La reina Camilla y Kate Middleton. /
Hasta el momento parecía haber un consenso claro: Buckingham Palace está hablando con mayor claridad que Kensington Palace. Sin embargo, los acontecimientos en las últimas semanas están siendo particularmente difíciles para los Windsor. Primero surgió la operación de Kate Middleton , después el cáncer del rey Carlos III.
La información gestionada desde las dos oficinas de comunicación (la del rey y la de los príncipes de Gales) ha sido siempre escasa, ambigua y ha dado pie a especulaciones y bulos. Ni siquiera la reaparición del príncipe Guillermo esta semana ha servido para aportar luz a la situación dentro de palacio: el heredero se ha limitado a agradecer los mensajes de apoyo recibido e intentar trasmitir tranquilidad. Sonreía, pero se le veía ligeramente desmejorado.
Fue muy criticada la manera en la que se gestionó la dolencia de la princesa de Gales el pasado mes de enero. Primero se emitió un comunicado bastante impreciso en el que se hablaba de una operación abdominal, sin especificar más detalles. Se informó que la hospitalización en The London Clinic duraría dos semanas y que su convalecencia se prolongaría hasta después de Semana Santa, siempre que no hubiera complicaciones.
Para frenar especulaciones, Kensington Palace habló con algunos periodistas británicos para eliminar el cáncer de la ecuación. El hecho de que no hubiera imágenes de la mujer del príncipe Guillermo a la salida del hospital privado en el que fue operada no contribuyó a apaciguar los comentarios. El siguiente comunicado solo informaba de su alta hospitalaria , que la evolución era buena y que continuaría su convalecencia en Windsor.
Cuando Buckingham Palace dio a conocer que el rey Carlos III sería intervenido por la hipertrofia de la próstata, una dolencia habitual en hombres mayores de 50 años, se alabó este ejercicio de transparencia en contraste a lo sucedido con su nuera. Se hablaba de un proceso benigno y su salida del hospital, acompañado por la reina Camilla , se interpretó como que todo estaba en orden.
Kate Middleton, en una imagen de archivo. /
Sin embargo, este martes Kensington Palace se veía obligado a emitir otro comunicado en el que se afirmaba que padecía cáncer. Una dolencia que se había descubierto durante las pruebas diagnósticas realizadas en torno a su problema de próstata. Se descartaba que la enfermedad estuviera relacionada con esta glándula y se desvelaba que acababa de empezar su tratamiento.
El prestigioso The Times publica un extenso reportaje titulado «Palacio regresa al antiguo manual de instrucciones con comunicados opacos sobre la salud del rey». En él incide en los elementos que hemos enumerado anteriormente y pone de manifiesto los peligros de seguir una estrategia de comunicación contradictoria.
«Al elegir ser transparentes en un momento y no el siguiente, puede provocar especulaciones no deseadas. El rey desea mantener ciertos detalles en privado, dicen sus asistentes, lo que es perfectamente comprensible, pero también pueden surgir consecuencias no esperadas al no revelar todos los datos», asegura Kate Mansey, quien firma la pieza.
Los reyes Carlos y Camilla, en una imagen de archivo. /
La periodista mantiene que es un riesgo hablar de «cáncer» sin ser más precisos, porque los rumores podrían orientarse a que su estado actual es más grave de lo que realmente es. También podría dar la sensación de que tienen algo que ocultar. Buckingham no se cierra en banda a dar más información próximamente, pero no parece muy seguro que vayan a incidir de una manera más precisa en su dolencia.
Mansey recuerda como en los últimos años de reinado de Isabel II se recurría a ciertos eufemismos con la finalidad de mantener su dignidad. Así, si faltaba a algún compromiso se manifestaba que tenía problemas de movilidad. Sin embargo, la expresión más temida era que Felipe de Edimburgo y la reina estaban de buen humor. Los cronistas reales la temían porque era el preludio de una mala noticia. Como cuando se decía de un ministro con problemas que tenía el pleno respaldo del primer ministro y era destituido días más tarde.
Esta misma semana, dos de las figuras senior de la Casa Real han retomado sus agendas y se han ceñido a los comunicados ya existentes. No han arrojado luz sobre la naturaleza y la gravedad de las dolencias que afectan a la princesa de Gales y al rey Carlos III. Este miércoles, el príncipe Guillermo comparecía en dos actos. El primero, para imponer honores a 50 personalidades relevantes en el Castillo de Windsor. El segundo, acompañado por Tom Cruise , para recaudar fondos destinados a sufragar ambulancias aéreas. En este acontecimiento aprovehcó para dar las gracias por las numerosas muestras de cariño recibidas, pero en ningún caso aportó nada nuevo que no supiéramos.
Lo mismo puede decirse de la reaparición de la reina Camilla, que se desplazó hasta Salisbury, desde Sandringham, donde está convaleciente el rey Carlos III. Allí viistó la catedral y participó en un acto musical benéfico. Mostró su mejor sonrisa, pese a que las condiciones climatológicas cambiaron las circunstancias del viaje. Inicialmente lo iban a realizar en avión y tuvieron que llegar en coche.
Sea como fuera, lo más relevante eran sus palabras, muy en la línea de las de su hijastro Guillermo. «Teniendo en cuenta las circunstancias, lo está haciendo extremadamente bien. Está muy conmovido y emocionado por todas las cartas que el público hastado enviando desde todas partes. Es algo muy alentador», subrayó la nuera de la reina Isabel II.
20 de enero-18 de febrero
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