Después de muchos años informando sobre el rey Juan Carlos , David López Canales tiene muy claro cuál fue el punto de inflexión que precipitó el final de su reinado, del que en junio se cumplirán diez años. «La relación con Corinna lo cambia todo. Desde el CNI se trató como una relación sentimental más, como tantas otras antes que ella, pero les acaba explotando en las manos, no saben cómo gestionarlo y ella es quien termina exponiendo la cara más oscura y oculta de Juan Carlos», explica el periodista que acaba de presentar un libro, Herederás mi reino, que repasa los acontecimientos que precipitaron el final del reinado de Juan Carlos y analiza los retos a los que se enfrentan tanto los reyes Felipe y Letizia como su heredera, Leonor .
Canales, de hecho, conoció muy bien a Corinna , con la que habló en numerosas ocasiones como parte de su trabajo periodístico y llegó a trabar cierta amistad. «Si estaban realmente enamorados solo lo pueden saber ellos, pero está claro que la relación sentimental era casi una relación familiar: Juan Carlos tenía una doble vida con Corinna y su hijo. También es indudable que los dos eran muy ambiciosos y avariciosos. Está claro que el rey era capaz de abrirle puertas para negocios que, de otro modo, ella nunca podría haber hecho», explica sobre las motivaciones de la aristócrata.
Sin duda otro momento que define el final del reinado de Juan Carlos I es su caída en Botsuana , el catalizador de una cascada de informaciones tanto sobre su vida privada como sobre su fortuna. ¿Si el rey no se hubiera caído durante aquella cacería y no hubiera trascendido su relación con Corinna, habría terminado abdicando de todos modos? «De lo de Botsuana se podría haber librado pese a ocurrir en un momento de crisis y con España al borde del rescate. La gota que realmente colma el vaso es el caso Nóos, que es un caso de corrupción dentro de la familia real con su hija directamente imputada. Lo de Botsuana es ética y estéticamente espantoso, pero lo grave es lo otro. Todavía faltaban unos años para que salieran las conversaciones con Villarejo, que desembocaron en las investigaciones en Suiza y en España, pero lo podrían haber salvado. Podría haber seguido reinando, pero se arriesgaba a que se abriera un debate sobre monarquía o república que podría haber tenido consecuencias más graves», argumenta Canales.
De hecho, para Canales el mayor error de estrategia de la Casa Real en los últimos años tiene que ver, en realidad, con la salida precipitada del rey emérito de España, en agosto de 2020. «Se fue en el verano de la pandemia, cuando todos estábamos preocupados y desorientados. Al principio, no se sabía ni dónde estaba. Además, se va al lugar del crimen, de donde vienen los millones de los árabes y procede todo el dinero oculto y donde, además, no hay tratado de extradición con España mientras se le está empezando a investigar. Lo cual le hace parecer incluso más culpable de lo que podría ser. Fue una gestión terrorífica», cuenta el periodista, para quien había otras opciones mucho menos lesivas para su imagen y la de la institución. «Si se hubiera marchado a vivir a un chalet en Madrid, o a Barcelona o, incluso, a Sanxenxo hubiera sido suficiente. A su salida de España se le dio un dramatismo y una gravedad que se podría haber evitado. Al final, es una cuestión de relatos y la imagen de un rey que sale huyendo del país que ha reinado durante 40 años fue una estrategia nefasta».
Después de una década de goteo de informaciones y escándalos, Canales creo que podría quedar un último bombazo por conocer. «Todavía existe una gran incógnita por resolver y es a cuánto asciende la fortuna que Juan Carlos amasó durante su reinado. Solo hemos conocido la punta del iceberg, sobre todo a través de las investigaciones en Suiza. Pero esa solo es una parte. Otra cosa es si algún día sabremos cómo se fraguó y a cuánto asciende».
La otra incógnita alrededor del ex monarca es si, finalmente, volverá o no a fijar su residencia en España, como se especula de vez en cuando, aunque después la realidad nunca acabe de confirmar los rumores. «Creo que debería volver, aunque no sé si lo hará. Vivir allí debe ser hacerlo en una jaula de oro, una existencia muy diferente a la que ha llevado siempre. Pero también debería volver por la propia Casa Real. Es un señor mayor, ¿qué pasa si se muere en Abu Dhabi? Cuando ocurra, el debate sobre los honores con los que habrá que despedirle será inevitable, pero la polémica será menor si muere en España», apunta Canales.
El periodista sí cree, en cambio, que asistiremos a un acercamiento discreto y paulatino del emérito a su hijo. Al menos, en el plano más familiar y privado. Ya se vio, por ejemplo, durante la celebración del cumpleaños de la Infanta Elena en un restaurante de Madrid al que también asistieron los reyes Felipe y Letizia. O durante la celebración privada del 18 cumpleaños de Leonor .
«De pronto, parecían los años 90. Me recordó a las célebres escenas de cuando el rey iba a Casa Lucio. Pocos días después, salió la noticia del cumpleaños del rey emérito en Abu Dhabi con la familia real con r minúscula en contraposición a la Familia Feal con r mayúscula, que forman los reyes Felipe y Letizia y sus hijas. ¡Hasta estaban Los del Río cantando La Macarena! Era como si nada hubiera sucedido. Es un contraste brutal con la otra familia real, que está intentado capear el temporal, viendo por dónde les vienen los golpes para esquivarlos, asegurándose de que no se crea un debate mayor que les pueda cuestionar a ellos», explica López Canales.
A sus 86 años, el otro debate pendiente es el de su legado. Y el de qué narrativa prevalecerá cuando Juan Carlos I pase definitivamente a los libros de historia. «Según pasa el tiempo, más cuaja una idea que se ha repetido desde muchos ámbitos en los últimos años. Y es que Juan Carlos fue un gran rey, pero un hombre vulgar. El problema es que no estamos hablando solo de líos sentimentales, sino de hechos probados», concluye el periodista.
20 de enero-18 de febrero
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