DATOS CURIOSOS

Coronación de Carlos III: de la cuchara de oro a la piedra de 152 kilos, las tradiciones menos conocidas

El rey lucirá dos coronas, dos cetros y un orbe, pero quizás no sabías que en la ceremonia de coronación de Carlos III también juegan un papel importante una cuchara y una piedra de 152 kilos.

La coronación de Carlos III se celebrará el sábado 6 de mayo de 2023./gtres

La coronación de Carlos III se celebrará el sábado 6 de mayo de 2023. / gtres

Elena Castelló
Elena Castelló

Las llamadas joyas de la coronación jugarán un papel central en la ceremonia de entronización de Carlos III, como lo hicieron en la de su madre, Isabel II. El rey lucirá dos coronas, y se presentará ante sus súbditos y los invitados que acudirán el 6 de mayo con los dos cetros y el orbe que representan su poder terrenal y religioso.

Carlos ha ideado una ceremonia más modesta que la de su madre, adaptada a una monarquía moderna. Pero las tradiciones serán respetadas escrupulosamente. Repasamos algunos de los detalles menos conocidos que formarán parte de la ceremonia.

La cuchara de la coronación forma parte de las joyas de la coronación, aunque se habla poco de ella. Sin embargo, es el objeto más antiguo de todos los que intervienen en la ceremonia. Data del siglo XII, es de oro y perlas, por eso los historiadores creen que fue un regalo de los reyes Enrique II o Ricardo I. Mientras que el resto de elementos -la corona de San Eduardo, los cetros y el orbe– fueron fundidos tras las guerras civiles inglesas, que tuvieron lugar entre 1642 y 1651, y que dieron lugar a la República de la Commowealth encabezada por el Lord Protector Oliver Cromwell, hasta 1660.

Todos estos objetos eran unos símbolos muy importantes. ¿Por qué sobrevivió la cuchara? Parece que nadie entendía muy bien para qué servía y, por esta razón, un hombre llamado Clement Kynnersley, encargado del guardarropía del rey Carlos I (decapitado en 1649) la compró y se la revendió, a cambio de un sustancioso beneficio, a Carlos II, cuando la monarquía fue reinstaurada, en 1660.

Imagen de la coronación de la reina Isabel II. / GTRES

La cuchara y el ánfora de la coronación

La cuchara de la coronación se utiliza en la parte más importante de la ceremonia de coronación: la unción, que enfatiza el lado espiritual del monarca, que hasta el siglo XVII se creía que era designado directamente por Dios. Por eso este era un momento crucial. El ánfora de oro con forma de águila que pertenece al ajuar de la coronación, y que se abre por el cuello, se llena de aceite sagrado, procedente del monte de los olivos, en Jerusalén.

Ambos objetos son de pequeño tamaño pero juegan un papel esencial. Con la cuchara se retira una pequeña cantidad de aceite, en la que el arzobispo de Canterbury humedecerá dos dedos y marcará una cruz en las manos del rey, su pecho y su frente. Este momento es muy íntimo, un intercambio entre el rey y su pueblo a los ojos de Dios. Por eso tiene lugar bajo un palio de oro.

Qué es y para qué sirve la piedra del destino

La silla de la coronación es el elemento central en la escenografía de la ceremonia y es la misma que ha sido utilizada en los últimos 700 años. Carlos también se sentará en ella cuando sea coronado. Data de 1301 y fue elaborada por encargo del rey Eduardo I. Fue decorada con dibujos de pájaros, follaje y animales en pan de oro. En la parte de atrás figura la imagen de un rey, quizá Eduardo el Confesor o Eduardo I. Es uno de los símbolos más importantes de la monarquía, pero fue también utilizada por el dictador Oliver Cromwell.

Esta silla guarda un secreto: fue construida para albergar un objeto muy preciado, la llamada piedra del Destino o de la Coronación (stone of Scone, en inglés). Es una piedra muy antigua, que pesa 152 kilos, símbolo de los monarcas escoceses, y fue robada por el rey Eduardo I, en 1296, de la Abadía de Scone, como parte del botín en uno de los tantos enfrentamientos entre ingleses y escoceses. Los reyes se sentaban directamente sobre esta piedra, hasta que se construyó un asiento de madera en el siglo XVII. La leyenda dice que es la misma piedra sobre la cual reposó la cabeza Jacob, padre de Israel, cuando soñaba que llegaba al cielo con una escalera.

