Quién es Alana Bunte, la mujer que consiguió quitarle el título de princesa (y Alteza Serenísima) a Corinna Larsen

Corinna Larsen todavía era princesa Sayn-Wittgenstein cuando se planteó en convertirse en Corinna de Borbón, reina de España. Alana Bunte fue la mujer y modelo que le arrebató el título de Alteza Serenísima para siempre.

La modelo estadounidense Alana Bunte es la única princesa Sayn-Wittgenstein que reconocen los círculos sociales del poder global y la misma familia Sayn-Wittgenstein. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

En 2009, Corinna Larsen recibió una llamada telefónica de su padre: el rey Juan Carlos I le había pedido formalmente su mano, aunque aclarando que tardaría un tiempo en formalizar divorcio y sucesión. Esa es la versión de la entonces princesa Sayn-Wittgenstein que no puede confirmar Finn Bönning Larsen, su progenitor, fallecido ese mismo año. Sí fue desmentida por fuentes próximas al emérito: era ella la que presionaba para que abandonara a Sofía de Grecia. Su obsesión estaba clara: convertirse en Corinna de Borbón, reina.

Para entender un poco mejor la obsesión con los títulos de Corinna es preciso que detenerse en su matrimonio con el aristócrata alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, una relación que le permitió acceder por fin a los círculos de máximo poder que reúnen a royals, millonarios globales y políticos. Entró en la jet set internacional como Alteza Serenísima tras una apresurada boda civil a la que no asistió ningún familiar. Ella tenía 36 años; él, 24.

Corina siguió llamándose princesa Sayn-Wittgenstein después de su divorcio

Tras cinco años de matrimonio y un niño príncipe en común, el divorcio llegó en 2005. Contra todo decoro, Corinna se negó a despojarse de su preciado título de princesa de Sayn-Wittgenstein. La amante del rey Juan Carlos siguió haciéndose llamar Alteza Serenísima durante 14 años y a pesar de la fulgurante aparición de la modelo Alana Bunte en la vida sentimental de su ex. A Bunte no le importó, pero a la familia del novio, sí.

(Foto: @MISS_ACB)

En 2017, cuando Alana Bunte y Casimir zu Sayn-Wittgenstein llevaban tres años de relación, la familia decidió litigar para recuperar el uso del título de princesa Sayn-Wittgenstein supuestamente usurpado por Corina. No podían permitir que en los círculos sociales de la élite global hubiera dos princesas Sayn-Wittgenstein circulando, y la cuestión se dirimió con un golpe público letal.

La familia Sayn-Wittgenstein envió a la revista 'Vanity Fair' un comunicado en el que sostenía que Corinna Larsen no podía utilizar el título de princesa desde el momento de su divorcio. Esta adujo que sí tenía la protección legal para hacerlo y que, precismente porque un juez no se lo prohibiría, la familia llegaba a tales extremos. Al final, fue la presencia constante de Alana Bunte en las fiestas y eventos vip la que desacreditó definitivamente a Larsen.

Los príncipes Alana Bunte y Casimir Sayn-Wittgenstein. / @MISS_ACB

En junio de 2019, la gran boda Sayn-Wittgenstein recuperó definitivamente el título de princesa para Alana Bunte. La modelo estadounidense se enfundó su diseño de Jorge Acuña y le dijo 'Sí, quiero', al príncipe en un castillo del siglo XII, con ambas familias dando su aprobación. En aquel momento, la elección de un diseñador español para crear su traje de novia se interpretó como una velada alusión al escándalo provocado por Corinna Larsen en la Corona española.

Cómo Alana Bunte logró desplazar a Corinna Larsen como princesa Sayn-Wittgenstein

Alana Bunte no llegó al matrimonio de rebote o en la pista de salida de las pasarelas, sino en lo más alto de su profesión. Precisamente entre 2013 y 2015 consiguió ocupar las tres portadas más importantes del sector del lujo: las de las revistas 'Vogue', 'Elle' y 'Harper's Bazaar'. Además, en esos años trabajó para marcas como Louis Vuitton, Carolina Herrera o Inditex. Su físico con un punto andrógino pero muy versátil no la convirtió en supermodelo, pero su cara estaba por todas partes.

@MISS_ACB

Modelo finalmente convertida en princesa, Bunte le debe su atlético y atractivo físico a su madre colombiana, radicada y casada en California. Estudió arte y diseño en Londres, en la prestigiosa escuela Central Saint Martins, pero enseguida comenzó a trabajar como modelo. No llegó a ser una de las más cotizadas, con un nombre que llega a ser masivamente popular, pero como decíamos sí logró reconocimiento en el negocio de la moda.

En realidad, Alana Bunte no quiso polemizar con Corinna Larsen: se limitó a figurar permanentemente al lado del príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein como princesa consorte en bodas y eventos de los royals globales. De hecho, su discreción hizo que la actitud de Larsen, junto a sus declaraciones sobre el rey emérito Juan Carlos, la desacreditaran frente a la élite global que tanto le interesaba conservar como aliada.

(Foto: @MISS_ACB).

La obsesión de Corinna Larsen por retener el título de princesa es mucho más comprensible si lo analizamos como un activo económico y no solo como un complemento de la vanidad. No se trata tanto de que la traten como Alteza, sino de poder acceder a determinadas personas en los círculos de poder que le permiten cerrar lucrativos negocios. No lo olvidemos: Corinna trabajaba como comisionista. Esto es: una intermediaria en acuerdos comerciales.

Gracias al título que, en realidad, le pertenecía a la modelo Alana Bunte, Corinna Larsen continuó relacionándose al más alto nivel, con personas que van desde el príncipe Alberto de Mónaco, del que fue asesora personal, hasta el rey de Marruecos o inescrutables millonarios árabes. Ahora Larsen tiene cerradas las puertas de los despachos y las alfombras rojas de las fiestas del poder global. Solo le queda una oportunidad para brillar y facturar: el juicio en Londres que podría llevar al rey emérito Juan Carlos ante el estrado.