ELEGANTE PERO ABURRIDÍSIMA

Así es como el lujo silencioso ha arruinado la vida social de Carlota Casiraghi: la herencia sin glamour de Carolina de Mónaco

La nueva generación Mónaco estaba llamada a superar en divismo y mejorar el glamour de Carolina y Estefanía. ¿Qué ha ocurrido? Que Carlota Casiraghi y sus hermanos han defraudado todas nuestras esperanzas.

Carlota Casiraghi no ha heredado el glamour excitante ni los amigos interesantes de su madre, Carolina de Mónaco. / D.R.

Elena de los Ríos
Elena de los Ríos

Qué ha ocurrido en el mundo para que Mónaco, el principado más salvaje y rebosante de glamour del siglo XX, se haya convertido en hogar de princesas tristes. No solo Charlène , la nadadora de un mar de lágrimas (el chiste es fácil: aún convalece de una mega otitis). También Carlota Casiraghi, la mujer llamada a relevar a Carolina en la excitante vanguardia del divino glamour, parece hecha de hielo. Se nos rompió la magia monegasca y no fue de tanto usarla. Fue de aburrimiento.

En uno de los momentos más icónicos de su carrera, Carlota Casiraghi cruzó la pasarela del desfile de alta costura de Chanel 2022 vestida de tweed y montada en un purasangre espectacular. Debía conmover, provocar un shock estético, pero resolvió sin más. Como sin más han sido sus alfombras rojas, sus fiestas de la Cruz Roja o sus apariciones en el Baile de la Rosa.

En 2023, precisamente en el Baile de la Rosa , vimos a Carlota Casiraghi bailar y se cayó, definitivamente, un mito. Un diez para su desacomplejado desparpajo, pero un cero en coordinación, ritmo y glamour. Dónde quedó el rollazo divino de Carolina, la reina de la pista en Palace. Su hija no se lo quedó.

Con 37 años y tres hijos, ya podemos afirmar lo siguiente: Carlota Casiraghi no ha heredado el 'charme' de su madre. O, al menos, no ha seguido sus pasos como la mujer más excitante de Mónaco, la más misteriosa, glamourosa y atrevida en fiestas, banquetes y alfombras rojas. Sus portadas no emocionan y su proverbial elegancia posee un halo de tristeza que pertenece al ADN de su padre. Stefano Casiraghi era un hombre enérgico, pero sus tres hijos han heredado sus característicos ojos tristes.

Carlota Casiraghi es tan silenciosa como el nuevo lujo

Los hermanos Casiraghi Grimaldi perdieron lo más importante demasiado pronto, pero se las arreglaron para vivir sus locos veinte años de zona VIP en zona VIP y alejados de miradas y objetivos indiscretos. Tanto, que podemos considerarles el perfecto ejemplo del nuevo lujo silencioso, más que un estilo del vestir , un estilo de vida, solo apto para los muy ricos que, al contrario que sus padres, prescinden de cámaras, aplausos, fans, paparazzi y, sobre todo, de la fama. Los millonarios del nuevo lujo silencioso ya no quieren ser famosos. Prefieren deslizarse de jet privado a hotel seis estrellas en modo 'mute'. Sin que nadie se entere.

Ya no volverá las alegrías que Carolina y Estefanía dieron a la crónica social, con 'affaires', infidelidades, dramas y escándalos. Las portadas de la joven Carolina fueron grandiosas: 'The Superkid from Monaco', tituló la revista Time. 'La princesa y el playboy', exclamaron las 'covers' al conocerse su romance con aquel señor mayor y discotequero llamado Philippe Junot.

Carolina de Mónaco y su hija Carlota Casiraghi, conjuntadas de Chanel. / getty images

Andy Warhol la llevó a 'Interview' en 1986, con sus esplendorosos 26. En realidad, todas las historias de amor y todos los novios oficiales de Carolina pasaron por las portadas: Guillermo Vilas , Robertino Rossellini, Stefano Casiraghi, Vincent Lindon y, por supuesto, Ernesto de Hannover .

En aquellos 70, Blanco y Negro sacó a una jovencísima Carolina en portada con un escueto bikini blanco y tituló: « Carolina escandaliza a las Cortes europeas». Con una llamada de atención: «En el interior, análisis sociológico de una actitud». ¿Qué actitud era esa? Pues la de ejercer de reina casi adolescente de la jet set europea, nacida para dejarse ver y ser admirada. En aquel tiempo sin móviles ni redes sociales, la fama aún no atosigaba, pero los paparazzi, sí.

Carolina fue la reina de la jet set europea

Rainiero llegó a decir de la pandilla de hombres decadentes que perseguían a su hija por París: «Si pudiera, les dispararía». Lo cuenta Anne Edwards en «The Grimaldis of Monaco. Centuries of Scandal, Years of Grace»: fotografiaban a su hija mayor bebiendo, fumando, tonteando y bailando hasta las tantas en los clubes de París.

Un preocupado príncipe Rainiero rodeó a su hija mayor de guardaespaldas, pero ya era tarde para alejar a Junot. Años más tarde, cuando aún no había encontrado a Casiraghi y se buscaba a sí misma, Carolina probó suerte como articulista en varias revistas y reflexionó sobre lo que significaba pertenecer a la jet set.

Carolina de Mónaco en su etapa con Robertino Rossellini: más cool imposible. / getty images

«Las reglas son sencillas», escribió Carolina de Mónaco, tal y como recoge en su libro Edwards. «Si formas parte de la jet set, cenas caviar en tu terraza del Hôtel de Paris. No te lo comes: jugueteas con él en el plato. Los autobuses pasan constantemente y la gente que va dentro y que pasa un calor horroroso te señala con el dedo. Mientras, tú tratas de parecer bella y terriblemente cool, aunque también estés sudando lo suyo. Pero disimulas, porque lo importante es que te miren».

Carlota Casiraghi también escribe, pero no de asuntos tan mundanos como la fama o la jet set. La única hija de Carolina de Mónaco prefiere la ortodoxia filosófica, otra prueba de la alergia que le tiene a la visibilidad que incluye su legado familiar. Su discreción (A Carlota no se le conocen relaciones intrascendentes ) y el silencio en el que desliza su lánguida silueta nada tienen que ver con la energizante presencia que siempre tuvo su madre. También cuando, ya madre de tres hijos, se paseaba por Puerto Hércules junto a Stefano.

Carolina de Mónaco jamás ha dejdo de ser interesante y sexy. Incluso ahora, después de liberarse de Ernesto de Hannover, ha recuperado su atractivo misterioso. París le sigue sentando tan bien.

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