CUENTA ATRÁS
CUENTA ATRÁS
Ha empezado la cuenta atrás para un acontecimiento que ocupará enormes espacios en la crónica social intencional. Están invitados los príncipes de Gales, pero no los duques de Sussex, y se espera la afluencia de importantes figuras de la aristocracia y el mundo empresarial. Hugh Grosvenor, séptimo duque de Westminster, y su prometida, Olivia Henson, apuran sus últimos días de soltería cargados de planes. Sin duda, úna boda de tal magnitud no se prepara en un día y son muchas las variables a tener en cuenta, especialmente en lo que ocurrirá a partir del día después.
La boda se va a celebrar el próximo 7 de junio en la catedral de Chester y ahora los novios no solo están pensando en los preparativos, también en cómo organizar sus vidas y cuál será su residencia definitiva, aunque por las pistas que tenemos es muy probable que viajen con frecuencia a Londres. Conviene recordar que el aristócrata y su familia son propietarios del gigante inmobiliario Grosvenor Group y en su catálogo de propiedades hay distintos emplazamientos idóneos para su nueva vida de recién casados.
Solo necesitamos poner unos ejemplos para hacernos una idea del poderío económico de la familia, la más rica del Reino Unido, si dejamos a un lado la familia real británica. Tienen nada menos que 1.213.000 metros cuadrados de terreno en Mayfair y Belgravia, dos de las zonas más elitistas de Londres, desarrollos urbanísticos en el centro de la ciudad y el centro comercial ONE de Liverpool. Y estamos hablando sólo en territorio británico, por supuesto. Diponen de 1.500 propiedades en 60 países.
El duque de Westminster, padrino de Archie, hijo de Harry y Meghan, es propietario en España de cuatro edificios de oficinas en Madrid, la sede de la ingeniería Idom situada en Montecarmelo, la de Naturgy, en Avenida de América, el edificio Titan 8 y el inmueble MB ONE en la elitista urbanización de La Moraleja. La joya de la corona es la finca La Garganta, en Almodóvar del Campo, en Ciudad Real. Es una de las más grandes de nuestro país, por cierto, y donde, al parecer, se conocieron el rey Juan Carlos I y Corinna Larsen.
Sin embargo, entre tantas opciones se habrían quedado, según ha desvelado la revista Tatler, con Eaton Hall, la finca familiar, situada en Grosvenor. No solo la habrían elegido por los recuerdos que el propio duque de Westminster, al igual que sus tres hermanas, atesora de su vida pasada allí sino por el excelente emplazamiento que les permitirá llevar una vida tranquila y apartados de la vida pública en tanto en cuanto así lo deseen. Sea como fuere, la pareja todavía no lo ha confirmado esplícitamente.
La mansión a la que se estarían mudando cuenta con un terreno de nada menos que 4.400 hectáreas, un lugar en el que pretenden echar raíces. Así lo ha desvelado recientemente la prometida, que en la actualidad trabaja en Belazu, una conocida empresa de alimentación. Además colabora codo con codo con su futuro marido en la Westminster Foundation, con la que realizan labores benéficas.
Fue precisamente en estos días, cuando estaban cumpliendo con uno de estos compromisos, cuando el duque de Westminster desveló los siguientes pasos que iban a dar: «Creo que la próxima vez que vengamos aquí (a la catedral de Chester) será un poco más estresante», manifestó el aristócrata a Hugh a Town & Country.
«Estoy increíblemente emocionado. También quería dejar muy claro lo increíblemente útil que ha sido la gente, el apoyo que me han brindado hasta ahora, algo por lo que estoy increíblemente agradecido. Me doy cuenta de que va a ser algo muy grande para la ciudad. Sin duda, también será algo muy importante para nosotros, así que estamos muy agradecidos por toda la ayuda«, aseguró.
Olivia Henson, por su parte, añadió: «Obviamente, es un lugar en el que viviremos, donde construiremos nuestras vidas juntos. Estamos haciendo una transición lenta para mudarnos desde Londres para quedarnos aquí de manera más permanente. En realidad ha sido una decisión muy fácil de tomar».
Unas afirmaciones que nos llevan a pensar que efectivamente se instalarán en la mencionada finca familiar, que está a menos de diez kilómetros de la catedral donde se van a casar. La historia de esta propiedad se remonta al siglo XV y la edificación actual nada tiene que ver con las precedentes, pues fueron reemplazadas conforme las necesidades de la familia se fueron transformando.