Los periodistas que cubrieron la boda entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en octubre de 1994, advirtieron el gesto serio del rey Juan Carlos. /
El 4 de octubre de 1997 gran parte del país se puso delante de la televisión para presenciar la boda de la infanta Cristina , un espectáculo orquestado por Pilar Miró que ponía en el disparadero al entonces príncipe Felipe, incapaz de hacer cuajar alguno de sus romances. Cristina fue, en ese sentido, ejecutiva. Donde puso el ojo de enamorada, colocó el anillo de casada.
La boda de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin congració a la Corona con Cataluña, pues se celebró en la catedral de Barcelona, ante 300 'royals' invitados y 200.000 ciudadanos que no dejaron de aclamar a la familia real a lo largo de su trayecto por la ciudad. La novia lució un vestido de Lorenzo Caprile que apenas ha envejecido. Algo que no puede contarse del matrimonio, hoy ya roto.
Mientras España vibraba con el romance entre la infanta y el deportista, una persona rabiaba de desconfianza hacia el novio, probablemente con razón. Hablamos del rey Juan Carlos I, padre de la novia y padrino, quien jamás encontró virtud en Iñaki Urdangarin . Puede que se viera él mismo reflejado en el olímpico, un hombre guapo, desenvuelto y con una evidente capacidad de convicción.
En realidad, lo que no gustaba nada al rey Juan Carlos era la fama de don Juan de Iñaki, un arriesgado 'hobby' (él lo sabía bien) que ningún padre quiere para el marido de sus hijas. De hecho, no podía perdonar que Urdangarin hubiera compatibilizado su noviazgo con Carmen Camí con el cortejo a la infanta Cristina. No dejó una hasta que tuvo a la otra 'en el bote'.
La llegada de la infanta Cristina a la catedral de Barcelona, del brazo de su padre, el rey Juan Carlos. /
El rey Juan Carlos pudo ver en el balonmanista una versión más joven y plebeya de sí mismo y, evidentemente, reconocer en él sus propios impulsos donjuanescos. Pero, además, intuyó desde el primer momento que la poco sofisticada educación de Urdangarin , sumada a sus costumbres clase media, podían ser un problema una vez entrara en la familia.
La evidencia de que el padre de la novia estaba en lo cierto, al menos en este aspecto de su desconocimiento de lo aristocrático, se produjo muy pronto. Hubo fotos ridículas de Iñaki Urdangarin entrenándose mientras sus escoltas, vestidos de chándal, corrían tras él con la lengua fuera. Tuvo que retirarse como jugador del primer equipo de balonmano del Barça un año antes de que finalizara su contrato.
Así las cosas, antes de que los planes de boda se precipitaran hacia lo inevitable, el rey Juan Carlos tramó un plan para romper a la enamorada pareja, algo muy complicado dada la determinación de la infanta Cristina de no dejar escapar a Iñaki Urdangarin. La pequeña de los Borbón y Grecia llegó a decirle a su padre que estaba dispuesta a irse a vivir con él si no permitía la boda.
El rey Juan Carlos no se amilanó, como desveló en su momento la periodista especializada en Casa Real Consuelo Font. Font contó a 'La Sexta' cómo su jefe por aquel entonces, el periodista Pepe Oneto, le confirmó que el monarca se había puesto en contacto con él y con otros periodistas de confianza para que le ayudaran a destruir el compromiso de su hija pequeña.
«Era una maniobra que ya había funcionado con Eva Sannum y el príncipe Felipe », relató Font. Se refiere a la publicación a modo de tormenta de columnas de opinión y reportajes de investigación más o menos verosímiles que crearan un clima de opinión contrario a la boda del heredero, quien se vio obligado a romper el noviazgo. Evidentemente, el rey Juan Carlos esperaba que Cristina hiciera lo mismo.
Iñaki Urdangarin ayuda a la infanta Cristina a colocarse el manto propiedad de la reina María Cristina de Habsburgo y restaurado por los profesionales del Museo del Traje. /
¿Quién impidió que se desatara esta tormenta perfecta en la prensa? Nada menos que la infanta Pilar de Borbón . En uno de los famosos rastrillos que solía apadrinar, los periodistas pillaron a la hermana del rey en un renuncio y terminó confirmando el compromiso de Cristina e Iñaki Urdangarin antes de que hubiera sido anunciado oficialmente. Los planes del rey Juan Carlos para impedir que se oficializara la relación se hicieron añicos.
«Muchos de los compañeros de prensa que cubrieron la boda estaban extrañados porque el rey Juan Carlos estaba muy serio», recordó Consuelo Font. «Claro, entonces no sabíamos todo esto que hoy sabemos». Además, la periodista desveló que esta no fue la única vez que el monarca quiso conseguir el divorcio de Urdangarin : lo volvió a intentar en 2011, cuando comenzaron las investigaciones por el caso Nóos, y la familia tuvo que exiliarse a Washington.
«La obsesión del rey Juan Carlos y del entonces príncipe Felipe era separarles como fuera, porque veían que como cooperadora necesaria iba a caer sobre ella el peso de la justicia y eso dañaría a la institución», explicó Font. El monarca debió arrepentirse de acceder a las peticiones de Cristina para que consiguiera para su marido un puesto bien remunerado, en vez de colocarlo en algún cargo institucional de baja intensidad, como era su propósito iniciar.
Según desveló Font, parece que Iñaki Urdangarin no quiso aceptar un cargo más representativo que ejecutivo y presionó a Cristina para demandar más. El rey Juan Carlos cedió a la ambición de la pareja y, en una de esas carambolas del destino, su visto bueno a las aventuras empresariales del ex duque de Palma terminaron pasando una factura altísima a los Borbón. No solo el divorcio de los Palma, sino su propia abdicación .