La accidentada y polémica boda de la reina Beatriz de Holanda tuvo lugar el 10 de marzo de 1966. Y fue una de las más controvertidas de la realeza europea. La entonces princesa causó una gran indignación en su país cuando eligió como esposo a Claus-Georg von Amsberg, miembro de la nobleza alemana que había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas y había sido mimebro del ejército alemán durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

La ceremonia de Beatriz y Claus se celebró entre cánticos de rechazo y el lanzamiento de bombas de humo, en protesta por el hecho de que un partidario del nazismo entrara a formar parte de la familia real. Las fachadas amanecieron llenas de cruces gamadas. Con el tiempo, el príncipe Claus se convirtió en el miembro mejor valorado de la familia real holandesa. Y a pesar de la ola de protestas, fue una boda digna de una princesa heredera, por el diseño que llevó la novia y por la tiara familiar que escogió.

Nacida Beatrix Wilhelmina Armgard, la futura reina, la mayor de cuatro hermanas, nació el 31 de enero de 1938. Sus padres eran la reina Juliana y Bernhard, un matrimonio controvertido por los negocios del príncipe y por la existencia de dos hijas ilegítimas. Beatriz, como heredera, necesitaba un buen consorte a su lado.Y dado su carácter, estaba claro que no renunciaría a su elección

Claus había nacido en Hitzacker, en Alemania, en 1926. Como muchos alemanes de su generación, había servido en las Juventudes Hitlerianas y más tarde había sido reclutado por el ejército alemán durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial. Una vez finalizado el conflicto, había estudiado derecho y había trabajado en el cuerpo diplomático.

Pero la sombra de su pasado era demasiado oscura. La reina Juliana discutió intensamente con Beatriz, que amenazó con una huelga de hambre, que mantuvo durante tres días. Finalmente, la reina dio su bendición al matrimonio y anunció el compromiso el 28 de junio de 1965. Las protestas se multiplicaron por toda Holanda tan pronto como la relación se hizo oficial.

Además del consentimiento de la reina, Beatriz necesitaba también la aprobación del Parlamento para conservar sus derechos sucesorios. El plácet llegó, a pesar de una petición con más de 65.000 firmas en contra del matrimonio. El descontento popular era visible y continuo. De hecho, surgieron serias dudas sobre si la monarquía holandesa sobreviviría con Beatriz como reina.

Beatriz y Claus von Amsberg se conocieron, en 1964, en la boda de Tatiana Zu Sayn. Wittgenstein-Berleburg y Moritz, Landgrave de Hesse. A pesar de que el hermano de Tatiana, Richard Zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg, había sido considerado durante mucho tiempo el pretendiente preferido de la princesa Beatriz, esta se enamoró del ex soldado von Amsberg.

Un año después, cuando la pareja pasó unos días esquiando en Gstaad, Suiza, Richard Zu Sayn-Wittgenstein-Berleburg también los acompañó, actuando como señuelo para los medios de comunicación. Fue uno de los reporteros el que se dio cuenta de que Richard esquiaba solo, y entonces saltó la noticia y la Princesa anunció su noviazgo

El 10 de marzo de 1966 amaneció con 5.000 efectivos de la policía protegiendo las calles de Amsterdam. Beatriz y Claus asistieron primero a una ceremonia civil que tuvo lugar en el Ayuntamiento, a la que la pareja acudió en un carruaje dorado. El alcalde de la ciudad, Gijsbert van Hall, certificó la unión.

Desde allí, la princesa y su prometido se dirigieron a la Westerkerk para celebrar la ceremonia religiosa que ofició el reverendo Johannes Hendrik Sillevis Smitt ante toda la realeza europea. Acudieron los entonces príncipes Juan Carlos y Sofía y la infanta Pilar.

La novia había elegido un vestido de una diseñadora holandesa, a la que admiraba mucho la reina Juliana, Caroline Berge-Farwick de la Maison Linette. El vestido es uno de los diseños nupciales más representativos de los años sesenta: sobrio, en seda blanca y satén duquesa, se cerraba en un escote a caja con un cuerpo ajustado y mangas tres cuartos. Beatriz llevó guantes altos para protegerse del frío.

La falda era en forma de campana y estaba bordada con el mismo diseño de arcos y flores de lis de la tiara que había escogido Beatriz, la impresionante Wurttemberg, de diamantes y perlas, una de las piezas más valiosas del joyero real, regalo de Guillermo I de Wurtemberg a su hija Sofía cuando se casó con el rey Guillermo III de los Países Bajos, ambos bisabuelos de Beatriz, y que uso también la reina Guillermina en su coronación.

El vestido llevaba una sobre falda con una cola de cinco metros. Beatriz eligió un singular velo corto de tul, muy de la época, que cubría una media melena «bouffant». Las flores, todas blancas, de su ramo incluían eucharis y lirios del valle. Junto al escote, llevaba prendido un broche de diamantes que perteneció también a Sofia de los Países Bajos.

Después de la ceremonia, los recién casados ​​regresaron al Palacio Real, donde se celebró la recepción. Claus y Beatriz salieron al balcón, para saludar a la multitud. Poco después de la boda, emitieron un comunicado conjunto lamentando las pérdidas sufridas durante la Segunda Guerra Mundial y asegurando que esto había fortalecido su gratitud por el apoyo que habían recibido.

A pesar de que fueron una pareja royal en la que nadie creía, Beatriz y Claus formaron un matrimonio unido y cómplice hasta el fallecimiento de Claus, en 2002, que acabó siendo muy querido por los holandeses. Sus últimos años fueron difíciles por el Parkinson que sufría y su tendencia a las depresiones.

Tuvieron tres hijos, Guillermo Alejandro, casado con Máxima Zorreguieta, y Friso, que falleció tras un trágico accidente de esquí, en 2013, y Constantino. El 30 de abril de 1980, la princesa se había convertido en reina de los Países Bajos tras la abdicación de su madre. Su heredero, Guillermo, se convirtió en el primer rey del país en más de un siglo de reinas¡, cuando Beatriz abdicó a su favor el 30 de abril de 2013. Su marido, Claus-Georg von Amsberg, había fallecido 10 años antes, en 2002

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