Última LLAMADA ¿Es demasiado tarde para el rey Juan Carlos? Arrepentimiento, cercanía y perdón: las claves para rehabilitar al emérito, según los expertos

Cuatro profesionales especializados en comunicación política analizan las posibilidades de mejorar la fama de Juan Carlos I (y minimizar el impacto de las noticias negativas).

Juan Carlos I ha visto su imagen muy perjudicada los últimos años. / gtres

Juanra López
Juanra López

No se han terminado las citas con la justicia del rey Juan Carlos . Tampoco los tiulares que siguen teniendo al emérito como protagonista en estos días en los que se celebran los once años del incidente en Bostuana y que se confirma que volverá a Sanxenxo con el presumible revuelo informativo que ya levantó el año pasado.

En el Reino Unido sigue abierta la causa civil que interpuso contra él la que se autodenominara «amiga entrañable», Corinna Larsen , por el presunto delito de acoso, seguimiento ilegal de agentes de inteligencia en Londres y difamación, entre los años 2014 y 2020.

Un litigio que exonera al rey emérito de cualquier responsabilidad previa a su abdicación pues la justicia británica reconoció su inmunidad como jefe de Estado. Este es el último escollo que tiene el padre de Felipe VI para poder manifestar, si sale absuelto o se llega a un acuerdo extrajudicial, algo que no podemos descartar, que no tiene cuentas pendientes con la ley.

Será el próximo 18 de julio cuando comiencen en Londres las vistas de procedimiento, que durarán cuatro días, pero no se llegará al fondo de la cuestión… Los medios nacionales e internacionales pondrán el foco en este espinoso asunto y también en su posterior participación en el Campeonato del Mundo de Vela en la clase 6 metros en la isla de Wight a finales de agosto, una vez se ha frustrado su venida a Sanxenxo, donde le esperaba su gran amigo P edro Campos, pero el resultado de su estancia el año pasado ha hecho recomendable que no se repita la experiencia.

La cuestión que está en el aire es si se podría rehabilitar la figura del rey emérito tan cuestionado por muchos y defendido por los que recuerdan su gran labor para la consolidación de la democracia en nuestro país y como embajador de la marca España durante décadas.

Los escándalos que le persiguen después de aquella fatídica caída en Bostsuana, donde se encontraba cazando elefantes en 2012 han derivado en autoexilio en Abu Dabi, en que su hijo renuncie a una hipotética herencia, y en una Corinna Larsen que airea trapos sucios, cuya veracidad habría que contrastar con el propio monarca. 

Con esta finalidad hemos contactado con cuatro expertos en comunicación política para analizar las posibilidades de mejor su imagen y minimizar el impacto de las noticias negativas que pudieran seguir surgiendo. Verónica Fumanal, especialista en comunicación y liderezgo, quien aboga por unos pasos preliminares antes de tomar ninguna decisión.

«Lo primero de todo a la hora de afrontar una crisis reputaciones, es saber cómo está el parte de daños. Una cosa es lo que piensa cada persona con su ideología o valores y otra, lo que opina la opinión pública. Lo primero que haría sería unas buenas encuestas cuantitativas y cualitativas para saber lo qué opinan los monárquicos y los que no lo son, quiénes son aquellos dentro de esos grupos que valoran unas u otras aportaciones que ha hecho Juan Carlos a España, cuáles son las cuestiones que le reprocha más... A partir de ahí haríamos un análisis exhaustivo y científico de las cuestiones que se pueden mejorar», explica.

El rey Juan Carlos en uno de sus veranos en Mallorca. / gtres

Fumanal propone las siguientes medidas: «Lo más importantes sería que, de alguna manera suave o bien medida y controlada, hiciera una asunción no de responsabilidades, porque eso ya se ha hecho, sino un reconocimiento verbal de que no siempre estuvo a la altura. Creo que los ciudadanos están dispuestos a perdonar a las personas que les caen bien.

El ejemplo del elefante es clarísimo: en este caso se buscó un entorno medido, en el que se le veía vulnerable, con muletas, y la gente empatizó y quería perdonar. Ese episodio quedó ahí. Debería hacerse cargo del estado emocional de algunas personas que más lo han defendido y que ahora no están en posición de defenderle. También se podría hacer una estrategia que recordara o pusiera en valor todas las cosas buenas que hizo. Porque, desgraciadamente, están muy atrás, y la memoria es muy selectiva, las cuestiones malas se olvidan pronto, pero las buenas aún antes».

Por último, nos explica un claro caso de éxito: «Se podría hacer alguna obra como The Crown de Netflix, que en mi opinión es la mejor campaña de rehabilitación reputaciones que ha tenido Isabel II, que cuando murió quedó en todo lo alto y eso que tuvo épocas muy malas, como la etapa de Lady Di».

