Así va a ser el 75º Baile de la Cruz Roja, la fiesta en la que Charlène brilla y Carolina de Mónaco desaparece

No siempre están todos los que son, pero siempre son todos los que están. Con el príncipe Alberto de Mónaco a la cabeza y una princesa Charlène que siempre elige este momento para brillar, el célebre Baile de la Cruz Roja celebra este 19 de julio su edición número 75. Poco antes de que en París se inauguren los Juegos Olímpicos, Montecarlo acogerá su propio día grande con mucho glamour, sorpresas y ausencias destacadas.

Salvo sorpresa, la princesa Carolina no acudirá a esta elegante cita, como ha hecho en años anteriores. La versión oficial es que ella se ocupa de otro baile, el de la Rosa, y así no hay riñas con su cuñada sudafricana. Sí veremos seguro a Camille Gottlieb, la hija menor de la princesa Estefanía , responsable desde hace cuatro años de la sección juvenil de la Cruz Roja.

Tras dos ediciones celebradas al aire libre en la Plaza del Casino, la gala volvía a recibir el año pasado a sus invitados en la legendaria Sala de las Estrellas del Sporting Monte-Carlo, donde volverá a celebrarse este año. En 2020 el evento se suspendió a causa de la pandemia de Covid-19.

Las entradas para este baile benéfico, que incluyen acceso a la alfombra roja, cena cocktail en Les Terrasses du Soleil y un concierto de una estrella internacional, pueden alcanzar un precio de hasta 4.500 euros por persona.

El año pasado, los invitados al evento vibraron al son de los grandes éxitos del cantante británica Robbie Williams, que ofreció el concierto habitual de la gala de la Cruz Roja de Mónaco. En plena forma y exultante, el antiguo miembro de Take That no escatimó esfuerzos ni decibelios para ganarse ak público. Este año será otro veterano del pop inglés como Jamiroquai, el que le suceda en el escenario. Con su vocalista Jay Kay a la cabeza, la banda interpretará sus grandes éxitos como 'Virtual insanity' o 'Cosmic girl'.

El principal objetivo de esta velada benéfica es recaudar fondos, gracias a la tradicional tómbola que ameniza la cena. Esta vez su anfitriona será Tatiana Silva, una presentadora de origen belga que trabaja desde hace varios años para el canal francés TF1. La acompañará en esta tarea el patinador Taïg Khris, que recientemente fue uno de los portadores de la antorcha olímpica.

Los invitados a esta fabulosa velada, cuya cena supervisará el prestigioso chef Thierry Saez Manzanares, también tendrán tiempo de sobra para admirar el busto en honor de Henry Dunant, fundador de la Cruz Roja, obra del artista belga Wim Deloye.

Fue en 1948 cuando el joven príncipe Rainiero III de Mónaco presidió el primer Baile de la Cruz Roja de Mónaco, recién creado por el príncipe Luis II de Mónaco. Su objetivo era, como ahora, recaudar fondos para la labor de la organización, fiel al espíritu del gran humanista Henry Dunant. Ese año, la estrella de la velada no fue otro que Maurice Chevalier. Con los años, el evento seguiría ganando prestigio con momentos destacados como un desfile de moda presentado por Christian Dior en 1952.

Diez años después de su debut, la princesa Grace de Mónaco asumió la presidencia de la gala. Bajo su patrocinio, despegó definitivamente acogiendo a nombres tan prestigiosos como Ella Fitzgerald, Sammy Davis Jr. o Charles Aznavour.

«Es especial», decía el príncipe Alberto, que actúa como patrón del evento, a la revista 'People' hace unos años, calificando la gala como el punto culminante del calendario de verano del principado de Mónaco. «El Baile de la Cruz Roja es único. Tiene una gran historia. Es lo más destacado del verano en términos de eventos sociales y benéficos», aseguraba el cabeza de familia de los Grimaldi, añadiendo que, aunque comenzó con su padre, fue la princesa Grace quien lo hizo grande: «Poco después de su boda, en 1958, mamá cogió las riendas y entonces, se convirtió en algo más».

Gracias a sus contactos en Hollywood y a su estilo personal, la antigua actriz transformó el evento, dotándolo de invitados famosos, diseñadores de moda y artistas de primera fila. «Recuerdo que cuando éramos niños veíamos a mamá y papá prepararse», recordaba también el príncipe. «Yo no asistí hasta los 16 años. Pero no he faltado apenas ningún año desde entonces».