Así fue la boda de Laura Vecino con Rafael Medina (en la que ganó a Karolia Kurkova): 700 invitados, muchas ex parejas entre el público y la superación de una infidelidad

Laura Vecino entró por la puerta grande en la crónica de sociedad al casarse con Rafael Medina, duque de Feria: así fue su boda de 700 invitados, con Guns and Roses y mucho morbo.

Laura Vecino y Rafael Medina, duque de Feria, el día de su boda. / instagram

Silvia Vivas
Silvia Vivas

Fue el evento del año como bien recuerda la propia Laura Vecino y las revistas del corazón aniversario tras aniversario. La historia de amor de la joven arquitecta bilbaína reconvertida en diseñadora de bañadores e it girl aristocrática y el primogénito del duque de Feria, Rafael Medina, contó con lista de invitados kilométrica, una Naty Abascal en su salsa y anecdotario para escribir un libro.

La ceremonia se celebró el 16 de octubre de 2010 en el Palacio-Hospital de Tavera, en Toledo, o lo que es lo mismo, en uno de los buques insignia de la casa de Medinaceli, la aristocracia con más patrimonio de España con permiso de la casa de Alba. La propia Cayetana de Alba acompañada de su último marido Alfonso Díez no quiso perderse el enlace como tampoco lo hizo Jaime de Marichalar, tan noble como cercano a Naty Abascal en aquel momento.

La sombra de Naty Abascal en toda la celebración fue alargada, tanto en la «lucha» por quién firmaría el vestido de novia (Naty esta vez no se llevó el gato al agua y el vestido nupcial fue un diseño de Giambattista Valli y no de Valentino como ella deseaba) como en la lista de invitados. Valentino no diseñó ni cosió nada en la boda, pero sí desfiló por la alfombra roja que para algo era y pasea a la suegra del evento verano tras verano en su yate. No fue el único representante de la agenda de Naty Abascal, plagada de nombres del mundo de la moda, que entró en el edificio que acoge el Archivo de la Nobleza española: Nieves Álvarez, Eva Herzigova, Valeria Mazza y María José Suárez también asistieron (entre muchos otros).

Que las invitadas fueran de corto y los invitados de chaqué fue una imposición del novio, Rafael Medina, para contentar los gustos de su madre y los suyos propios: en el mundo de los Medina y con la percha que se gastan no existe nada mejor en cuanto a dress code masculino. Que las 200 personas que se reunieron en los alrededores del lugar de la ceremonia no pudieran echar ni un breve vistazo a los atuendos de los novios ni a los de los padres de los mismos fue, sin duda, la jugada maestra de Naty Abascal (que por supuesto sí fue de Valentino y con mantilla).

Pero lo mejor no fue ni la ceremonia, ni el menú ni el fiestorro final, sino el morbo que acompañaba a toda la ocasión: desde el de reconocer a los famosos de la lista de invitados hasta el salseo que acompañaba al enlace por todas las historias de amor cruzadas que parecían destinadas a provocar más de un encontronazo en la ceremonia o la fiesta posterior.

Para empezar era vox populi lo que había pasado entre la novia, Laura Vecino, el novio, Rafael Medina y la modelo Karolina Kurkova . Tantos rumores había en su momento sobre este noviazgo, ruptura y retorno a la relación que la pareja decidió acudir a su confesor del papel couché de cabecera a jurarse amor eterno a ojos del público antes de pasar por el altar.

« Todo llega en su momento y cuando llega, llega. Los dos queríamos un proyecto de vida en común. Hemos pasado, como todas las parejas jóvenes, momentos buenos y momentos menos buenos. Obstáculos que la vida te pone por delante y que te das cuenta de que superarlos con la persona que quieres y que te acompaña es mucho más fácil», explicó el duque de Feria para dejar las cosas claras antes de pronunciar el «sí quiero».

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Para cuando se apagó ese fuego se encendió otro al comprobar a pie de alfombra roja que en la boda de marras iban a coincidir el hermano del novio, Luis Medina, con su nueva novia, la heredera multimillonaria Amanda Hearst, su exnovia, Alejandra de Rojas, y su primer amor, Priscila de Gustín . Si acabaron las tres tomando copas juntas bajo las carpas transparentes ribeteadas de negro del palacio de Tavera mientras veían a los novios abrir el baile a golpe de November Rain de Guns and Roses no lo sabemos, pero nos gusta imaginar que sí.

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