Silvio Berlusconi junto a su última pareja, la diputada italiana Marta Fascina. /
Tan controvertido y excéntrico como poderoso e incombustible, Silvio Berlusconi , fallecido hoy a los 86 años de edad víctima de una leucemia, ha marcado una época en la política italiana. Pero su vida privada, y sus relaciones con las mujeres, acapararon casi tantas portadas y titulares como su actividad política como primer ministro de Italia, cargo que ocupó en tres ocasiones.
Casado dos veces (y divorciado otras tantas), padre de cinco hijos y abuelo de 15 nietos, fue señalado por su participación en las famosas fiestas Bunga-Bunga y por sus incontables relaciones extramatrimoniales y desde 2020 compartía su vida con la política italiana Marta Antonia Fascina, 53 años más joven que él.
A su primera mujer, Carla Elvira Lucia Dall'Oglio, la conoció en la parada del tranvía junto a la Estación Central de Milán. Fue, contó él años después, amor a primera vista. Se casaron en 1965 y tuvieron dos hijos: Marina y Pier Silvio. Después de casi 20 años juntos, firmaron los papeles del divorico en 1985.
Silvio se había enamorado de una actriz a la que había visto actuar en un teatro de Milán. Era Verónica Lario. Su primera hija en común (luego tuvieron dos más) nació mientras Berlusconi todavía estaba casado con su primera mujer. Discreta y alérgica a los fotos, tras la separación Dall'Oglio se trasladó a Inglaterra y jamás concedió una entrevista.
Junto a Veronica Lario, con la que se casó en 1990 pese a ser 20 años más joven que él, Berlusconi disfrutó del boom de los 90: desde su omnipotencia televisiva, como poderosísimo magnate de Mediaset, hasta su llegada al poder en 1994. Aunque los rumores sobre los escarceos amorosos del político eran vox populi (se le han atribuido relaciones con la actriz y modelo Francesca Dellera, pero también con las políticas Daniela Santanché o Mara Carfagna) el matrimonio sobrevivió a los rumores hasta 2007.
Aquel año, Veronica Lario envió una histórica carta al diario La Repubblica (poco sospechoso de simpatizar con Berlusconi) en la que invitaba a su marido a pedirle disculpas públicamente por los comentarios que había hecho a varias mujeres durante un programa de televisión. Aunque era evidente que el matrimonio atravesaba una crisis, hubo que esperar a 2009 para que todo estallara por los aires. Cuando se supo que el entonces primer ministro había asistido a la fiesta de cumpleaños de Noemi Letizia, una chica de apenas 18 años, su mujer pidió el divorcio, que después se saldaría con un acuerdo multimillonaria para ella.
Poco después, llegó el escándalo de las fiestas Bunga Bunga en Villa Certosa, el caso Ruby (que destapó su relación con la menor de edad de origen marroquí Karima El-Mahroug), su condena a siete años de cárcel por prostitución de menores con abuso de poder en 2013 y su posterior absolución en 2015.
Pese a semejante expendiente, hubo otras novias oficiales. Como la presentadora de televisión Francesca Pascale, a la que conoció en 2011 cuando ella era la presidenta de uno de sus clubs de fans y con la que empezó a convivir poco después. Se separaron en 2020 y, unos meses más tarde, Pascale inició una relación con la cantante Paola Turci.
La última mujer de la vida de Silvio Berlusconi ha sido Marta Antonia Fascina, diputada por Calabria de Forza Italia, la formación política fundada por el ex premier en 2013, y 53 años más joven que el político. Con ella pasó el confinamiento y junto a ella volvió a presentarse a las elecciones en 2022 resistiéndose a dejar la primera línea política. Reservada y esquiva con la prensa, Fascina también ha sido la persona que ha estado a su lado durante la enfermedad y que ha acompañado al político italiano en sus últimas horas.