Ya es mayor de edad desde el 7 de diciembre de 2021 y, tras un año sabático, este otoño irá a la Universidad. Pero Catalina Amalia de Orange ha decidido seguir su propio camino. Comenzará una carrera de grado de tres años con asignaturas de Política, Psicología, Derecho y Economía en la Universidad de Ámsterdam, cuyas clases se imparten en inglés.
La princesa, que es una buena estudiante, tuvo que pasar un proceso de selección, igual que los otros 220 alumnos. De esta forma rompe con la tradición de los Orange de formarse en la Universidad de Leyden como su progenitor, el rey Guillermo, y su abuela, la ex reina y hoy princesa Beatriz. Leyden es la Universidad más antigua de los Países Bajos y está unida a los reyes holandeses desde el siglo XVI.
La princesa también ha decidido no apuntarse, de momento, a la Asociación de Estudiantes, rompiendo así otra tradición familiar que se remonta a su bisabuela, la reina Juliana, muy involucrada, igual que su abuela y su padre, con las hermandades de su Universidad.
La asociación de Estudiantes de la Universidad de Amsterdam se vio envuelta, a principios del verano en una viva polémica por los comentarios y actitudes misóginos de algunos de sus miembros en una fiesta. Los participantes calificaban a las mujeres de «cubos de semen» y de «solo putas». Son pequeños pasos, pero muestran que Amalia quiere preservar su independencia y que está preocupada por lo que pasa a su alrededor.
En cambio su padre, el rey Guillermo, aceptó matricularse en Leyden, aunque hubiera preferido otra Universidad, y se involucró con las hermandades, si bien no se sentía a gusto en ese ambiente, según confesó hace unos años. Guillermo obedeció a su madre. Amalia se guía por sí misma, aunque pide «tiempo para aprender».
Amalia se instalará en un alojamiento alquilado con otros estudiantes. La casa alquilada en el canal de Singel, en uno de los barrios más selectos de Amsterdam pertenece a Marc Dreesmann y su esposa, Janneke Beerkens, uno de los matrimonios más ricos de Holanda, que veranean junto a la familia real en la isla de Spetses, en Grecia. En las cercanías de la casa Dreesmann ya se han instalado varias cámaras. Queda por saber si Amalia asistirá a clase con guardaespaldas.
La princesa también dispondrá de un aparcamiento privado en el canal, un auténtico privilegio en una ciudad donde es casi imposible aparcar. Los Dreesmann ya han estado relacionados con la realeza, al menos, según los rumores. Se dice que la difunta tía de Marc, conocida artista, socialité y la rebelde de la familia, Cécile Dreesmann, habría tenido una aventura con el príncipe Bernhard, abuelo de Guillermo Alejandro y padre de la princesa Beatriz.
Catalina Amalia también ha tomado otras decisiones importantes para una joven de su edad. A principios del 2021, antes de cumplir 18 años, emitió un comunicado dirigido al primer ministro, Mark Rutte, donde renunciaba a la asignación personal anual de 300.000 euros que le correspondía a partir de su mayoría de edad. Le parecía injusto «mientras no tenga nada más que ofrecer» e indicaba que era un dinero que otros con necesidades podrían utilizar. Tras las críticas recibidas por sus padres durante la pandemia, por sus escapadas vacacionales o por la compra de un yate para Guillermo, la actitud de Amalia fue muy bien recibida.
Durante el año sabático que se ha tomado tras el Bachillerato, Amalia ha hecho prácticas en la fundación Oranje Fonds, dedicada a la inclusión social, y con la que colabora su madre, la reina Máxima, y ha dado sus primeros pasos como heredera. En diciembre de 2021, tras cumplir sus 18 años, tomó asiento en el Consejo de Estado de los Países Bajos. No tendrá voto, pero podrá aprender el funcionamiento de las instituciones holandesas, una tarea para la que intentará ser «una estudiante aplicada y consciente de mi responsabilidad». Sus palabras pueden sonar protocolarias, pero si por algo se ha distinguido Amalia en estos últimos meses ha sido por la franqueza de sus declaraciones.
Es la primera de las herederas de su generación en hablar abiertamente de su sensación de prepararse para el trono. A los nueve años, durante la entronización de su padre, Amalia dice que vio la realidad de lo que sería su vida. Fue en 2013, y estaba sentada junto a sus hermanas, Alexia y Ariane, y su abuela, Beatriz, que había abdicado y es ahora princesa. Aquello fue «como un golpe en la cara», explica en la biografía que escribió la humorista Claudia de Breij por su mayoría de edad, una tradición de los herederos al trono holandeses y que esta vez sí siguió Amalia.
«Pero fue también un empujón en la dirección contraria. Quería ayudar a mis padres, y en lugar de un peso empecé a verlo como un honor». Algunas de sus confesiones públicas, como que, si su padre muriera repentinamente, le pediría a su madre que asumiera la regencia temporalmente, han inquietado, sin embargo, a la opinión pública.
Un honor con su sello personal. En su biografía asegura que «no podría firmar una ley contra la libertad de expresión, porque va contra mi conciencia». También ha contado que ha levantado una especie de muro a su alrededor para que no le afecten las inconveniencias de todo tipo que aparecen en las redes sociales sobre ella.
La futura reina revelaba también que de niña acudió a un psicólogo infantil y aún lo visita cuando necesita desahogarse: «A veces todo se vuelve demasiado para mí, el colegio, los amigos... Si siento la necesidad, pido una cita. Me desahogo, lo saco todo y ya estoy lista para un mes». Sus hermanas también lo hacen, cuando se sienten abrumadas.
En estos últimos días de agosto, Amalia se prepara para asistir, en septiembre, a la apertura anual del Parlamento. Será la primera vez que acompañe a los reyes y se traslade en carroza. «Tendré que ensayar a ver si puedo entrar con un vestido largo y todo eso», bromeó durante el posado familiar previo a las vacaciones de verano. También aseguro que en el amor «está bien» por todas las personas que la quieren, aunque bromeó con el periodista sobre si esa era la respuesta que esperaba.
Hace un año, el primer ministro en funciones, Mark Rutte, aseguró que también podrá reinar si se casa con una mujer. Amalia nunca ha hecho comentarios sobre su sexualidad ni ha expresado intención alguna de casarse, pero esas palabras generaron controversia. Ella explica que le gustan los chicos con buenos modales, pero no cree que, de haberle gustado otra mujer, hubiera sido un problema en su casa. «Mis padres tienen amigos muy diversos», explicaba en su biografía.
Amalia se va abriendo camino, y no parece una joven sumisa ni con tendencia a callarse. De momento, ha cumplido su sueño de celebrar su cumpleaños con una fiesta de verano. El primer fin de semana de julio reunió a sus amigos en los jardines de Huis Ten Bosch, la residencia real de La Haya.
No se sabe quienes estuvieron entre los invitados, puesto que fue una celebración privada, pero no sería extraño que hubieran acudido la princesa Isabel de Bélgica, que tiene 19 años y es buena amiga de Amalia, e Ingrid Alexandra de Noruega , otra heredera de su generación, que acaba de cumplir 18 años en presencia de buena parte de las casas reales europeas.
20 de enero-18 de febrero
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