Camilla Parker Bowles y Carlos III. /
Camilla Parker Bowles logró lo imposible: pasar de ser repudiada por los británicos a ganarse su respero. Sus primeras apariciones en la prensa mancharon su imagen, se la llamaba la otra, la amante que se había metido en un matrimonio. Además, se había atrevido a adentrarse en el más polémico de todos: el del futuro rey del Reino Unido, el príncipe Carlos, y su mujer, la glorificada Diana de Gales.
El auge de Camilla podría haber sido pura casualidad o el resultado natural del tiempo (Diana murió en 1997, ya estaba separada del actual rey del Reino Unido y tenía sus propios amores). Pero el príncipe Harry , el hijo pequeño de Lady Di, ha lanzado un dardo directo a Camilla en su libro Spare. Asegura que la británica de 75 años no daba puntada sin hilo.
El año 2005 marcó una nueva era. Camilla dejó de ser la tercera en un matrimonio, como se refirió a ella la entonces princesa de Gales en su polémica entrevista con la BBC. De hecho, el mismo año que falleció en un accidente de coche, Carlos lo confesaba en la televisión. Sí, había sido infiel, y eso no iba a impedir que Camilla fuera «su amiga para toda la vida». El periódico El País publicó la respuesta que había generado de la charla honesta del heredero: «El príncipe se ganó la antipatía general, y, según una encuesta reciente, el 85% de los entrevistados no quiere que se case con su eterna amante».
Los espectadores empatizaron con Lady Di y despreciaron a aquella mujer que representaba la traición. Se la criminalizó también por el machismo; era una señora de 50 años, divorciada, madre de dos hijos, que frecuentaba las fiestas y tenía muchos conocidos.
La maquinaria comenzó a funcionar. La nueva pareja de Carlos quería mostrar lo contrario, que era una mujer real, discreta, privada. La que había logrado lo inevitable; anteponer la emoción a la institución. The Times aseguraba que Carlos iba a ser un hombre comprometido a una mujer, pero que sería Camilla . «La relación no es negociable», publicó el diario aludiendo fuentes de palacio.
La duquesa de Cornualles aprendió a esbozar su mejor sonrisa, una concreta ideada para los medios. El resto de miembros de la familia real preferían tomar otro camino, el de hacer caso omiso a los periodistas. O denunciarlos (sobre todo por lo que habían sufrido con el acoso de los paparazzis, como tantas veces ha confesado Harry).
Camilla Parker Bowles creó su marca personal, que aún mantiene. Ella se para frente a los fotógrafos, e incluso alza su paraguas al cielo para que se le vea mejor, como cuenta el Point de Vue. Sus trabajadores siguen su línea, son amables y acogedores.
La única persona a la que no convence ni ella ni su equipo parece ser el príncipe Harry, como escribe en sus memorias. Tanto el duque de Sussex como el príncipe Guillermo habían pedido a su padre, por favor, que no se casara de nuevo. La respuesta del hijo de Isabel II fue el silencio, y la de Camilla, actuar.
«Al poco de nuestros encuentros privados con ella, empezó a desarrollar su estrategia a largo plazo, una campaña dirigida al matrimonio y, con el tiempo, la Corona (con el beneplácito de nuestro padre, supusimos). Empezaron a aparecer noticias en todos los periódicos sobre su conversación con Willy, crónicas que recogían detalles minuciosos, ninguno de los cuales provenía de mi hermano, por supuesto», denuncia Harry en sus memorias.
El príncipe Harry asegura que la estrategia no se quedó ahí: «La filtración venía instigada, a todas luces, por el nuevo experto en comunicación que Camila había convencido a nuestro padre de que contratase». Gracias a su agilidad, Camilla consiguió roer el hueso más duro de todos: el carácter de Carlos III ante las cámaras.
Él había sido tachado de agrio en numerosas ocasiones. A diferencia de otros royals carismáticos, era introvertido y prefería su intimidad. Se le criticaba su actitud mucho antes del gesto de hartazgo que se hizo viral el pasado año. La anécdota de su ira irracional contra un bolígrafo dio la vuelta al mundo. Como si escondiera quién es realmente.
Camilla Parker Bowles y Carlos III se miran con complicidad.
El plan de Camilla era suprimir toda posibilidad de eclipse a su popularidad. Por ejemplo, un portavoz de la oficina de prensa de su padre reprendió al equipo de Guillermo porque su mujer, Kate Middleton, tenía previsto hacer una visita a un club de tenis el mismo día en que su padre tenía otro compromiso.
«Cuando le dijeron que era demasiado tarde para cancelar la visita, el portavoz advirtió: «¡Pues asegúrense de que la duquesa no salga en ninguna foto con una raqueta de tenis en la mano!». Sin duda, una fotografía de ese estilo, tan atractiva y victoriosa, habría apartado a mi padre y a Camilla de toda primera plana», describe Harry.
Según el príncipe, Camilla tenía la situación bajo control. Estaba dispuesta a sacrificarlo todo porque ella o Carlos mejoraran su imagen. Cuando a la mujer de Harry, Meghan Markle, sufrió el acoso de la prensa, no dudó en darle algún consejo desesperanzador. Le dijo que era la forma en la que trataban a los recién llegados. Que ella, la amante, había sido leído como la mala en el pasado. Pero, según el duque, Camilla contaba con más apoyos, como «colaboraciones con el editor de prensa Geordie Greig», señala directamente.
Al final, lo logró. Camilla Parker Bowles se casó con el príncipe Carlos. Del día de su celebración, Harry puede criticar poco. «Yo quería muchas cosas, pero me sorprendí a mí mismo al descubrir, durante la boda, que lo que más deseaba, a pesar de todo, era que mi padre fuera feliz. Por extraño que parezca, quería que Camila fuera feliz». La estuvo radiante de alegría. ¿Las pruebas? las fotografías de aquel día. (Pero eran las oficiales, no robados la prensa).