SE LAS SABE TODAS Beatriz de Holanda, la reina experta en resolver escándalos, acompañará a la princesa Catalina Amalia de Orange a la Coronación (gran debut royal internacional)

Beatriz de Holanda será la carabina de la princesa Catalina Amalia de Orange en la coronación de Carlos III. Una ex reina capaz de lidiar con cualquier tipo de escándalo.

La princesa Beatriz y Catalina Amalia de Orange / casa real

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Holanda se considera el gran matriarcado de las realezas europeas: 125 años de reinas han decidido el destino del país desde que en el siglo XIX muriese Guillermo III y hasta que en 2013 abdicó la reina Beatriz en favor de su hijo Guillermo.

El actual monarca es la «anomalía» en el país de los Orange-Nassau y el matriarcado volverá de nuevo al poder cuando ascienda al trono su hija la princesa Catalina Amalia que a pesar de vivir amenazada acapara cada vez más presencia pública. ¿Su último reto? Acudir junto a su abuela, la princesa Beatriz, a la coronación de Carlos III. Será la primera vez que represente en solitario a su casa real en un acto de semejante calibre.

Para pastorear por el complicado protocolo Windsor a la princesa novata, que hasta ahora sólo ha acudido en solitario al homenaje de la princesa Ingrid Alexandra en verano del año pasado, sus padres han confiado con los ojos cerrados en su abuela.

Ha sido una buena elección. Beatriz de Holanda, princesa de sangre real y reina de los Países Bajos durante treinta largos años en los que solucionó los dos los peores escándalos que han asaltado a la monarquía holandesa: el soborno Lockheed y el turbio caso de la «Rasputina» holandesa, Greet Hofmans.

El escándalo de Greet Hofmans, la mujer que estuvo a punto de acabar con una reina

Sorprende comprobar que lo que sucedió en la corte holandesa en la década de los 50 podría seguir pasando en la actualidad. No hace tanto que se rumoreó que la «adivina» a la que acudía la princesa Charlène de Mónaco a menudo era la responsable de muchas de sus extrañas decisiones.

Pero la gran crisis a la que se enfrentó la entonces princesa heredera Beatriz sucedió en el siglo pasado, en 1954, cuando su padre, el príncipe Bernardo de Lippe , abrió las puertas de palacio a la curandera Greet Hofmans. Hofmans llegó a la corte dispuesta a curar la ceguera de la cuarta hija de la reina, la princesa María Cristina, que había nacido con una pérdida de visión del 80%.

La curandera prometió que conseguiría curar a la princesa a través de la oración y el espiritismo en tan sólo dos años, pero en realidad su trabajo era otro: ganarse la confianza y la voluntad de la reina y, de paso, alejarla del rey.

En 1956 una exclusiva de la revista alemana Der Spiegel desenmascaró ante el gran público lo que estaba sucediendo tras las puertas del palacio real holandés: la reina y el rey estaban a punto de divorciarse por culpa de una curandera a la que la reina llamaba «mi ángel» y que incluso le marcaba qué debía decir en sus discursos oficiales.

Greet Hofmans supo jugar bien sus cartas con la reina Juliana, que se responsabilizaba de la ceguera de su hija ya que la niña nació con ese defecto porque ella enfermó de sarampión durante el embarazo. Explotó al máximo la culpa de la reina y acabó acusando al rey de la dolencia de la pequeña asegurando que su tratamiento no funcionaba porque al monarca le faltaba fe en su procedimiento.

A la izquierda, la princesa beatriz de Holanda, observa a su padres, la reina juliana y el príncipe Bernardo de Lippe. / getty images

Ante la sorpresa y el escándalo que provocó saber lo que estaba pasando en palacio, Greet Hofmans fue expulsada, finalmente, en 1956 bajo amenaza de muerte. Pero sólo para ser sustituida por el siguiente charlatán que le prometió a la reina Juliana curar a su hija. Se hacía llamar Adamsky y era norteamericano.

La llegada de Adamsky a la corte holandesa fue cortada de raíz por la entonces princesa heredera del trono de los Orange. Beatriz ya había visto a su madre perder el contacto con la realidad en una ocasión y no estaba dispuesta a una segunda crisis monárquica por un hombre que afirmaba estar en contacto con una civilización extraterrestre.

Beatriz expulsó a Adamsky y sus venusianos de la corte. Años después se supo que la entonces princesa Beatriz y su padre hasta barajaron la posibilidad de obligar a la reina reina Juliana a abdicar si volvía a caer en las garras de los timadores místicos.

Lockheed y Northrop: los sobornos a la familia real que estuvieron a punto de acabar con todo

Para sorpresa de la propia princesa heredera, quién puso a la monarquía en la picota un año antes de que Beatriz ascendiera al trono fue su propio padre y lo hizo por dinero: el que recibió como «comisión» de la compañía norteamericana aeronáutica Lockheed.

Lo que él llamaba comisión el resto del planeta lo contabilizó como un sobrino en toda regla. De 1975 a 1976 gastó 22 millones de dólares en sobornos a altos cargos internacionales para garantizar la venta de sus aviones militares en todo el mundo. Los sobornos alcanzaron a Alemania, Italia, Japón y a «una alta personalidad holandesa».

Vídeo. Catalina Amalia de Orange los mejores looks de la princesa heredera de los Países Bajos

Esa «alta personalidad» era el marido de la reina, el príncipe Bernardo de Lippe, que se embolsó más de un millón de dólares por convencer a su gobierno de comprar material de Lockheed aprovechando los cargos que ostentaba en los consejos de la administración pública del gobierno holandés.

El escándalo estalló en 1976, pero tanto el rey como la reina intentaron huir de él por la vía de los privilegios. Mientras el padre de la princesa Beatriz se negó a contestar a las cuestiones de la comisión de investigación holandesa por estar »por encima de esas cosas» la reina amenazó con abdicar si se investigaba a su esposo.

Lo que no se supo hasta mucho después es que el primer ministro holandés de la época, Joop den Uyl, ocultó otro informe de la comisión de investigación que asguraba que el príncipe había recibido, por el mismo motivo, un soborno de otros 750.000 dólares de la empresa aeronáutica norteamericana Northrop.

La periodista Anet Bleich, autora de la biografía del político, aseguró en la presnetación de su libro que el motivo que tuvo el primer ministro para ocultar al público este segundo soborno no era otro que proteger el futuro reinado de la princesa Beatriz.

La autora afirmó en una entrevista a la agencia hoklandesa ANP que la propia princesa Beatriz dijo que «en esa situación (con su padre perseguido por la Justicia y la dimisión de la reina Juliana) ella no sucedería a su madre, lo que supondría el final de la dinastía de los Orange«.

En 1979, con la reina Juliana a punto de cumplir las tres décadas en el trono, aún se hablaba e los cinco pagos en una cuenta secreta en Suiza que había recibido Bernardo de Lippe. La princesa Beatriz y el gobierno llegaron a un acuerdo tácito, su madre abdicaría después de celebrar su aniversario en el trono. De nuevo Beatriz se convirtió en el revulsivo que su dinastía necesitaba para conservar la corona.