Alexandra de Hannover, la hija favorita de Carolina de Mónaco cuya infancia marcó el principio (y el fin) de su escandaloso matrimonio con Ernesto de Hannover

El 20 de julio de 1999 nació Alexandra de Hannover, la hija que unió a Carolina de Mónaco con Ernesto de Hannover en una boda sorpresa y cuyo cumpleaños, 10 años después, anunció su separación.

La princesa Alexandra de Hannover de niña en brazos de su madre, la princesa Carolina de Mónaco./gtres

La princesa Alexandra de Hannover de niña en brazos de su madre, la princesa Carolina de Mónaco. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

La princesa Alexandra Carlota Ulrike Maryam Virginia de Hannover y Cumberland, la Grimaldi con más títulos nobiliarios, llegó al mundo un 20 de julio con una boda bajo el brazo. Su madre, Carolina de Mónaco , y su padre, Ernesto de Hannover, comenzaron su idilio en 1996 y se casaron tres años después (en gran parte) para darle la bienvenida.

La ceremonia civil, discreta y con un estudiado traje chaqueta que disimulaba el incipiente embarazo de la princesa Carolina se celebró en enero de 1999 en Mónaco. Alexandra vino al mundo en julio de ese mismo año.

A pesar de lo precipitado de la unión que oficializaba la relación que dejó calva a Carolina de Mónaco de puro estrés , Alexandra de Hannover puede presumir de disfrutar del tratamiento de Alteza real desde su nacimiento y de convertirse en la niña de los ojos de la familia real monegasca en pleno desde que llegó al mundo.

Alexandra es sin duda la sobrina de Alberto de Mónaco con la que más ha interactuado en público. Y las imágenes de su abuelo, el príncipe Rainiero, jugando en el palco del International Jumping de Mónaco son pura ternura. Lo de la complicada relación con su padre Ernesto de Hannover es harina de otro costal.

Porque la llegada de Alexandra de Hannover no sólo afectó a las dinámicas de los Grimaldi en el balcón de palacio, también marcó el inicio oficial de la relación de sus padres y el mayor cambio público que ha experimentado Carolina de Mónaco jamás: de elegante princesa bling bling pasó a convertirse en una mujer en vaqueros que huía de la prensa.

Ella, que había vendido exclusivas durante sus matrimonios anteriores y que tenía una agencia para gestionar sus reportajes en la prensa rosa más cool intentó convertirse en una adalid de la intimidad en cuanto se quedó embarazada de Ernesto de Hannover.

El secretismo con el que llevó su embarazo, que jamás tuvo confirmación oficial e intentó disimular con chales y poniendo de moda los vestidos oversize, hizo que los paparazzis se apostaran durante semanas la puerta del Hospital Grace de Mónaco esperando que en cualquier momento la princesa ingresara para dar a luz a la pequeña Sofía. Erraron completamente el tiro, la niña nació en Austria y se llamó Alexandra.

Con Alexandra en el regazo y Ernesto de Hannover poniendo mala cara a la prensa la década que la pareja convivió se convirtió en una lucha constante por conservar la intimidad, y en el caso de Carolina, por lidiar con los arrebatos, malos modos y procesos judiciales de su marido.

Vía demanda consiguió una victoria parcial en el año 2000. Fue el año en el que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que las imágenes de Carolina que habían publicado revistas como «Bunte», «Freizeit» y «Neue Post» violaban su derecho a la vida privada, pero únicamente porque en ellas aparecían sus hijos (todos menores de edad).

Tras su intento de proteger su imagen había algo más que el hartazgo con los paparazzis, también estaba su complicado matrimonio. Al fin y al cabo Carolina de Mónaco se había unido al mismo hombre que en 1998 le partió la nariz a un fotógrafo delante suyo y que en el 2000 le dio una paliza a un empresario porque su bar le fastidiaba sus vacaciones en Lamu.

«Cada noche oía música hasta las cinco de la mañana. Y cada noche entre Navidad y Año Nuevo dirigió un haz de rayos láser contra mi casa», explicó Ernesto de Hannover para justificar aquella agresión. No fue ni la primera ni la única vez que Carolina vio a su marido perder los papeles y acudir a un juzgado a justificarse.

