El 2 de febrero de 2023 se celebran 21 años de la ceremonia de boda de Guillermo de Holanda y Máxima Zorreguieta , en la Iglesia Nueva de Amsterdam, ante millones de telespectadores. Guillermo era el príncipe heredero de la monarquía holandesa y la novia había trabajado hasta entonces como economista en Nueva York. Se habían conocido en Sevilla, en 1999, en la Feria de Abril.
Una amiga de infancia de Maxima le presentó al príncipe Guillermo en el stand del Real Club de Andalucía. La primera impresión no fue buena, pero él viajó tiempo después a Nueva York y la llamó. Parece que fue entonces cuando surgió el amor.
En 2022, en el 20º aniversario de su boda , visitaron Granada, Córdoba, Jerez de la Frontera y Sevilla y en 2019 acudieron de nuevo a la Feria con sus tres hijas, Amalia, Alexia y Ariane. Todas iban vestidas con trajes de flamenca de la prestigiosa diseñadora Fabiola García-Liñán.
Máxima y Guillermo accedieron al trono en 2013, tras la abdicación de la hoy princesa Beatriz . Máxima es embajadora de la ONU para la inclusión financiera y se ha ganado el afecto de los holandeses por su simpatía y su naturalidad. Pero su camino hasta convertirse en princesa heredera no fue fácil y estuvo a punto de costarle el trono a Guillermo.
Vestida de Valentino, con una cola de cinco metros, y la tiara de las estrellas de los Orange prendida sobre un espectacular velo de encaje de Bruselas, Máxima lloró varias veces durante la ceremonia nupcial. La razón es que sus padres, por decisión del Gobierno, no pudieron estar presentes.
Jorge Zorreguieta, su padre, había sido secretario de Agricultura durante la dictadura de Jorge Videla, lo que estuvo a punto de provocar que no se celebrara la boda y de causar una grave crisis institucional en los Países Bajos. El Parlamento debía autorizar el enlace, sin esa autorización el príncipe no podía acceder al trono. Pero Guillermo no estaba dispuesto a renunciar a su amor.
La oficina del Primer Ministro encargó un informe, que concluyó que era «inconcebible que el padre de la futura princesa desconociese la represión en su país», aunque «era prácticamente imposible que estuviera involucrado en la violación de los derechos humanos». La boda podía celebrarse, mientras los padres de la novia no asistieran.
Dos años antes, Máxima se había trasladado a Bruselas y había empezado a estudiar holandés. Guillermo viajó en multitud de ocasiones entre la capital holandesa y la belga. Máxima visitó a la reina Beatriz de incógnito y consiguió su aprobación. La reina Beatriz se había opuesto inicialmente y Guillermo le había pedido matrimonio a Máxima, a pesar de esa oposición inicial de su madre.
Políticos, periodistas e historiadores pedían que renunciara al trono, cuando el debate llegó al Parlamento, que acabó dando su aprobación, a cambio de que los padres de Máxima no pisaran suelo holandés. Pero el debate fue muy intenso en la sociedad del país y se hizo todo lo posible para que no dañara a la monarquía.
Máxima también puso de su parte para convencer a sus futuros súbditos. En la presentación oficial del compromiso, aseguró, hablando en un fluido neerlandés, que lamentaba que su padre hubiese trabajado «con tanto ahínco para un Gobierno equivocado». Esto y las lágrimas que no pudo retener cuando sonó durante la misa el tango favorito de su padre hicieron que se disparara su popularidad .
Sus padres siguieron la ceremonia desde un hotel en Londres. El matrimonio de Guillermo y Máxima fue, además, el primero en la historia del país entre un príncipe y una mujer sin sangre real, y Máxima se convirtió en la primera heredera católica en un país de mayoría protestante. Pero estos escollos no plantearon problemas.
Durante estos veinte años, Máxima y Guillermo han dado la imagen de un matrimonio feliz y compenetrado. Sin embargo, su popularidad se vio afectada por varios errores, como la compra de una lujosa residencia en Grecia y sus vacaciones en ella durante la pandemia, en plenas restricciones.
Aparecieron ante sus súbditos alejados de la realidad y apegados a sus privilegios. A esto hay que añadir la compra de un lujoso yate de varios millones de euros para Guillermo y la fiesta de cumpleaños de la princesa Amalia por su 18 cumpleaños, mientras el resto de los holandeses se veían obligados a cancelar las suyas por el virus.
20 de enero-18 de febrero
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