Además de ser el monarca de Reino Unido, Carlos III también está al frente de la Commonwealth, esa mancomunidad de 54 países que comparte lazos históricos con Reino Unido y que en su mayoría fueron en el pasado colonias británicas.
Una vez al año, en el Día de la Mancomunidad, el rey, como jefe de la organización se pone al frente de la familia real británica y todos juntos asisten junto a representantes de mancomunidad a un servicio multiconfesional en la abadía de Westminster, la misma en la que Carlos III será coronado en mayo.
Una ocasión importante que para siempre quedará en el recuerdo como la última celebración Windsor a la que acudieron Meghan Markle y el príncipe Harry antes de abandonar sus funciones dentro de la familia real en 2020. Ayer Carlos III tenía la casi obligación de borrar el recuerdo de los Sussex y estrenarse como rey y jefe ante 54 naciones. Pero el resultado obtenido fue irregular.
Los abucheos de los manifestantes en la entrada al recinto (que portaban pancartas en las que se leía «No es mi rey»), algunos fallos de protocolo y los continuos chismes que rodean a la familia real británica eclipsaron la brillantez de ese estreno. Entre unos y otros el acto que tenía como lema «forjar un futuro común sostenible y pacífico» dejó una imagen de escasa unidad.
Por supuesto, nadie esperaba que los duques de Sussex asistieran al evento del lunes. Lo que sí existía era la posibilidad de que los curiosos pudieran echar un vistazo a los hijos de Kate Middleton , los príncipes George y Louis y la princesa Carlota. Pero no acudieron porque sus padres decidieron que no faltaran al colegio.
Ante la ausencia de los pequeños príncipes para animar la jornada todos los focos, como viene siendo habitual, se centraron en la princesa de Gales, Kate Middleton que eclipsa sin querer a Camilla y la recientemente ascendida duquesa de Edimburgo.
Por no decepcionar a sus fans y a los blogs de moda Kate Middleton volvió a hacer una exhibición de que vive en su propio día de la marmota luciendo un diseño de Erdem de más de 5.000 euros que todo el mundo comparó, una vez más, con otro que la difunta Diana de Gales vistió en el pasado.
No se sabe si porque estaba harta de comparaciones, pamelas y stilettos o porque aburrirse también es un riesgo laboral la princesa consorte decidió que con lo de Westminster ya tenía bastante y fue la único miembro de la familia real que no asistió a la recepción posterior con la que el rey agasajaba a los asistentes al evento en el Palacio de Buckingham.
A pesar de que la agenda publicada por la oficina de los príncipes de Gales indicaba lo contrario, Kate Middleton se libró de pasear por uno de los salones de palacio sonriendo a los representantes de 54 países distintos. Un raro privilegio, el de desaparecer sin dar explicaciones que muestra una vez más que es el miembro de la familia real con la agenda más holgada.
Los fallos de protocolo también dejaron confusos a los expertos en realeza británica. Lo má comentado fue cómo la reina consorte Camilla, huyendo del viento y las protestas, entró antes que su marido en la abadía mientras este se quedaba viendo al grupo Ngāti Rānana London Māori Club haciendo una exhibición de folclore maorí.
También se comentó cómo el príncipe Eduardo, actual duque de Edimburgo, seguía apareciendo (misteriosamente) en la citación de palacio como conde de Wessex. y cómo Carlos III agarró del brazo a la reina Camilla para que dejara de hablar con los príncipes de Gales y ocupara su puesto a su lado.
Pero el detalle más comentado sin duda alguna ha sido la ausencia de reverencia de Kate Middleton a sus suegros, Carlos III y la reina consorte Camilla, antes de que empezara el servicio.
Aunque los fans de Kate Middleton ya están dejando claro en los foros que Kate sólo tiene la obligación de hacer la reverencia a los reyes la primera vez que los ve en ese día, y que es posible que aunque las dos parejas llegaron en coches separados también es probable que se vieran antes de llegar a la abadía y que Kate hiciera esa reverencia en privado.
Lo que nadie le perdona es su ausencia de la recepción posterior al evento. «La Commonwealth es una organización compuesta por 56 países y 2.600 millones de personas. Más de la mitad de los que viven en la Commonwealth son personas de color y más del 60% tienen menos de 29 años», le recuerdan a la familia real británica desde un medio australiano.
Quizá permitir que la miembro más joven y carismática de la familia real actual huyera del acto final del evento principal del mes porque prefiriera recoger a sus hijos del colegio «para que no se pierdan la clase de oboe» no fue la decisión más acertada que podía tomar Carlos III. Seguramente aún le queda mucho que ensayar en la habitación que ha habilitado ex profeso en palacio para que estos fallos no se produzcan el día de su coronación.
20 de enero-18 de febrero
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