La vida oculta de Mercedes Licer, la ex mujer de Gonzalo de Borbón que tuvo un apasionado romance con Alberto de Mónaco

La vida de Gonzalo de Borbón no fue de lo más edificante y en su propia familia sus parejas no encontraron acomodo, con mención especial para su segunda mujer, Mercedes Licer, que, cuando este murió en Lausana el 27 de mayo de 2000, no se podía ni imaginar que la había nombrado heredera. «Me llamó hace dos meses el apoderado de la familia, el duque de Baena, quien me contó que Gonzalo me había nombrado heredera de su testamento, el mismo testamento que él hizo al mes de casarnos y que no cambió después de nuestra separación», manifestaba en la revista ¡Hola! por aquel entonces.

Según manifestaba, no le había dejado una compensación alimenticia ni compensación económica por cualquier otro concepto, aunque ella tampoco la había solicitado. Parece ser que Gonzalo de Borbón le había dado permiso para seguir utilizándolo, pero ella prefirió no hacerlo y recuperar el anonimato en el que sigue viviendo en la actualidad.

Posteriormente, Mercedes Licer fue madre, se volcó en una ONG, se dedicó a trabajar de traductora y manifestó que «la herencia de Gonzalo no me va a cambiar la vida para nada». Desaparecía así de las revistas de corazón que tantas veces la habían llevado a sus portadas por esta relación sentimental que tanto estupor generó en determinadas esferas.

Después de su separación matrimonial de Gonzalo de Borbón tuvo una breve aventura sentimental con el príncipe Alberto de Mónaco , que ya le gustaba de antes de conocerle. La invitaron a una fiesta a la que acudió y, según su relato, fue al finalizar la noche cuando hablaron por primera vez. Fue el príncipe monegasco quien se acercó a ella para invitarla a su barco en Ibiza al día siguiente.

En un principio Mercedes Licer se ilusionó con esta relación incipiente e incluso se desplazó a Mónaco para estar con el príncipe, pero las posibilidades de prosperar estaban lastradas con el hecho de que ella fuera divorciada, como el propio príncipe le habría hecho saber, así que todo quedó como el recuerdo de una aventura que no pudo tener más alcance, aunque los protagonistas se lo hubieran propuesto.

Otro de los asuntos que jalonaron la presencia mediática de Mercedes Licer fue la publicación por parte de la revista Interviú de unas fotografías suyas desnuda. Una sentencia de 1985 determinó que la revista debía pagar 40 millones a la afectada por haberlo hecho sin su consentimiento. Gonzalo de Borbón consideraba que se trataba de un atentado al honor y sus pretensiones económicas eran mayores, pero fueron desestimadas en primera instancia. Una sentencia en la que se afirmaba que ni él mismo salvaguardaba su apellido «con recato y prudencia».

Gonzalo Borbón se granjeó grandes críticas por comercializar con su vida privada, ya que vendió la exclusiva de su boda civil y religiosa, esta última en una capilla privada en Olmedo, en 1984. Una relación que parecía condenada al fracaso y que no apoyaron sus familiares más cercanos, ausentes de la ceremonia. La modelo valenciana de 24 años no les parecía la persona adecuada para un hombre que había convertido el buen vivir y la ausencia de preocupaciones en los motores de su día a día.

Los 26 años de diferencia que mediaba entre ellos (el duque de Aquitania nació en 1937 y Mercedes en 1963) pudieron ser determinantes para el segundo matrimonio del primo del rey Juan Carlos I , que ya había estado casado anteriormente, de manera efímera y al parecer sin validez legal con la periodista Carmen Harto Montealegre. Estuvieron juntos tres meses y 22 días y ella dejó plasmada su relación en un libro demoledor, 'Mi vida con Gonzalo de Borbón', en el que manifestaba que su matrimonio no se había consumado y que era homosexual..

Antes de todo esto, en 1992 el hijo de Jaime de Borbón y Battenberg manifestó que tenía una hija secreta de 14 años, Estefanía, fruto de una relación pasada con la modelo estadounidense Sandra Lee, que en la actualidad tiene 86 años. En 1992, Gonzalo de Borbón se casó con una millonaria genovesa, Emmanuela Pratolongo, con quien se instaló en Suiza, donde falleció a los 63 años apartado de la vida nocturna y las juergas que tantos titulares generaron en tiempos pretéritos.