
El padre de la novia, el príncipe Rainiero III, se lo dejó bien claro a los invitados a la ceremonia: nada de felicitaciones, en aquel enlace no había nada que festejar. Vestida con un diseño de Dior blanco radiante se casaba su primogénita, la princesa Carolina de Mónaco, con el «emperador» de la noche parisina, Philippe Junot.
Lo que comenzó como un acto de rebeldía cuasi adolescente, ( Carolina llegó al altar con apenas 21 años, 17 menos que su esposo), se convirtió en su primer matrimonio fallido y uno de los errores de su vida sentimental: para sorpresa de nadie su marido le salió rana.
Pero la joven estaba enamorada hasta las trancas del empresario francés al que conoció en un antro llamado el Élysée-Matignon. Su noviazgo fue breve y terminó de forma abrupta en una boda que solo Carolina deseaba porque la pareja fue pillada en un yate con la princesa en topless. Inconcebible para Grace Kelly y su principesco esposo.
Para celebrar el enlace Philippe Junot decidió alejar a la princesa de su medio natural, la Costa Azul, y llevársela hasta la Polinesia francesa. Más tarde se descubrió que su pretendida luna de miel secreta fue organizada (y filtrada a la prensa) por el propio Junot.
La primera parada fue Papeete, la «Venecia» de Tahití, para acabar recalando en Moorea donde un íntimo amigo de Philippe Junot tenía una casa y donde la pareja posó encantada en una rústica cabaña polinesia a pie de playa.
En las imágenes que se publicaron de Carolina y Philippe se les veía riendo, pescando en canoa, paseando por la playa con pareos tropicales y collares de flores, haciendo surf y todo parecía perfecto, pero no lo era.
De hecho, para Carolina de Mónaco aquel viaje fue el principio del fin. Años después confesaría: « Un buen día me desperté en el lecho conyugal, vacío, y me pregunté: «¿Cómo has podido hacer una cosa así, una locura de este tipo?». Comencé a pensar en cambiar de vida durante nuestra luna de miel».
Vídeo. Los mejores looks de Carolina de Mónaco
Aún resistió dos años y 41 días, con tal de no dar la razón a sus padres y a pesar de descubrir su cama vacía en muchas más ocasiones. Pero en julio de 1980, la prensa fotografió a Junot acompañado de una mujer, Giannina Faccio, a la que presentaba como su secretaria pero que estaba claro que era algo más.
Ese año el playboy no fue invitado a la famosa Gala de la Cruz Roja, y ya sabemos todos lo que significa que los Grimaldi te dejen fuera del photocall de un baile monegasco. Para octubre de ese año la pareja ya estaba divorciada.
Años más tarde Philippe Junot confesó en sus memorias que más que divorcio le dolieron las palabras de Carolina de Hannover sobre su matrimonio: «aquello solo fue una locura de juventud», decía la princesa que se arrepintió de su boda en su luna de miel.