su primer escándalo
su primer escándalo
Ahora que Isabel Preysler es la reina indiscutible de las portadas de la prensa rosa y que parece que nadie va a conseguir nunca arrebatarle esa corona, nos cuesta imaginar que hubo una época en la que la alta sociedad española se resistía a recibirla y que ella misma quería huir de Madrid para volver a su tierra natal a pesar de la acogida de su tía Teresa Arrastia en España.
Ocurrió cuando apenas había cumplido la mayoría de edad. Sus padres, Beatriz Arrastia y Carlos Preysler la enviaron a vivir a España en contra de su voluntad después de que Isabel, casi adolescente, se echara un novio muy poco conveniente.
Los pretendientes de la joven Isabel Preysler eran un auténtico quebradero de cabeza para sus padres. Gracias a su belleza y saber estar, Isabel había impresionado a pretendientes no solo mayores que ella sino también de mejor posición social que su familia; hombres que no dudaron en abrirle de par en par las puertas de los círculos más selectos de Manila.
Tras unos meses disfrutando de los placeres reservados para los más adinerados de Filipinas y frecuentando fiestas en el Casino Español, el Manila Polo o el Wack-Wack Club de Golf, Isabel Preysler estaba más interesada en ganarse la simpatía de Imelda Marcos que en terminar sus estudios (que dicho sea de paso jamás le interesaron mucho).
La gota que colmó el vaso fue una escapada secreta a una isla privada con un playboy llamado Juny Kalaw,15 años mayor que Isabel. La suerte se puso en aquella ocasión de parte de los padres de Isabel y no de la caprichosa adolescente y fue descubierta en su «fuga». Aquella escapada fue el detonante de su exilio filipino y el comienzo de una nueva vida en Madrid.
Por orden paterna una contrariada Isabel Preysler llegó a nuestro país en 1969. Su destino era la casa que la hermana de su madre, su tía Teresa «Tessy» Arrastia, tenía en el actual Paseo de la Castellana cerca del estadio Santiago Bernabeu.
Isabel y su tía hacían una buena pareja. Al fin y al cabo Tessy Arrastia también había huído de Manila por un escándalo amoroso. En su caso porque se fugó con el diplomático Miguel Pérez Rubio a Madrid, dejando atrás a su marido y su familia. La distancia y el hecho de que tenían una fortuna a su disposición permitió a la pareja vivir tranquilamente en Madrid a pesar de no estar casados.
Isabel Preysler junto a Julio Iglesias en los 70, cuando ya era famosa. /
La llegada de Isabel a Madrid fue una alegría para sus tíos pero no tanto para su sobrina. Isabel hablaba con fluidez tagalo e inglés, pero sus dificultades con el español le dificultaban escaparse cuando le venía en gana del Colegio de las Madres Irlandesas donde la matricularon para que estudiara secretariado como hacía con su centro escolar en Filipinas.
Los primeros meses de «incomunicación» de Isabel Preysler en Madrid fueron duros a pesar de vivir en la mejor zona de la ciudad y contar con todo tipo de lujos en su habitación privada con baño incluido. Desde bien joven Isabel Preysler era un animal social y que la alta sociedad estuviera poco dispuesta a hacerle un hueco en su agenda a «La china» le amargó su debut social comienzo.
Pero todo cambió con los padrinos adecuados y para las vacaciones de verano de aquel mismo año, Isabel Preysler ya no deseaba volver a su país más que para visitar a la familia e incluso hizo prometer a sus padres que celebrarían las fiestas juntos pero que ella volvería a Madrid.
En España en 1969 había pocas familias de origen filipino (aunque algunas había como los Zóbel de Sotogrande). Pitita Ridruejo era de las pocas socialités que podía servir de puente para la recién llegada en virtud de su matrimonio con el embajador filipino Mike Stilianopoulos.
De hecho en una entrevista Pitita recordaba a la Isabel de los 60 como «una chica monísima y con mucho éxito, como todas las mujeres de esa familia. En Madrid se relacionaba con los españoles de ambiente filipino, como los Zóbel, los Vallejo-Nágera y los Sáez de Vicuña, que la querían y protegían mucho».
Fueron los hermanos Sáenz de Vicuña, hijos de la filipina Margarita Soriano Roxas y Pascual Sainz de Vicuña y Camino, los que rescataron la vida social de Isabel Preysler y le ofrecieron sin pretenderlo la oportunidad de convertirse en la reina de la jet set. Su principal cicerone social en los comienzos fue el «tío Teddy», como Isabel Preysler llamaba a Eduardo Sainz de Vicuña, un empresario que contaba además con la confianza plena de la madre de Isabel, Beatriz Arrastia.
Vídeo. Isabel Preysler: todas sus historias de amor
Por su parte, Juan Manuel Sainz de Vicuña fue quien facilitó que Isabel Preysler conociera a una de sus mejores amigas en la capital de España, Carmen Martínez Bordiù. Juan Manuel, al que llamaban Johnny, no solo estaba casado con una Primo de Rivera, sino que era íntimo de la familia Franco y presidente del Club de la Moraleja.
Pero sin duda con quién mejor se lo pasó Isabel Preysler fue con el menor de los hermanos Sainz de Vicuña, José Antonio. Si los mayores de la familia dieron acceso a la atractiva Isabel a la alta sociedad, José Antonio le permitió codearse con el mundo de la farándula y el espectáculo. El menor de los Sainz de Vicuña era un importante productor de cine.
La buena relación de Isabel Preysler y José duraría décadas, y se mantuvo incluso cuando ella ya se había divorciado de Julio Iglesias. De hecho cuenta la leyenda que fue en un pase privado organizado por él cuando Isabel Preysler y Carlos Falcó comenzaron un romance que acabó en boda. Pero para entonces Isabel ya era la estrella de las portadas que los Sainz de Vicuña habían ayudado a crear.