Fue, como casi siempre, la revista Bunte quien publicó lo que podría considerarse como la venganza definitiva de Carolina de Mónaco contra su esposo el príncipe Ernesto de Hannover. Una operación que arrebató al alemán lo que más quería: su patrimonio, su estilo de vida y a su heredero. Todo de un plumazo.
La publicación alemana aseguraba que la hermana de Alberto de Mónaco había orquestado en la sombra la operación que culminó en mayo de 2012 con la destitución de Ernesto de Hannover de la Fundación Herzog von Cumberland, la misma que aún hoy gestiona el rico patrimonio de la familia Hannover en Austria.
Al perder la presidencia de la junta Ernesto de Hannover se despedía también de su capacidad para seguir llevando la existencia de vacaciones eternas, excesos e ingresos hospitalarios a la que se entregó sin descanso tras despedirse de Carolina de Mónaco en 2009.
En 2004 el propio marido de Carolina de Mónaco ya había realizado una donación en vida a su heredero de los bienes alemanes de la familia. Pero tras la jugada de 2012, Ernesto de Hannover fue oficialmente sustituido por su hijo Ernesto Augusto en la gestión del patrimonio familiar, lo que a su vez desencadenaría una serie de demandas y juicios eternos que destruirían la relación padre e hijo para siempre.
La veracidad que se le concedió a la idea de una Carolina capaz de colaborar en un complot de este tipo derivaba más de la propia narrativa de la historia de la princesa de Mónaco con su marido que de las pruebas aportadas por Bunte. ¿Pero alguien podía resistirse a la idea de que Carolina, por fin, se había tomado la revancha?
Por todos era conocido el historial de humillaciones públicas que Carolina de Mónaco había soportado desde que el día de su cumpleaños de 1999 decidió casarse con Ernesto de Hannover. Los despropósitos que sucedieron a lo largo de los diez años posteriores a esa boda habrían hecho que, de estar vivo, Rainiero III se arrepintiera de haber dicho al ver al Hannover «Por fin uno de los nuestros«.
Carolina aguantó con estoicismo las borracheras y desplantes públicos de Ernesto de Hannover hasta que las fotos, que también publicó Bunte, de Ernesto con otra mujer, su amiga íntima Maryam Sachs, hicieron que huyera de su lado definitivamente y se instalara en Mónaco.
Dicen que con tal de no renunciar a su estatus como Alteza Real Carolina de Hannover ha tragado durante estos años con todo lo que le ha hecho Ernesto, desde pedirle que testificara a su favor en un juicio por una agresión, a despertarse una mañana con las imágenes de su ex no oficial en la portada de las revista besando a otra y paseándola por el mismo hotel en el que se confirmó en 1996 que Ernesto de Hannover (casado) y Carolina de Mónaco (viuda) estaban enrollados: el Hotel Oriental de Bangkok.
Eso sin contar con la vez que Ernesto de Hannover la sustituyó como su pareja oficial en los saraos privados de la realeza europea por una mujer más joven, Simona, a la que conoció cuando trabajaba de bailarina en un prostíbulo de lujo en Viena.
Pero para Bunte la clave de tanta perseverancia escondía, en realidad, una jugada en favor de su hija la princesa Alexandra. Para tener acceso a una mejor herencia Carolina debe ser la viuda de Ernesto de Hannover cuando él fallezca. Y para que la princesa Alexandra tenga algo que heredar la fecha de esa muerte había que evitar que Ernesto de Hannover dilapidara toda la fortuna familiar.
Por eso Bunte afirmaba que Carolina había guiado los pasos de unos y otros hasta la consecución del plan que llevó al heredero y los dos administradores de la Fundación a expulsar a Ernesto de Hannover de su puesto.
Haya sido ella o no la artífice del complot, el resultado de la jugada es que Ernesto de Hannover tiene hoy por hoy problemas de liquidez (hasta ha vendido recientemente cuadros a su ex, Chantal Hochuli para sufragar sus gastos).
Mientras Carolina de Mónaco sigue siendo a efectos legales la legítima «reina» de Hannover y como tal se la recibe en los palacios alemanes, y la princesa Alexandra tiene su futuro asegurado en virtud del pacto de su medio hermano con su madre.
Esta semana la revista Bunte anunciaba que Carolina de Mónaco quería recuperar el poder en el Principado y que utilizaba las inseguridades de su hermano y la debilidad de Charlène para convertirse en la verdadera primera dama de La Roca. Que tiemble Charlène.
20 de enero-18 de febrero
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