Alejandra de Rojas, hija del conde de Montarco./getty images
Alejandra de Rojas, hija del conde de Montarco. / getty images

Alejandra de Rojas, la aristócrata empresaria que se codea con Andrea Casiraghi y que no será condesa como su madre, Charo Palacios

A pesar de que la madre de Alejandra de Rojas, Charo Palacios, era conocida como la condesa de Montarco, su hija no ostenta ese título: se lo quedaron los hijos del primer matrimonio del conde tras años de tensa relación.

Los problemas de herencias, títulos y encontronazos familiares no solo afectan a la casa de Medinaceli. Quién tuvo retuvo y en algunas ocasiones las segundas nupcias de las grandes fortunas crean más de un problema a los herederos. Alguien que sabe mucho de estas cuestiones es una de las personas que forma parte del círculo de amistades en el que se mueve Laura Vecino (un paso por detrás de su querida Rosario Domecq): Alejandra de Roja, suna aristócrata casada con aristócrata, ex de Luis Medina e hija de conde que no puede ostentar el mismo título que sí usó su madre, Charo Palacios, condesa de Montarco.

El título de su madre es lo único que le faltaría a la hija del conde Montarco, Eduardo de Rojas y Rosario Palacios para ser la representante de los VIPs patrios perfecta. Porque Alejandra de Rojas puede presumir, por otra parte, de tenerlo todo: el porte materno, musa y modelo de Elio Berhanyer; marido aristocrático con finca en Toledo; negocio en el mundo de la moda y amistades selectas como María Fitz-James, vizcondesa de Jarafe o Andrea Casiraghi (sí, Alejandra de Rojas fue de las pocas españolas que asistió al sí quiero del hijo de Carolina de Mónaco con Tatiana Santo Domingo). Pero no tiene título de condesa y la causa de esta ausencia se encuentra en su propia historia familiar y la disputa entre los hijos del primer matrimonio de su padre y Charo Palacios, madre de Alejandra de Rojas.

El conflicto de Charo Palacios, condesa consorte de Montarco, con los herederos de su marido

Charo Palacios nació el 29 de diciembre de 1936 en Lisboa y desde la cuna estuvo muy bien relacionada. Su padre, Julio Palacios, fue uno de los preceptores de Juan Carlos I durante su infancia y adolescencia. La belleza de Charo y su don de gentes, así como la cercanía con el diseñador Elio Berhanyer, le valió convertirse en la it girl de los años 50-60 en España. Charo Palacios era lo más en los salones de la época y que fuera una de las invitadas a la gran boda griega del momento, la de los futuros reyes de España, así lo demuestra.

Además de su elegancia innata y sus buenas conexiones, Charo Palacios era conocida por su fuerte carácter, el mismo que según la leyenda urbana le sirvió para estamparle un cuadro en la cabeza a uno de sus amigos en una cena o para tirarle una copa de vino a la cara a la amante de uno de sus novios. Finalmente encontró la horma de su zapato en un viudo con cinco hijos, Eduardo de Rojas Ordóñez, conde de Montarco, que la convirtió en su segunda esposa, a pesar de la diferencia de edad entre ambos y las reticencias de los herederos.

El discurso extraoficial apunta a que a los cinco hijos del conde no les hizo gracia la llegada de su nueva madrastra, especialmente cuando esta empezó a usar el título de condesa de Montarco, que tres años antes ostentaba su propia madre, María Pardo Manuel de Villena, y que creían que debía recaer en la primogénita de la familia, Blanca de Rojas.

Todo este malestar de los hijos del conde habría pasado desapercibido si Ana de Rojas, la única superviviente de los hijos del conde y su primera mujer, no hubiera destapado el asunto en una entrevista. Aprovechando la publicación de un libro-homenaje a las condesas de Montarco, en las que hablaba de su madre y sus predecesoras, quedó claro que relación entre unos y otros no había sido especialmente fluida por culpa de la herencia familiar.

«Nosotros - Ana de Rojas y sus hermanos- no frecuentábamos la prensa rosa y se fue deteriorando la imagen que se proyectaba de nosotros. Teníamos la fama de ser idiotas. Charo Palacios nos menospreciaba delante de sus amigos y mi padre, tontamente, entró en el juego de Charo. Se convirtió en el marido de la condesa de Montarco y eso que ella era condesa consorte por matrimonio. Tenía como objetivo anular a la primera familia porque estorbaba y eso me dolía profundamente porque era injusto. Mis hermanos se quedaron callados, aguantaron el chaparrón y no hicieron nada», declaró Ana de Rojas en una entrevista publicada en La Gaceta de Salamanca.

Pero la misma Ana de Rojas reconocía en esa misma entrevista que mucho de ese resquemor entre sus hermanos y la nueva condesa consorte era, en realidad, culpa de su propio padre. A la muerte de su madre el conde decidió crear una sociedad en la que estaba incluida la herencia materna a sus hijos y estos no protestaron. Ese fue el dinero que gastó en su segundo matrimonio sin conocimiento de Charo Palacios, que pensaba que los hijos de María Pardo Manuel de Villena habían dilapado una fortuna materna que, en realidad, jamás habían recibido.

Cuando falleció el conde en 1995, además, sus hijos se tuvieron que conformar con una mínima parte de la herencia (el grueso recayó en su mujer y los dos hijos de esta, Alejandra de Rojas y su hermano Julio) aunque, eso sí, recuperaron el título del condado que, por fin, recayó en la primogénita de la familia, Blanca de Rojas.

Vídeo. Quién es quién en el juicio de la Casa de Medinaceli

A pesar de este movimiento, cuando en 2016 falleció Charo Palacios todos los medios de comunicación la despidieron con un sentido «muere la condesa de Montarco»; cuando en realidad la VI condesa de Montarco, Blanca de Rojas, había fallecido en 2014 y el título lo había heredado su hijo Rodrigo Zuazo de Rojas (decisión ratificada por la publicación de la cesión del título en el BOE el 11 de febrero de 2014).