La reina Isabel II con el cetro, la corona y el orbe.

Aunque la piedra se reunió con la monarquía escocesa en 1603 cuando Jacobo VI de Escocia heredó el trono de Inglaterra, ha sido objeto de controversia a través de los siglos. En el día de Navidad de 1950, cuatro estudiantes escoceses de la Universidad de Glasgow irrumpieron en la Abadía de Westminster y trataron de robarla, lo que provocó que se cerrara la frontera entre Escocia e Inglaterra, por primera vez en 400 años. La piedra fue oficialmente devuelta a Escocia en 1996 y está custodiada en el Castillo de Edimburgo, pero será enviada a Londres para la ceremonia de la coronación, antes de regresar a Escocia de nuevo.

La sala de la coronación

La abadía de Westminster en Londres ha sido el lugar donde se ha coronado a todos los reyes ingleses desde 1066. También ha sido el escenario de 16 bodas reales. Antes de la construcción de la abadía, las coronaciones tenían lugar donde más conviniera al futuro soberano, en Bath, Oxford o Canterbury.

La primera coronación se produjo el día de Navidad de 1066 y fue la de Guillermo el Conquistador, que había invadido Inglaterra dos meses antes, y por eso era importante para él ser reconocido como el sucesor legítimo de Eduardo el Confesor, el último rey anglosajón de Inglaterra, también conocido como San Eduardo. Por eso Guillermo escogió Westminster, que había sido construida por Eduardo, que está enterrado enfrente del altar mayor.

Pero la construcción que conocemos no es la original, sino un compendio de construcciones de entre los siglos XIII y XVI. En este tiempo, se habilitó un lugar especial para la ceremonia de coronación, la sala de la Coronación, situada entre el altar mayor y el coro. Está decorada con un mosaico conocido como el empedrado de Cosmati, que data de 1268 y fue construido por encargo de Enrique III por artesanos venidos expresamente de Italia. Es de una gran belleza, elaborado con centenares de fragmentos de cristal de vivos colores. Allí se coloca la silla de la coronación.

La corona de San Eduardo

Para la ceremonia se utilizan no una, sino dos coronas. La más importante es la corona de San Eduardo. Es con ella con la que son coronados los reyes, y Carlos lo será también, aunque ésta será la única vez que la utilice en toda su vida. Fue creada en 1661 para la coronación del rey Carlos II, para sustituir a una antigua corona medieval que fue fundida por los miembros del Parlamento en 1649, tras la ejecución de Carlos I, durante la Guerra Civil. Se cree que la corona original databa del siglo XI y fue encargada por Eduardo el Confesor, razón por la que se llama la Corona de San Eduardo.

La reina Isabel II tras su coronación.

Pesa casi dos kilos y medio y está elaborada con oro macizo y decorada con 444 piedras preciosas. Está formada por cuatro cruces en la base de dos arcos entrecruzados, decoradas, a su vez con cuatro flores de lis. Las piedras se solían sustituir en cada coronación, hasta que Jorge V, abuelo de la reina Isabel, la decoró de forma permanente con rubíes, amatistas, zafiros, topacios y turmalinas. La corona está dotada de una capucha de terciopelo color púrpura y rematada con banda de piel de armiño. En el centro de los arcos, se sitúan el orbe y la cruz, que representan la fe cristiana universal. Forma parte de las joyas de la coronación, custodiadas habitualmente en la Torre de Londres.

Para las ceremonias de apertura del Parlamento y otras apariciones del rey o la reina coronados, como el saludo desde el balcón de Buckingham Palace, se utiliza la llamada Corona del Estado Imperial. Es esta corona la que lleva el monarca cuando abandona la abadía de Westminster. Tiene 2.868 diamantes, 17 zafiros, 11 esmeraldas, 269 perlas y cuatro rubíes. En el centro lleva el zafiro de San Eduardo, que el rey llevaba supuestamente engarzado en un anillo. Esta corona fue elaborada expresamente por el joyero Garrard para el rey Jorge VI, padre de Isabel II, en 1937, y reemplazó la elaborada para la reina Victoria en 1838.