Pero a pesar de sus esfuerzos Carolina de Mónaco perdió ambas batallas: ni consiguió que Ernesto de Hannover dejara de perder los papeles en público ni evitó la sobreexposición en medios de Alexandra. Mientras procuraba alejarse de los focos para salvaguardar su matrimonio y a su bebé, los paparazzis continuaban persiguiéndola hasta la puerta del pediatra para ser los primeros en mostrar al mundo el rostro de Alexandra de Hannover. Spoiler, lo consiguieron.

Mientras la presentación oficial de la pequeña Alexandra se produjo cuatro meses después de su nacimiento en la Fiesta Nacional de Mónaco en noviembre de 1999, para entonces los medios ya habían publicado la primera imagen del bebé. Se publicó cuando Alexandra apenas tenía dos meses de vida.

Ajena a semejante marabunta Alexandra creció rodeada de hermanastros ilustres y adolescentes ( Andrea Casiraghi tenía 15 años; Carlota, 13 y Pierre 12); primas que se desvivían por ella (con Camille Gottlieb se lleva apenas un par de años) y acompañaba 24 horas al día de su omnipresente madre, que lo mismo cargaba con ella en los actos públicos como que la llevaba a las cacerías en Extremadura que tanto le gustaban a Ernesto.

Como ya hiciera cuando falleció Stefano Casiraghi, Carolina de Mónaco huyó de la Roca para intentar llevar una vida normal. Las pocas veces que regresaba al principado se refugiaba en La Vigie, el discretísimo palacete que le «quitó» a su amigo Karl Lagerfeld y al que solo se puede acceder por una carretera mínima y sinuosa.

El resto del tiempo Carolina, Ernesto y Alexandra se instalaron a las afueras de París, en Fontainebleau. Allí permanecerían más o menos juntos y a buen recaudo durante 10 años, hasta que se produjo el famoso «triste regreso» de Carolina al principado.

En el verano de 2009 saltaron las alarmas cuando Alexandra de Hannover fue matriculada en el monegasco y católico Institut François d'Assise Nicolás Barré. Desde ese momento ella y su madre se instalaron en Mónaco.

En septiembre la revista Paris Match publicó el secreto a voces de que Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover ya no vivían bajo el mismo techo. Desde el palacio monegasco se apresuraron a desmentir que se fuera a firmar el divorcio, y en parte tenían razón.

A fecha de hoy Carolina y Ernesto de Hannover aún no se han divorciado, pero su matrimonio pasó a ser considerado el matrimonio de Schrodinger por antonomasia de la realeza europea: no estaban divorciados, pero desde luego no estaban juntos.

Los medios no tardaron en comprobar que la última vez que se se había visto a Ernesto de Hannover y Carolina de Mónaco compartiendo espacio vital había sido el 20 de julio en Bonifacio (Córcega), lugar en el que celebraron el décimo cumpleaños de la pequeña Alexandra. El cumpleaños no fue bien.

El resto del verano Alexandra lo pasó sola con su madre en su yate, el Pacha III, o en la casa de Saint Rémy-de-Provence, que es el refugio de Carolina cada vez que se siente herida en sus relaciones sentimentales. Mientras, Ernesto de Hannover fue visto asistiendo al festival de Salzburgo y de vacaciones en Trípoli.

Vídeo. Alexandra de Hannover: la discreta princesa de Mónaco

Algunos hablaron del juicio pendiente del príncipe por lesiones como el responsable de la huida de Carolina. Otros de los desplantes que había sufrido la hermana de Alberto de Mónaco a lo largo de su matrimonio. Los que peores intenciones llevaban airearon imágenes de Ernesto de Hannover con Maryam Sachs, la mujer del millonario Rolf Sachs (que para más inri era la madrina de Alexandra de Hannover).

Pero fuera por el motivo que fuera, la realidad es que el décimo cumpleaños de Alexandra de Hannover marcó el principio del fin de la relación de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover. Aquel verano de 2009 fue el primero que Carolina y Ernesto disfrutaron por separado desde que se casaron. No se les ha vuelto a ver juntos.

20 de enero-18 de febrero

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