el príncipe de gales va por libre

La guerra de Carlos III y Guillermo en plena tormenta Kate Middleton: por qué el verdadero enemigo del rey es su heredero

La crisis de credibilidad que ha desatado la desaparición por razones médicas de Kate Middleton ha eclipsado el gran problema de Carlos III. ¿Por qué en el peor momento de su reinado no puede trabajar en equipo con su hijo?

La enfermedad de Kate Middleton y Carlos III ha visibilizado las diferencias de criterio del príncipe de Gales con su padre. / getty images

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Aunque la casa real británica esperaba que el vídeo de una Kate de compras atajara los rumores sobre su estado de salud, el efecto de esos segundos de grabación supuestamente improvisada ha tenido el efecto contrario. La demanda de información fidedigna sobre las dolencias de la princesa de Gales ha aumentado de tal modo, que al menos un empleado de la clínica privada en la que se operó ha tratado de conseguir ilegalmente su historial médico. Se entiende, claro, que para venderlo al mejor postor. Los medios de comunicación estadounidenses están pagando fortunas por cada foto.

Mientras la desaparición de Kate Middleton continúa generando noticias, reacciones y su propio universo de narrativas más o menos entretenidas, un problema de fondo bien conocido por los 'insiders' de la familia real británica añade tensión a este panorama para abdicar. No porque lo sufriera Carlos de Inglaterra en sus tiempos de príncipe de Gales, pues Isabel II siempre tuvo atadas y bien atadas las ambiciones de su heredero. Quizá por eso, fue su escandalosa vida sentimental y no su deseo de poder lo que le llevó a todas las portadas. Su pecado fue Camilla Parker Bowles, no competir con la reina.

La relación entre Carlos III y el príncipe Guillermo es, sin embargo, muy distinta. La vida privada del heredero no puede servirle al monarca para sujetar las legítimas aspiraciones a brillar de su hijo. Sobre el papel, el matrimonio de los príncipes de Gales es pluscuamperfecto y, de hecho, Guillermo y Kate son los dos miembros de la familia real británica más populares.

Un 62 y un 61% de los encuestados por Ipsos en enero de 2024 confiesan mirar favorablemente al príncipe y la princesa de Gales. Carlos III, sin embargo, solo concita un 50% de opiniones favorables. La reina Camilla, un 35%. Si fueran ciertos los rumores de crisis matrimonial entre los futuros reyes, sin duda se solventarán de puertas para adentro. Hay demasiado en juego.

Las oficinas de prensa de Carlos y Guillermo compiten

La tensión entre Buckingham Palace, la implacable maquinaria que limpia, fija y da esplendor a la figura del monarca británico, y Kensington Palace, la oficina que le da brillo al príncipe de Gales, jamás ha sido tan visible. En los peores tiempos de los duques de Sussex, cuando Harry y Meghan denunciaron las maniobras de ambos equipos para convertirles en carnaza para los medios de comunicación, parecía existir cierta coordinación. Buckingham Palace callaba y otorgaba en nombre de la reina y Kensington Palace hacía de las suyas para proteger a Carlos y Camilla. Guillermo y Kate se libraron, de rebote, de los focos.

La misma mecánica continúa hoy, pero el contexto lo ha cambiado todo. En la peor crisis que ha vivido el corto reinado de Carlos III, con el rey convaleciente de cáncer y los príncipes de Gales con su credibilidad bajo mínimos, la competencia entre la oficina del monarca y la del heredero aparece como indeseable. Al menos, así lo piensa 'The Times', el diario que suele defender los intereses de Buckingham Palace, autores de un titular preocupante. «El príncipe Guillermo es un jugador de equipo. ¿Por qué no puede trabajar con el rey Carlos?».

Los príncipes de Gales, Guillermo y Kate, en una foto reciente. / getty images

La observación de Kate Mansey, editora de casa real de The Times, es procedente. El príncipe Guillermo no ha terminado de sustituir a su padre, el rey Carlos, en sus ausencias en la agenda oficial. Ha acudido a alguna que otra e inevitable cita, también acompañando a la reina Camilla . Pero ni siquiera asistió al funeral de su padrino, Constantino de Grecia.

