Para conseguir ver una imagen de Carolina de Mónaco y la princesa Charlène juntas y de buen rollo hay que remontarse a la prehistoria del idilio de la ex olímpica con el príncipe Alberto. El evento que las reunió ayer no fue la excepción a esta regla de cuñadas distantes.
Bajo la batuta de la princesa Estefanía y con un emocionado príncipe Alberto, ayer una buena representación de los Grimaldi se reunieron en un acto en el que presentaba a Mónaco y el mundo cómo se va a celebrar el centenario del nacimiento del príncipe Rainiero III.
Pero la «chicha» del evento para la prensa rosa era, en realidad, que en este acto coincidirían por primera vez en público Charlène y Carolina de Mónaco. Y no es que antes de esa ocasión se prodigaran demasiado juntas. La última imagen que las sitúa en el mismo espacio-tiempo data de junio de 2020, cuando ambas estuvieron en el funeral de Elizabeth-Ann de Massy.
Antes de aquel funeral, las fotos de Charlène y Carolina se componen de un escaso puñado de imágenes tomadas en los días nacionales monegascos, una fecha tan especial que ninguna de las dos tiene excusa para no acudir.
De hecho, desde que Charlène decidiera allá por 2014 caerse de cartel de forma indefinida del evento favorito y predilecto de su cuñada, el archifamoso Baile de la Rosa, no las hemos visto juntas vistiendo sus mejores galas desde hace casi una década.
El evento de ayer venía, como no podía ser de otra forma tratándose de Mónaco, con una intrahistoria: durante un tiempo se especuló con que Charlène no iba a participar en los eventos del centenario. Su presencia ayer fue su manera de callar algunas bocas.
El dress code de Charlène para la ocasión fue ultrasobrio, soso y hierático (un traje de chaqueta negro con una camisa blanca). Carolina de Mónaco, por llevar un poco la contraria a la paleta de colores del resto de los asistentes, optó por un traje oversize gris, un chanelazo al hombro y unas gafas de sol.
Charlène entró la segunda a la sala, siguiendo a su marido, y en un claro intento de no eclipsar a nadie con su sola presencia, Carolina de Mónaco entró la tercera y se colocó estratégicamente detrás de Camille Gottlieb y al lado de la esposa Louis Ducruet. Ni se la ve.
Lo mejor llegó cuando todos se reunieron para la foto final. Sus hermanos a ambos lados de la foto de su padre… y Carolina la más alejada de todos los Grimaldi, de la foto, del evento y de Charlène. Ni una mirada intercambiaron y eso que estaban frente a frente. Ni una palabra. Ni media sonrisa.
Los hijos de su hermana Estefanía le sirvieron de «escudo humano» a la princesa de Hannover para desaparecer tras la espalda de Charlène, que se dedicó a mirar al frente, solo interactuó con su esposo y permaneció en todo momento acompañada por Camille Gottlieb.
Donde otras casas reales hubieran orquestado una puesta en escena de compadreo entre ambas mujeres para atajar los rumores sobre el «golpe de estado blando» que Carolina supuestamente orquestó durante la ausencia de Charlène del principado, los Grimaldi decidieron hacer las cosas a su manera: con posados sin sonrisas, chaneles y un montón de funcionarios alrededor con cara de no estar enterándose de estar asistiendo al enésimo capítulo del Juago de tronos monegasco.