relación secreta Cayetana de Alba y su amor prohibido por el torero Pepe Luis Vázquez, el primer flechazo de una duquesa enamorada del toreo

La pasión de Cayetana de Alba, por el toreo comenzó al enamorarse perdidamente de Pepe Luis Vázquez, una relación que el padre de la aristócrata prohibió.

La duquesa de Alba en la Maestraza de Sevilla. / ABC

Elena Castelló
Elena Castelló

«Pensé que nunca volvería a estar así de enamorada». De esta forma rememoraba Cayetana Fitz-James Stuart a su biógrafo, Ismael Fuente, su romance con el mítico torero sevillano Pepe Luis Vázquez, su primer gran amor. «Me volví loca de pasión, pero mi padre me lo impidió tajantemente. Mi vida se derrumbó ante aquel amor imposible, era demasiado joven», reconocía la Duquesa de Alba varias décadas después.

Tras aquel amor llegaron otros. Entre los admiradores más fieles de la aristócrata llegaría después Beltrán Osorio, duque de Alburquerque, que era su profesor de equitación. El joven se enamoró de Cayetana, pero ella no sentía lo mismo. Luego fueron muy buenos amigos.

Incluso antes de formalizar su noviazgo con Luis Martínez de Irujo con quien se casaría en 1947, Cayetana coincidió en Roma con un nuevo pretendiente: Aspreno Colonna, príncipe di Paliano, perteneciente a una de las familias más antiguas y nobles de Europa. El príncipe intentó ganarse la confianza de la joven Cayetana, pero ella no quería dejar España.

Así fue la historia de amor entre la duquesa de Alba y el torero

Fue, sin duda, con Pepe Luis Vázquez con quien Cayetana de Alba descubrió el amor, al tiempo que se dejaba fascinar, por primera vez, por la fiesta de los toros. La primera vez que la duquesa había asistido a una corrida tenía apenas 15 años. Fue en la Maestranza de Sevilla y esa tarde toreaba Pepe Luis Vázquez.

«Recuerdo sus faenas, pero no las de los otros dos porque el importante era él», contaba Cayetana a Ismael Fuente en el libro La Duquesa, mito y realidad, publicado en 1990. «Me cautivó el colorido, la alegría que se vivía en la plaza y sobre todo el toreo de Pepe Luis, el mejor torero que ha habido por su arte, su personalidad y su pellizco». Él, atractivo y de finos modales, le brindó un toro a la aristócrata en aquel primer encuentro en la plaza.

Dos días después de que la aristócrata cumpliera 17 años (y cuando el diestro tenía veintipocos), la joven Duquesa de Montoro y marquesa de San Vicente del Barco, los títulos que ostentaba entonces, se rincidó a los encantos del torero de moda, en cuanto le conoció en persona.

La presentación oficial tuvo lugar en su puesta de largo, el 27 de abril de 1943, ante 2.000 invitados, en el Palacio de las Dueñas, en Sevilla. Fue uno de los acontecimientos sociales de la década, en una España que salía a duras penas de la posguerra.

Pepe Luis Vázquez fue el primer amor de la Duquesa.

Pastora Imperio actuó para los asistentes. Pero de entre todos los invitados, con la aristocracia y la alta sociedad españolas reunidas en pleno, el padre de Cayetana, Jacobo Fitz-James Stuart, Duque de Alba, se percató de que su hija solo se fijaba en una persona. el torero, el único de los asistentes que vestía de corto y que había asistido a la fiesta junto a su amigo el duque de Montellano, Manuel Falcó (padre del marqués de Griñón, Carlos Falcó).

Tras aquella fiesta fue evidente para el padre que la joven bebía los vientos por el torero. Por ello decidió enviarla a Londres. Su hija iba a convertirse en la aristócrata más importante de España, heredera de más de medio centenar de títulos, mientras que el torero era el hijo de un trabajador del matadero. Que por aquel entonces Pepe Luis Vázquez ya fuera una figura del toreo no impresionaba al Duque de Alba.

Pepe Luis había nacido en el taurino barrio de San Bernardo, en Sevilla. Su padre era capataz de los matarifes municipales. El diestro aprovechaba las noches para acercarse a torear los animales que iban a ser sacrificados. Tomó la alternativa en La Maestranza en agosto de 1940 y la confirmó en la plaza de Las Ventas, en Madrid, el 20 de octubre.

Parece que esa tarde, a la plaza acudió el propio Franco con un invitado especial: Heinrich Himmler, el todopoderoso jefe de la Gestapo de Hitler. Según cuentan el lugarteniente de Hitler, le confesó al torero que el espectáculo le había parecido «sabnguinario y cruel».

La duques de Alba y el torero fueron muy amigos durante toda su vida. / D.R.

Pepe Luis Vázquez conquistó la gloria junto a Manolete, de quien era íntimo amigo y con el que llegó a formar cartel en 122 corridas. Eran las dos figuras del toreo más célebres y mejor valoradas de la época. Una vez quedó claro que el torero jamás podría disfrutar de una vida junto a Cayetana, se casó con Mercedes Silva, hija de un conocido empresario farmacéutico.

La boda se celebró en el hotel Alfonso XIII, de Sevilla y fue todo un acontecimiento social. El joven matrimonio llevó una intensa vida social. Pepe Luis, sin embargo, era una persona de gran discreción, a pesar de la fama. Su brillante carrera sufrió un duro golpe por una gravísima cogida en Santander , en 1943. Con el tiempo acabó quedándose ciego como consecuencia de aquellas heridas. Se cortó la coleta en Las Ventas, en 1959.

En 2002 fue inaugurado un mosaico inaugurado en Las Ventas en su memoria. Al igual que una estatua en Sevilla frente a La Maestranza. Aunque él siempre dijo que su mejor homenaje eran sus siete hijos y sus 12 nietos.

Pepe Luis Vázquez y su mujer, Mercedes Silva / d.r.

Tras el desengaño, amoroso el amor entre la duquesa de Alba y Pepe Luis Vázquez su relación derivó en una buena amistad. Un par de veces al año, Cayetana invitaba al torero a comer al palacio de Dueñas con su esposa y toda su familia. Eugenia Martínez de Irujo y Mercedes, hija del torero, se hicieron íntimas amigas. Parece que el propio Pepe Luis Vázquez declaró sobre su enoamoramiento juvenil : que habían sido cosas de muchachos, y que los dos habían comprendido muy pronto que era un amor de juventud que no podía durar.

Pepe Luis Vázquez falleció el 19 de mayo de 2013 a los 91 años. Su féretro fue llevado a La Maestranza, donde dio una vuelta al ruedo. Entre las coronas de flores que había en su funeral había una de parte de los duques de Alba. Alfonso Diez, el marido de Cayetana, acudió, al igual que Eugenia Martínez de Irujo, en representación de la duquesa, convaleciente en aquel momento de una operación no pudo despedirse como hubiera querido de su primer amor.