Charlène de Mónaco. / GTRES

oasis de paz en la montaña

El refugio de Charlène de Mónaco: entramos en Roc Agel, el lugar donde la princesa encuentra la paz

La propiedad más especial para los Grimaldi se encuentra ubicada en la zona de Mont Agel, una montaña situada en la frontera entre Francia y Mónaco.

El Palacio Real de Mónaco, construido en 1191 como fortaleza genovesa, el Château de Marchais que data del siglo XVI, le Clos Saint-Pierre donde vive la princesa Carolina, le Clos Saint-Martin donde reside Estefanía... los Grimaldi tienen una serie de lujosas propiedades a su disposición en todo momento, pero ninguna es tan especial para ellos como Roc Agel, el remanso de paz de los royals monegascos desde 1957.

Los miembros de la familia principesca siempre han encontrado refugio en esta finca situada en lo alto del Principado. Y allí seguramente viajarán de nuevo los príncipes Alberto y Charlène este verano, junto a sus dos hijos, para pasar unos días de vacaciones.

Situada en un monte cuya cima alberga la base aérea de Niza, en la comuna de Peille, Roc Agel siempre ha sido el lugar perfecto para las escapadas de la pareja cuando han querido alejarse del ajetreo de Palacio. Pero también ha sido escenario de las muy comentadas estancias en solitario de la sudafricana. En este entorno idílico se refugió por ejemplo en marzo de 2022 la ex nadadora para continuar su convalecencia tras los problemas de salud que le impidieron abandonar su país de origen durante meses.

Esta joya enclavada en plena naturaleza fue renovada por Alberto y Charlène en 2015. Durante años, la finca protegió a los royals de miradas indiscretas y la cámara de Grace Kelly fue la única que inmortalizó los recuerdos más entrañables de la familia. El príncipe Rainiero III también insistió en preservar la privacidad de los suyos e hizo plantar álamos alrededor de la propiedad, a modo de muralla vegetal.

La bella pero trágica historia de Roc Agel

Roc Agel es un edén de 56 hectáreas, donde se practica la agricultura ecológica, pastan tranquilamente una docena de vacas Jersey y picotean con calma unas 200 gallinas rojas, que desde 1960 abastecen las cocinas de Palacio. Rainiero III y Grace Kelly se enamoraron de esta granja provenzal en 1957, un año después de su boda, por su ubicación, alejada de la sociedad monegasca y de las intrigas palaciegas.

Hay que conducir durante 20 minutos y subir a 760 metros de altitud para llegar a este remanso de paz. También hay que atravesar una verja. En cuanto compraron la propiedad, los recién casados se ocuparon de plantar árboles -sauces, álamos, olmos y pinos- para protegerse de miradas indiscretas.

«Mis padres buscaban un lugar en el campo, un lugar donde poder escaparse cuando sus obligaciones se lo permitieran, y donde sus hijos pudieran crecer más tranquilos. Más libres, en definitiva», recordaba Alberto en la revista francesa 'Point de Vue' en una entrevista de 2017.

Charlène de Mónaca es asidua a refugiarse en Roc Agel. / gtres

Como nota curiosa, la princesa Estefanía, siempre preocupada por el bienestar de los animales, acogió en 2013 a dos elefantes rescatados de un circo, Baby y Nepal. Los gemelos Jacques y Gabriella han sido fotografiados allí en ocasiones, pero los objetivos de las cámaras siempre se mantienen a distancia de Roc Agel.

Este apacible lugar guarda un recuerdo trágico para los Grimaldi. Fue de Roc Agel desde donde salió la princesa Grace junto a su hija Estefanía aquel fatídico 13 de septiembre de 1982, día en que sufrió un accidente automovilístico en el que perdió la vida.

Roc Agel, el lugar donde Charlène de Mónaco encuentra la paz

Mientras Rainiero III rediseñaba y mantenía el exterior de la propiedad, llegando incluso a cortar él mismo la hierba según las crónicas de la época, su esposa, aunque también aficionada a la jardinería, se dedicaba a la decoración de interiores. El estilo calificado como 'rural norteamericano' de Roc Agel se modernizó en 2015, primero por necesidad, pero también por adaptarlo a los gustos modernos.

Fue entonces cuando antigua nadadora aportó entonces su toque personal. Un tanto abrumada en ocasiones por las presiones de su papel principesco, Charlène siempre ha considerado Roc Agel un refugio desde el inicio de su romance con Alberto. Desde allí preparó su boda –de la que supuestamente trató de huir en varias ocasiones–, mientras que el clan Wittstock se trasladó a la vecina La Turbie en los días previos a la ceremonia.

Estefanía de Mónaco en el santuario de elefantes de Roc Agel. / gtres

En Roc Agel, es donde la sudafricana parece más relajada. Allí juega al golf y al tenis, nada en la piscina, lee a su autor favorito, Rudyard Kippling, y cultiva un huerto con sus dos hijos gemelos. La prensa gala señala que a veces se la ha visto tomando un café en un bar cercano.

Cuando se alojan en la residencia veraniega de la familia, a los príncipes también les gusta cenar solos en un restaurante cercano. Eso cuando Charlène no le da buen uso a las verduras de su huerto para cocinar platos vegetarianos. Estos sencillos placeres son prácticamente imposibles de conseguir para ella en el Principado, donde se vigilan todos sus movimientos, mientras su matrimonio está constantemente bajo sospecha de crisis fatal.