Imagina que tienes que decorar tu casa y no sabes cómo o que tienes una tienda de marcos y no sabes qué poner para rellenar. He aquí una idea fácil, sencilla y económica: las fotos de Máxima de Holanda en Eslovaquia. En serio, tú pones una foto de la monarca entre bolas de colores, la reina sonándose los mocos (reales, se entiende), o la argentina sonriendo (hay mil de esas) y te los quitan de las manos (los marcos).
Guillermo y Máxima han pasado unos días en el país centroeuropeo sumándose a los actos que están llevando a cabo los eslovacos para celebrar su 30 aniversario como estado independiente (los que estudiaron la EGB recordarán que antes era Checoslovaquia). O sea, que cuando este estado nacía, Banderas debutaba en Hollywood con Philadelphia, Jackson y Withney seguían vivos y Bisbal cantaba Bulería, con #girobisbi incluido. Hagamos un pequeño punto y a parte para asimilar todo esto que es mucho.
Como decíamos ayer (un saludo a Fray Luis de León y Unamuno, así de alto nos ponemos el listón referencial), los reyes de los Países Bajos comenzaron su visita de estado el pasado martes. Han estado el miércoles y terminan hoy jueves. Nada que ver con el viajazo que se marcaron por el Caribe que estuvieron 14 días recorriendo las antiguas colonias holandesas. C-a-t-o-r-c-e-d-í-a-s. Lo de Eslovaquia dos y medio, chimpum, que refresca, que ya hemos visto los castillos, ido de concierto y pisado Spisska Sobota. Haz la maleta Máxima, que nos volvemos para Huis ten Bosch.
En dos días y medio, al común de los mortales la vida nos da para poco. Una ración de trabajo, otra de familia y amigos, un llamar, una serie... y ya estaría. A Máxima los días le dan mucho más de sí. Eso pasa cuando una no tiene que poner lavadoras, ni repasar los bajos con la plancha ni preparar el tupper para mañana.
La reina holandesa llegó el martes, y ya a pie de pista se encontró con su antigua secretaria privada, Gabriella Sancisi, que ahora es embajadora en Eslovaquia. A modo de recibimiento, ofrecieron a los monarcas un trozo de pan, y a partir de ahí todo fue un recorrer Brastislava, ir a ver a la orquesta Holland Baroque (nada que ver con Bisbi, obvio), y acudir a una cena de gala. En total un buen puñado de cambios de vestuario y fotones que recuperamos en esta galería de 'ensueño' (nótese el tono entre envidia y sarcasmo). Esta es nuestra selección, aunque podría ser otra distinta. Muchas otras. Infinitas.
Lo qué vemos: los reyes Máxima y Guillermo posan sonrientes ante el castillo de Bratislava. Construido sobre una colina a unos 100 metros de altura sobre el nivel del Danubio, es uno de los edificios más visitados de la ciudad. Entrar al castillo cuesta 4 €. Calderilla para Máxima.
Lo que lleva: un vestido estampado ajustado con el detalle de un volante que cae creando una falda cruzada (que no se ve porque en esta imagen lleva un abrigo), y sombrero a juego de Philip Treacy. Todo combinado con broche y pendientes de perlas.
Por qué nos gusta: porque con esta foto nos hacemos un puzzle de esos de 1500 piezas que siempre salen castillos recónditos en bosques austriacos, y nos queda un amigo invisible fetén.
Lo que vemos: los reyes Máxima y Guillermo visitan el parque nacional de Tatra. Es el más antiguo de Eslovaquia y reserva de la Biosfera de la UNESCO desde 1993. La reserva sirve de refugio para algunas especies en peligro de extinción como el oso pardo europeo.
Lo que lleva: un estilismo (formado por chaqueta, pantalón y abrigo de Natan) en el que se apuesta todo a una única tonalidad.
Por qué nos gusta: porque cuando estemos bajos de moral, sintiendo como la melancolía nos mordisquea la autoestima, miramos a Guillermo y Máxima empastados con el fondo, mirando hacia el infinito con esperanza, y nos venimos arriba. Lástima que no salga el oso en la foto.
Lo que vemos: los reyes Máxima y Guillermo visitan una exposición en la Slovak National Gallery y (en el mismo día, ya dijimos que los suyos tienen 48 horas), participan en un encuentro con miembros de la comunidad LGTBIQ en la ciudad de Bratislava.
Lo que lleva: el modelito de antes, sombrero incluido.
Por qué nos gusta: porque nos hace ver la grandeza de las cosas, la pequeñez del ser humano, el universo que se expanda y los colores del arcoíris. Esto, a 200x120cm, te levanta el salón y queda un rollo Pop Art muy aparente.
Lo que vemos: la reina Máxima se suena los mocos.
Por qué nos gusta: porque ese gesto la humaniza y nos recuerda, que, en el fondo, todos somos iguales ¿Si me pinchas no sangro? ¿Si nos hacen cosquillas no reímos? ¿Si nos agravian, no debemos vengarnos? ¿Y si se nos cae el moquillo, acaso no nos sonamos? Pues eso: al final de la partida el peón y el rey vuelven a la misma caja. Un segundo para la reflexión.
Lo que vemos: Máxima saluda a los miembros de la orquesta Holland Baroque con estusiasmo. «Hola buenas noches, lo habéis hecho muy bien chicos, ¿os sabéis la de Bulería?»
Lo que lleva: un vestido color crema repleto de lentejuelas firmado por Claes Iversen que lleva incorporado un maxicinturón en un tono crudo, con una maxihebilla.
Por qué nos gusta: porque nos gusta la música, porque nos gustan los músicos y porque nos gustan los apretones de manos. También nos gustan las historia entre bambalinas aunque ese andamiaje resta glamour a la escena y nos recuerda que un día de estos tendremos que reformar la cocina. Ay, no.
20 de enero-18 de febrero
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