Farah Diba y el Sha de Persia el día de su boda. / / GETTY

Se casa su nieta

Así fue la boda de Farah Diba y el Sha de Persia (la última de la familia imperial iraní): diamantes rosas y una casamentera de 19 años

Iman Pahlavi, nieta de la última emperatriz persa, Farah Diba, se ha comprometido; una ocasión única para rememorar cómo fue la última gran boda persa de los Pahlavi.

Iman Pahlavi es una joven muy poco exótica descendiente de un glamour royal que dejó boquiabierto al mundo el día que su mandatario máximo se coronó a sí mismo ante 600 invitados y en un trono de oro con 27.000 piedras preciosas engarzadas, el trono del pavo real.

Iman, de hecho, es nieta nada más y nada menos que del último Sha de Irán y de Farah Diba, la única mujer en 2.500 años que fue coronada como emperatriz de Irán antes de perderlo todo, fortuna, marido y patria.

Con 29 años y un prometido estadounidense llamado Bradley Sherman, Iman Pahlavi se convertirá en la primera nieta de Farah Diba que pasará por el altar y en la protagonista de la primera boda de la familia imperial persa desde hace 40 años. Concretamente, desde la de sus propios padres que tuvo lugar en los años 80.

Pero puestos a escoger una boda de los Pahlavi, más que la discreta ceremonia que planea Iman o que unió a sus progenitores nos apetece recordar la extraordinaria ceremonia que unió a su abuela y su abuelo y que acaparó las portadas de la prensa de medio planeta.

Cómo fue la última boda imperial de la familia Pahlavi

El Sha Reza Pahlavi llegó a su boda con Farah Diba con los deberes bien hechos. Se había casado anteriormente en dos ocasiones, la primera con Fawzia de Egipto, sobrina del rey Faruk de Egipto, el mismo que acabó sus días en el exilio en Mónaco.

Su segunda esposa fue la «princesa de los ojos tristes», Soraya, que acabó repudiada y protegida bajo el ala de la princesa Grace en el principado monegasco de forma pseudo secreta tras su doloroso divorcio del sha por no poder darle un heredero.

Por obra y gracia de una casamentera de apenas 19 años, la princesa Shannaz, única hija del Sha, éste conoció a su tercera esposa y la que le acompañaría, literalmente, hasta la tumba: Farah Diba. Por carambolas de la vida, o porque la princesa poseía un ojo magistral para el matchmaking, la royal invitó a la plebeya a tomar el té y, la casualidad quiso que su padre se pasara por allí. Dicen que el resto lo hizo Cupido… y las ganas del dirigente iraní de conseguir un heredero varón.

La ceremonia que unió a Farah Diba con el monarca tuvo lugar el 21 de diciembre de 1959. La cantidad de periodistas que cubrió el evento era tan enorme que la novia tuvo que conceder una rueda de prensa tras la ceremonia impecablemente vestida con un vestido de cóctel. Obviamente, estaba guapísima.

Farah Diba. / GETTY IMAGES

Su vestido de boda fue diseñado por el propio Yves Saint Laurent para Dior. El vestido con bordados en hilo de plata, con abrigo, cola y que escondía en sus dobladillos hilos azul para atraer la suerte de engendrar un varón no pasaría a la historia de la moda tanto como el peinado diseñado por las hermanas Carita, María y Rosy, las peluqueras que firmaron el peinado de la nueva reina de Irán. La melena partida en dos con extra de volumen pasó a llamarse para entonces a lo «Farah Diba».

Lo que sí impresionó a todo el mundo fue la nada discreta tiara con la que la novia sujetaba su velo: la Noor-ol-ain que tenía engarzada en el centro el diamante rosa más grande que nadie había visto hasta la fecha. Por supuesto, no estaba solo, otras 324 piedras preciosas lo rodeaban: unos dos kilos de diamantes de diferentes colores en total.

Que nadie espere en la próxima boda de Iman Pahlavi semejante despliegue de pedrería y atención, pero lo que seguro sí habrá será algo que su propia abuela no tuvo en su boda imperial: una alianza para el novio. A Farah Diba se le olvidó comprarla.

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