Guillermo, sin embargo, ha acudido puntualmente a apoyar las iniciativas que pertenecen a su agenda, como su viaje a Sheffield a un evento de lucha contra el sinhogarismo. Fue justamente en este acto cuando dijo: «Tenemos que trabajar en equipo. Es la única manera de conseguir que las cosas cambien». En un equipo en el que, evidentemente, no está su padre.

Que esta reclamación al príncipe de Gales se publique en 'The Times' no es casualidad. De alguna manera, puede leerse como una demanda de Buckingham Palace a Guillermo, en un momento de especial debilidad de su padre en el que, además, se visualiza claramente que el futuro rey Guillermo va por libre . Es sintomática esta radical separación entre la agenda de uno y otro, como si no hubiera continuidad entre la labor del monarca convaleciente y su heredero. ¿Tanto pretende cambiar el próximo rey al respecto de la forma de operar de su padre?

Guillermo no quiere seguir los pasos de su padre

El diario Daily Mail ha publicado el apodo que, según parece, le han puesto sus colaboradores a Guillermo: «de 10 a 4». Parece que fuera de ese horario, el príncipe de Gales no atiende. Esta cuestión del horario es significativa, pues el rey Carlos es conocido por ser un verdadero estajanovista del trabajo: como la princesa heredera Ana, su jornada laboral no tiene fin. Su heredero no piensa en ningún caso imitarle y, de hecho, pretende cortar por lo sano con muchos de los patrocinios que lleva a cabo el titular de la corona y, como contrapartida, realizar una evaluación de la ética del trabajo en Buckingham Palace.

«Tienes que enfocarte. Si tratas de abarca mucho, difícilmente puedes impactar para lograr algún cambio», dijo a The Sunday Times el pasado noviembre, con motivo de su visita a Singapur para entregar los Premios Earthshot. En los últimos meses, el príncipe Guillermo ha ido explicando cada vez más claramente cómo planea llevar a cabo su reinado, uno en el que no incidirá tanto en las tareas de representación, como en incidir de manera efectiva en los problemas en los que se implique. Lo ha llamado «un enfoque más social». A Carlos III, inclinado al disfrute elitista de los placeres estéticos de la jardinería o la arquitectura, esto le debe sonar a chino.

Los reyes Carlos III y Camilla, en el balcón de Buckingham Palace. / getty images

La guerra silenciosa entre padre e hijo puede tener profundidades ignotas, no solo de tipo psicológico, pues Guillermo y Harry debieron resentirse de niños del divorcio y fallecimiento de Diana de Gales y, más tarde, de la reivindicación de Camilla Parker Bowles. Ni siquiera The Crown ha entrado a analizar la actividad de los llamados 'hombres de gris', esos funcionarios al servicio de su majestad que mueven los hilos de The Firm, también los relacionados con la economía y la inversión de los Windsor. Por lo que vemos, los príncipes de Gales prefieren no tener nada que ver con ellos.

Algunos analistas royal sostienen que Buckingham Palace podría haber atajado fácilmente la tormenta desatada a propósito de la desaparición de Kate Middleton . Y que, de hecho, al monarca le ha venido bien que los focos se centraran en la princesa de Gales, pues eso le ha permitido seguir su tratamiento en relativa tranquilidad. Por otro lado, parece complicado que los experimentados equipos del titular de la corona aconsejen al heredero si, como vemos, Kensington Palace y Guillermo van por libre.

Carlos III abortó el plan de fusionar los equipos de prensa

La desconexión entre Buckingham Palace y Kensington Palace es un problema, sobre todo si los titulares de ambas oficinas compiten hasta el punto de ponerse zancadillas o, en el peor de los casos, hacerse la guerra. Eso es algo que supo ver Lord Christopher Geidt, el secretario privado de Isabel II. Geidt quiso fusionar en una las oficinas de prensa de Buckingham Palace, Kensington Palace (desde donde se gestionaba la imagen y agenda de Guillermo y Harry) y Clarence House (la oficina del entonces príncipe Carlos). Y casi lo logra.

En 2014, se llego a anunciar la fusión de los tres equipos de relaciones públicas y prensa en uno, de forma que todo se llevara desde Buckingham Palace. «De esta manera, se evitará que los distintos miembros de la familia real compitan entre ellos por la atención de la prensa, cuando sus eventos coinciden en el mismo día», explicó un portavoz. El experimento solo duró tres meses porque el príncipe Carlos así lo decidió. Prefirió ir por libre. Como hoy hace su hijo.