Así fue la accidentada boda de Carlos III y Camilla: abucheos, ausencia de la reina Isabel II y la novia con ataque de pánico

35 años después de conocerse Camilla y el entonces príncipe de Gales, Carlos, contrajeron matrimonio en dos ceremonias sencillas (y gafes).

Carlos y Camilla el día de su boda en 2005 / getty images

Silvia Vivas
Silvia Vivas

El 9 de abril de 2005, el príncipe Carlos, heredero del trono británico, y Camilla Parker Bowles se casaron en una ceremonia civil en Windsor Guildhall y otra de carácter religioso en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Un enlace que sería el «y comieron perdices» oficial de la historia de amor royal más tormentosa de los últimos 35 años.

Carlos y Camilla comenzaron su idilio en los 70, volvieron a ser amantes en 1986 (cuando ambos estaban casados), mantuvieron su affair intacto durante los 90 y se convirtieron en la pareja no oficial más denostada por la prensa sensacionalista durante los 2000. No es extraño que con esta trayectoria a Camilla le diera un ataque de ansiedad la mañana del día de su boda.

Mientras su mejor amiga, Lucía Santa Cruz, intentaba calmar los nervios de la novia con una sopa de pollo Camilla no se sentía con fuerzas de casarse con el heredero al trono británico por muy afianzada que estuviera su relación: en contra de lo que la prensa decía jamás quiso ser reina.

Camilla era muy consciente de que no contaba con el amor ni el apoyo de buena parte de sus conciudadanos y a pesar de que en su familia la definía como «a prueba de balas» después de décadas soportando el escarnio ajeno, el día de su boda la futura reina consorte se rompió.

Motivos para desconfiar del favor del público no le faltaban. Camilla era «la mujer malvada» que la reina Isabel II había despreciado en privado y con la que la monarca había declarado que no quería tener nada que ver. También era la pareja pública del príncipe Carlos desde 1999, pero según una encuesta realizada por Populus en 2004 sólo el 32% de la población apoyaba que se casaran.

El mismo día de su boda, a las afueras de Clarence House, algún que otro británico fan de Diana de Gales se reunió para gritar a la pareja que Carlos jamás debería ser rey simplemente por casarse con la mujer que amaba. Camilla llevaba lidiando con esos desplantes desde que el compromiso de la pareja se hizo público el 10 de febrero de 2005 y la mañana del día de su boda no podía levantarse la cama..

Una boda accidentada, sin la reina y con una novia exhausta

Para cuando llegó el día de la ceremonia, el 9 de abril, la novia estaba agotada. Esa misma semana había sufrido una sinusitis que la había postrado en la cama, pero lo que la impedía esa mañana acudir a su propia boda no era la enfermedad sino puro pánico escénico.

Las cosas no estaban saliendo como la pareja había planeado desde el comienzo, de hehco no solo aún soportaban titulares del tipo « Qué habría dicho Diana», sino que tuvieron que cambiar la fecha del enlace de un día para otro. Tenían planeado casarse el 8 de abril, pero la muerte de Juan Pablo II obligó al príncipe a acudir al funeral y retrasar el enlace 24 horas.

Finalmente la novia se recompuso y la lluviosa mañana del 9 de abril, y con dos zapatos distinta altura porque los nervios la traicionaron hasta el final, Camilla y Carlos se casaron en el Ayuntamiento de Windsor en una ceremonia civil a la que no acudió ni la reina Isabel II ni el duque de Edimburgo.

La ceremonia fue sencilla, con solo 28 invitados y Tom Parker Bowles y el príncipe Guillermo como testigos, pero tremendamente emotiva. Tiempo después, Amanda MacManus, una de las secretarias personales de Camilla, lo relató: «Cuando subieron las escaleras, ambos estaban llorando. Y eso nos hizo estallar a todos, así que todos lloramos. Fue muy conmovedor«.

Tras el enlace civil llegó una pequeña ceremonia religiosa en la cercana Capilla de San Jorge del castillo de Windsor destinada a bendecir el matrimonio y oficiada por el Arzobispo de Canterbury.

A pesar de los nervios y las lágrimas pocas veces la pareja formada por Carlos y Camilla han aparecido juntos tan radiantes. En la primera ceremonia la novia posó con un vestido en color crema y un abrigo a juego de Anna Valentine y un sombrero del diseñador Philip Treacy con encaje francés y plumas.

Vídeo. Carlos y Camilla: una historia de amor imposible con final feliz

Para la bendición, Camilla posó con segundo atuendo atípico para una boda real pero mucho más regio que el primer modelo: un vestido azul pálido bordado a mano con hilo de oro y otro tocado de Philip Treacy con plumas doradas y cristales de Swarovski.

De la celebración posterior, a la que sí acudieron tanto Isabel II como su esposo, no han trascendido mayores detalles. Salvo el brindis del novio, quizá desafortunado, pero que resumía a la perfección el infierno que había atravesado la pareja hasta llegar al altar. El brindis de Carlos terminó con un claro: «¡Abajo la prensa!».