princesas con sorpresas Así se convirtieron en enemigas Kate Middleton y Meghan Markle: celos, peleas, lucha de egos e incompatibilidad total

Mucho se ha indagado sobre la relación tan tensa entre las princesas Kate Middleton (que se puso un puerro en su outfit esta semana) y Meghan Markle, y aún descubrimos nuevos detalles. Lo extraño es que a simple vista no parecen tan dispares: ambas tienen 41 años, son ambiciosas, están bien protegidas por su familia (y personas que lavan su imagen ), con una complexión similar y una educación aparentemente exquisita. Pero la realidad es que cuando están juntas, acaban muy revueltas. Entre ellas hay una enemistad cargada de comparaciones, lucha de egos e incompatibilidad total.

Por su parte, la familia real del Reino Unido, alérgica a todo tipo de conflictos, ha intentado todo: ignorar, desmentir, olvidar. Pero el tema vuelve a los medios: ¿Por qué se entienden tan poco las esposas de los príncipes Guillermo y Harry? Que los hermanos tengan discusiones tremendas y envidias es más normal (al pequeño le recordaban constantemente que era «el repuesto»), pero ¿Por qué habían llegado a ese extremo sus esposas?

Los funcionarios de palacio se decantan más por el lado del heredero a la corona, según le han contado al escritor Tom Quinn. En su libro , Juventud dorada. Una historia íntima de crecer en la familia real, recoge que Meghan empezó mal, desubicada. Ponía mucho impedimento para cumplir las reglas y las restricciones de los Windsor. Justo al contrario de Kate Middleton .

Meghan, que había pasado de ser la actriz más reconocida de Suits a la mujer del hijo de Carlos III y Diana de Gales, detestaba las comparaciones con Kate. Tampoco le agradaba que la relegaran a la sombra (en una ocasión, uno de los empleados bajo las órdenes de la princesa de Gales le dijo a la duquesa que no podía atenderla porque no era su jefa, una división que a Meghan Markle le costó comprender).

Para ser justos, otro de los empleados de la familia royal reconoció que la pareja de Harry lo intentaba, estaba luchando por no controlar su vida. Además, en los momentos de paz era una «persona muy agradable, sonriente y muy positiva», como la recuerdan.

Los que trabajaron con ella señalan que el principal inconveniente era el abismo entre lo que Meghan se esperaba que era la realeza y lo que realmente era. «Estaba muy decepcionada», señalan. A eso se le sumaba su irritación al descubrir una nueva actitud en los demás, eran « ligeramente condescendientes» porque ella no era aristócrata. Más chocante si recordamos que era una actriz reconocida.

Kate pasó por lo mismo, pero pudo tomárselo de otra forma. En palacio percibían que tenía menos « tendencias mesiánicas de cambiarlo todo». Una fuente dijo al Telegraph que la mujer de Guillermo es «extremadamente estratégica y metódica, y se toma su trabajo muy en serio». Prefirió adaptarse y utilizó su encanto para ganarse a todos.

De ahí su gran choque: una se dejó llevar porque entendió lo difícil que era marcar un antes y un después en una institución tan arraigada, la otra tenía la esperanza de modernizar, renovar, adaptar a los Windsor. Solo a una la consideraron una ilusa.

Desde antes de conocer a Meghan, la familia real ya tenía una idea de ella. Los actuales príncipes de Gales eran fans de Suits, aunque eso significaba que no la iban a tomar en serio. «No se llevaban bien con la esposa de Harry casi desde el principio», cuenta el periodista Tom Bradby, quien entrevistó al pequeño de los Windsor.

Los estereotipos fueron demasiado fuertes. Guillermo y Kate se acercaron a la nueva pareja de Harry con cuidado. Él lo notó y lo condenó en una entrevista en ITV. Ya estaba incómodo por ser el tercero en discordia junto a su hermano y su cuñada. Harry confesó a Tom que se sentía « ligeramente incómodo».

Las dos mujeres estaban en la misma batalla y la afrontaron en los bandos opuestos, quizás movidas por las diferencias de sus culturas, la del Reino Unido y la de Estados Unidos. La naturalidad de Meghan chocaba con los protocolos. Incluso en su primer encuentro ya se percibía esa discrepancia y la incomodidad que generaba.

Quedaron para cenar y la estadounidense apareció en vaqueros y descalza. «Soy muy táctil, siempre lo he sido. No me di cuenta de que eso era muy perturbador para muchos británicos. Creo que entendí muy rápido que el formalismo externo también era privado (…). Este formalismo existe a ambos lados de la puerta y eso me sorprendió», explica en su documental.

El desconocimiento de Meghan le otorgaba dos caras, la de la inocencia y la de la soberbia. Era un personaje inesperado para ellos. «Creo que se sorprendieron de que el pelirrojo conquistara a una mujer tan hermosa. Y también inteligente. Pero el hecho de que sea una actriz estadounidense es probablemente lo que más nubló su juicio al principio», añade Harry.

Hasta 2018 consiguieron una armonía superficial. A las dos parejas se les llamaba los «cuatro fantásticos», pero la tensión que existía salió a relucir cuando el heredero y su mujer fueron al apartamento de Kensington en el que vivían los duques de Sussex. Allí empezaron a lanzarse dardos. A los futuros reyes les molestaba que no les hubieran regalado nada por Pascua, y a los otros que el día de su boda cambiaran las tarjetas de sitio y se sentaran juntos, una tradición estadounidense que no estaban dispuestos a acatar.

Luego llegó la disputa por las hormonas, Meghan le había soltado a Kate un comentario acerca de que probablemente se olvidaba de detalles porque estaba embarazada, algo que sentó muy mal a Kate. Decía que no tenían tanta « confianza». El príncipe Guillermo lo secundaba. «Aquí no hacemos eso», le dijo.

Kate y Meghan han acabado enfrentadas de cara a la galería sin quererlo, porque eran como el agua y el aceite. A una la tachaban de rompedora y a la otra, de demasiado clásica.

Por ejemplo, Helen Watanabe O'Kelly, prestigiosa académica de Oxford, escribió en un artículo que la manera de actuar de Kate es igual que la de una reina Consorte «hace 1.500 años». Incluso peor que en esos casos: «Antes, cuando un rey se casaba, solía hacerlo con una mujer extranjera que desempeñaba un papel importante, pues introducía mejoras culturales de otros países como hicieron Ana de Dinamarca o Catalina de Braganza. En cambio, el aporte cultural de Kate Middleton es cero». Precisamente un aspecto que sí cumple Meghan.

¿Por qué comenzaron estas comparaciones? Harry respondió en una entrevista: «Muy rápidamente se convirtió en Meghan contra Kate. Y eso, cuando se desarrolla tan públicamente, no puedes ocultarlo, ¿verdad? Especialmente cuando dentro de mi familia tienes los periódicos distribuidos prácticamente en cada palacio y casa que hay alrededor». La prensa se dedicó a propagar esa idea, tan difícil de negar y tan jugosa para ganar más clics.