y dos están 'nublaos'. Hay que aprovecharlos sin lamentaciones, disfrutando, sin hacer daño a nadie. Es una forma de ser que yo he tenido toda mi vida, desde que era una niña. Así se nace, no se hace».
María Jiménez era ayer objeto de todo tipo de homenajes en las redes sociales y tanto personas conocidas como anónimas subrayaban su impresionante legado artístico, que se aposentaba fundamentalmente sobre una presencia escénica arrolladora y una forma de estar y de cantar que la hacían ser muy singular. La sensualidad y la sexualidad de sus canciones, sus atrevidos atuendos, su actitud empoderada rompió muchas barreras desde los años 70 cuando emergió en un mercado musical ávido de cambios por los estertores y la caída definitiva del régimen franquista.
Las nuevas generaciones la redescubrieron cantando versiones de Joaquín Sabina, vestida como un pavo real, destacada como icono de la lucha de los derechos LGTBI, interpretando rancheras de José Alfredo Jiménez y reinventada como icono pop con la canción La lista de la compra, que interpretó a dúo con La cabra mecánica. Ahora se están revisitando en las redes sociales muchas de sus intervenciones televisivas en las que se mostraba sin filtros, pero sensible, con palabras muchas veces soeces, pero llena de humanidad. Los mitos se construyen así, en las contradicciones.
20 de enero-18 de febrero
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