Camilla Parker Bowles y el rey Carlos III son la viva imagen de la felicidad conyugal. Están felizmente casados desde 2005. /
Lo sabemos en familia real propia y ajena: los depositarios de la corona, llámense Orange, Windsor o Borbón, están en la obligación de tomar las medidas que consideren necesarias para salvaguardar la institución. Da igual que sean duras, crueles y hasta despiadadas. El cetro debe pasar de una generación a otra sin que se levanten suspicacias De hecho, la historia está llena de asesinatos, conspiraciones, guerras y matrimonios que lo atestiguan. Quizá ahora debamos sumar una boda más: la de Carlos III y Camila Parker Bowles .
El origen de este planteamiento, escandaloso para unos y fascinante para la mayoría, está en las críticas que está suscitando la nueva temporada de 'The Crown', la serie que reconcilió a la ciudadanía global con una Isabel II poco empática y, ahora, parece que pretende 'lavar la imagen' del nuevo rey, Carlos III. La dulcificación de los pasajes más polémicos de su biografía molesta mucho más que cuando se hizo lo mismo con su madre.
Antes de plantear la polémica versión sobre la boda de Carlos III y Camilla Parker Bowles que ha salido a la luz, tenemos que recordar cómo fueron las circunstancias finales de la relación con Diana Spencer. El entonces príncipe de Gales debía casarse con una mujer no divorciada (parece que, además, debía ser virgen y, de hecho, parece que la Diana de Gales le hicieron un examen médico para determinarlo) con el objetivo de concebir un heredero. Ella, sin embargo, creía en el príncipe azul.
El final del cuento de Carlos y Diana fue televisado: en 1995, ella dijo en una entrevista en la BBC que su matrimonio era un trío con Camilla Parker Bowles. La noticia no era tal, pues dos años antes un tabloide había publicado la transcripción de una conversación privada entre Carlos y Camilla en la que este le confesaba que deseaba ser su támpax.
El divorcio llegó en 1996 y dejó a un príncipe Carlos soltero y disponible para seguir con su relación adúltera con Camilla, que se había divorciado un año antes. Aquí es donde se iniciaría una narrativa interesada, promovida por la Casa Real británica para sustentar la institución, en una especie de operación publicitaria gigantesca.
Podríamos llamarla Operación Amor Verdadero, pues ese es el argumento al que se habría agarrado Buckingham Palace para orquestar una verdadera obra maestra de la manipulación de la opinión pública gracias a las relaciones públicas y a la credulidad (o el patriotismo) de la prensa royal.
La duda razonable que plantea esta teoría de la conspiración que hemos llamado Operación Amor Verdadero es la siguiente: ¿por qué se casaron Carlos y Camilla, si tal unión era visceralmente rechazada por los ciudadanos británicos y ella aún era vista como una adúltera y hasta como la responsable del fallecimiento de Diana?
En realidad, Camilla Parker Bowles jamás pensó en casarse con Carlos: estaba perfectamente feliz como su amante oficial, una posición que incluso aceptaba su patriótico marido, Andrew Parker Bowles. Parece que Camilla dio su aprobación a Diana como futura madre de reyes.
«Camilla pensó que podría controlarla: creyó que era un ratón y se equivocó», ha asegurado el escritor británico Chris Wilson. Carlos III pensaba llevar la vida sentimental de tantos otros reyes: con una reina de cara a la galería, una amante oficial y las que surgieran.
Esta es la situación que, en la versión de la Operación Amor Verdadero, quiso atajar la reina Isabel II. Carlos y Camilla eran pareja sentimental oficial desde 1999 y oficiosa desde los años 70. Una relación clandestina, adúltera y odiada por la mayoría de la ciudadanía británica y los medios de comunicación.
Según una encuesta realizada por Populus, en 2004 sólo el 32% de la población apoyaba que se casaran. Era imposible que la situación se eternizara y se tuviera que plantear la sucesión con un príncipe de Gales a todos los efectos solteros y a efectos de realidad 'amontonado'.
Según la teoría de la Operación Amor Verdadero, fue la reina Isabel II la que obligó a la pareja a casarse en 2005. La boda fue un montaje publicitario al que acudieron los mínimamente imprescindibles para que fuera creíble. Lamonarca no acudió a la ceremonia, pero sí a la recepción posterior.
Allí se inició el relato épico de un amor auténtico, real, maduro, en el que los amantes habrían superado los obstáculos más imbatibles para continuar con su romance. Gracias a una gran campaña de relaciones públicas, Camilla pasó de 'amante bandida' a enamorada para toda la vida. El comportamiento de Carlos con Diana también quedaría justificado por el candor de su amor verdadero.
Así fue como Carlos III pasó de malvado y perverso aficionado a los támpax a protagonista de la gran historia de amor del siglo: gracias a un montaje maestro orquestado por Casa Real. De hecho, en tabloide estadounidense, 'National Enquirer', ha contribuido a la credibilidad de esta Operación Amor Verdadero a propósito de unas declaraciones de la misma Camilla.
Se trata de una frase sobre su vida privada en palacio que Camilla Parker Bowles deslizó en la entrevista que concedió con motivo de su 75 cumpleaños, el pasado julio. »Somos como los barcos que se cruzan por la noche», confesó la reina consorte. «Pero tratamos de encontrar un momento para sentarnos, tomar una taza de té y discutir el día».
En 'National Enquirer', una fuente cercana a Buckingham Palace abundó sobre lo que llamó «la inocencia de Camilla» y se preguntó «dónde ha quedado la pasión del tampax-gate». «Han proyectado una imagen de unión y complicidad que, tras las puertas de palacio, no existe. Allí viven vidas separadas, no están para nada el uno por el otro», sostiene esta fuente. «Sencillamente, Camilla está confirmando lo que muchos hemos pensado durante años:que su matrimonio es un montaje».