Cómo lavar la imagen de Juan Carlos I

Un diagnóstico en la misma línea, recibimos de dos profesionales de LaBase (una empresa especializada en asuntos públicos y comunicación política e institucional), Álex Comes, director y consultor de comunicación política, y Edgar Moscardó, director de Proyectos.

El rey Juan Carlos, en una imagen de archivo. / GETTY

Comes tiene muy claro cuál sería el camino a seguir: «El primer paso debería ser dotar de una mayor transparencia y una cercanía y proximidad con la ciudadanía en general. Antes que nada, debería dar unas disculpas de una manera pública y directa. No vale una carta o un comunicado escrito, debería dar la cara. También deberían ser unas disculpas que no fuesen las que dio cuando pasó el incidente de Botsuana, algo un poco más amplio».

Respecto al revuelo que el rey emérito generó en su regreso a España el año pasado, subraya que otro modo de gestionarlo era posible: «Lo de Sanxenxo fue un desastre porque no hubo transparencia y ni un ejercicio de comunicar de una manera cercana lo que iba a hacer. Hubo muchas filtraciones porque los medios iban dando información. Cuando la información no las das tú sino los medios, no es la que tú quieres dar. Si tú lideras el mensaje de lo que quieres comunicar todo es mucho más fácil».

Moscardó, como su compañero, considera que rehabilitar la imagen del rey Juan Carlos puede ser titánico, pero apunta caminos posibles: «Lo poco que puede ir haciendo es pequeños gestos como apoyar la marca España desde actividades benéficas sin ánimo de lucro, poner en valor el país desde fuera de las fronteras aunque no estoy obligado a ello, pero no me llevo nada. Aquí se trata de una cuestión de confianza. Cómo me creo yo ahora que lo que hace lo hace por amor a la bandera o porque detrás hay una esponsorización».

Otra solución que propone es más ambiciosa, pero quizás con demasiado en juego: «Considero muy arriesgado contar la parte de su historia. Hemos escuchado una parte de ella, pero no la suya, determinados aspectos sobre todo de su vida personal. Si consideran aterrizarlo al lado más humano, por ejemplo, en las relaciones que tenía fuera de su matrimonio. Es muy arriesgado porque no sabemos si pudieran salir más cosas.

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Su última recomendación, quizás, entronque con asumir con estoicismo la situación: «La reflexión es que si quizás no se puede rehabilitar esa imagen y se tenga que vivir siempre por debajo del radar, apartado de los focos, y continuar haciendo esas visitas de una manera discreta. Quizás sea ese el precio a pagar por haber tomado determinadas decisiones.»

Ignacio Martín Granados, politólogo, experto en comunicación y miembro de la Asociación de Comunicación Política (ACOP) incide en lo delicada que es esta situación a nivel humano para su hijo, Felipe VI: «El autoexilio a Abu Dabi tampoco ayuda, porque cuando hemos sabido sus problemas se ha quitado de en medio.

Se ha ido a una monarquía absolutista, a un paraíso fiscal o a un país que la Unión Europea vigila como paraíso fiscal, también ha cambiado su residencia fiscal allí. Pone poco de su parte. Ni siquiera tiene el respaldo de su propio hijo, que evita hacerse fotos con él por su mala reputación, que en vez de ayudar perjudica. Debe de ser muy duro para Felipe VI tener que desvincularse de su propia imagen porque sabe que la reputación no es buena».

También hace unas sugerencias al rey emérito para que mejore la percepción que se tiene de él: «Tiene 85 años y está de vuelta de todo, le importa ya poco lo que la opinión pública piense de él y considera que no se lo estamos pagando y no hemos sabido reconocérselo. Porque lo que vemos son regatas y comilonas de lujo, pero no vemos nada de reuniones familiares. Para rehabilitarlo, se podría reunir con sus nietos. El problema es que le vemos con Froilán y Victoria Federica, que son los que peor imagen tienen«, asegura

Por eso, la solución sería otras opciones: «Si tratara de dar un paseo con Leonor y Sofía podría venirle bien, ir a ver un partido de balonmano del hijo de Cristina, algún gesto que genere empatía. Hacer algo más cultural, visitar algún museo o alguna fiesta popular, que se de un pequeño baño de masas con la gente. Siempre se ha dicho que ha sido el monarca más campechano, que lo demuestre. No que se le vea en cuestiones tan elitistas y que haga lo que otros ancianos, jugar al mus o al dominó con sus amigos. O algo simbólico, el 1 de abril se cumplen 30 años de la muerte de su padre, don Juan de Borbón, que se acerque a llevarle unas flores», concluye.