marido de diane von fürstenberg
marido de diane von fürstenberg
La historia de amor de Diane von Fürstenberg y el príncipe Egon no admite los valores de clase media para juzgarla ni los márgenes de la corrección política para evaluarla. Esa es la principal conclusión que podemos sacar de su relación después del visionado del documental DVF: Woman in Charge, disponible en España en Disney Plux. En él se disecciona la figura de la legendaria socialité y diseñadora, pero tiene un lugar de honor su exmarido, que falleció el 11 de junio de 2004 por complicaciones del sida.
El retrato que se hace del príncipe, hermano de la recordada Ira de Fürstenberg, es el de un bon-vivant que supo exprimir a la vida hasta el último aliento y a quien la propia diseñadora cerró los ojos en su lecho de muerte después de diez años conviviendo con el Vih. Como se subraya en el documental, la irrupción de este virus y la ola conservadurista que impuso la era Reagan puso fin a una época en la que la promiscuidad estaba muy bien vista, especialmente en la alta sociedad, y donde el deseo sexual no tenía más limitaciones que la propia voluntad.
Diane von Fürstenberg (Diane Simone Michelle Halfin es su verdadero nombre) aseguraba en una reciente entrevista en The New Yorker que su marido era «súper guapo y súper promiscuo». Además, que era un objeto de deseo por parte de hombres y mujeres que envidiaban a esta menuda mujer belga judía que se revelaba contra los cliches de genero y los códigos estéticos que se estaban imponiendo entre mujeres de negocios como ella. Lejos de optar por los trajes sastres masculinizados creó el emblemático wrap-dress en 1974. Una prenda imprescindible y atemporal que han lucido figuras como Kate Middleton y Oprah Winfrey, era todo lo contrario a lo imperante, ceñía y estilizaba la figura de la mujer y le daba un enorme sentido de libertad. Esta última palabra y este concepto han sido y fueron el motor de la vida de ambos.
Egon y Diane se conocieron en Ginebra cuando ambos eran estudiantes, su historia de amor fue fulgurante y, si nos atenemos a la narrativa de la diseñadora, primero llegó el anillo de compromiso y después el embarazo. Se casaron contrarreloj cuando ella se encontraba en el tercer mes de gestación y, sin paños calientes, la sociliate admite que la familia italiana de su marido (su madre era Ciara Agnelli, hermana del mítico Gianni Agnelli, presidente de Fiat) si la aceptó.
Sin embargo, la rama alemana no estaba precisamente entusiasmada con su sangre judía (su madre sobrevivió milagrosamente al campo de extermino de Auschwitz y se quedó embarazada de ella aunque los médicos le aseguraban que moriría al dar a luz). De hecho, en el documental se recuerda que Tassilo von Fürstenberg asistió a la boda, pero no se quedó en el banquete nupcial.
Tuvieron dos hijos, Alexander (divorciado de Alexandra Miller, hermana de Marie-Chantal) y Tatiana, quienes hablan con naturalidad en el documental de la bisexualidad de su padre y estaban al tanto de los amantes que tenía y que se sucedían a una velocidad vertiginosa.
Su exmujer (se divorciaron en 1983) deja muy claro que «nunca dejé de quererle». Para todos ellos fue un duro golpe su muerte en 2006, una época en la que admitir la causa suponía todavía una estigmatización. De hecho, en el comunicado con el que se dio la noticia de su deceso se hablaba de una bronquitis que se había complicado.
Bautizado por el papa Juan XXIII y con una exquisita educación, el príncipe Egon se convirtió en una figura de enorme relevancia social en Nueva York, ciudad donde vivió su máximo esplendor social. Allí empezó a trabajar en Chase Manhattan Bank, pero las finanzas no le atraían en absoluto por lo que se matriculó en el Fashion Institute of Technology.
Junto a Diane se convirtieron en la it-couple de la ciudad que nunca duerme y no había fiesta que se perdieran. Especialmente las celebradas en Studio 54, donde eran habituales Andy Warhol y su inseparable cámara, Liza Minnelli y Fran Lebowitz, posiblemente la mejor cronista de todos los tiempos del devenir de la gran manzana.
Aunque en ciertos puntos del documental, Diane se lamenta de no haber prestado más atención a sus hijos, la fórmula de vivir en dos apartamentos de Park Avenue, uno para su marido y ella y otro para los niños, pareció dar resultado inicialmente. Más allá de la distancia física, que no emocional, no acabaron convirtiéndose en una familia desestructurada, simplemente se situaron lejos de la convencionalidad.
Al fin y al cabo Alexander y Tatiana y los cinco nietos que le han dado a la diseñadora son el mayor legado del matrimonio. Como pareja abierta funcionaron hasta que un reportaje en la revista New York publicado en 1973 puso negro sobre blanco las virtudes y posibles carencias de su vida en pareja hizo que la diseñadora se plantease emprender caminos separados. Hasta una década más tarde no firmaron el divorcio.
Esa entrevista fue demoledora para la supervivencia de la pareja y parece que fue el detonante que hizo saltar por los aires sus normas de convivencia que habían desafiado a lo que quizás se esperaba de ellos. Diane manifestaba que «la única manera para que una relación sobreviva es no tener sexo en absoluto».
Egon, que aparecía fotografiado con una toalla alrededor de su cintura manifestaba que «solo se vive una vez, y estoy sacando el mayor partido posible. Después de un tiempo la pasión se enfría, así que un poquito aquí, un poquito allá a las tres de la tarde, ¿qué daño hace?. Asimismo, aseguraba que si conociera a un hombre atractivo no le importaría experimentar.
Egon von Fürstenberg comenzó a trabajar para los populares almacenes Macy's en la década de los 70 y unos años más tarde, en 1975, lanzó una colección de ropa para mujeres de talla grande, a la que seguiría una masculina. Después llegarían los complementos y diversos libros sobre etiqueta e interiorismo. Entrados en los 80 regresó a Italia.
Se estableció en Milán y dos años más tarde abrió oficina en Roma. Vivía en un palacete renacentista cercano al Partenón, aunque al parecer era muy austero y, por ejemplo, no le gustaba gastar dinero en taxis. Volvería a casarse poco después de su divorcio con Lynn Marshall, propietaria de una floristería en Nueva York y oriunda de Mississippi. Una relación que tampoco prosperó.
El aristócrata era un habitual de Fire Island, un destino de turismo gay frecuentado por las élites, como él mismo contó a la revista W. Allí se rodeó de figuras como Halston, cuya fascinante vida fue recreada en una serie de Netflix protagonizada por Ewan McGregor; Calvin Klein, Ray Cohn, el abogado de cabecera del controvertido senador McCarthy, o el magnate audiovisual David Geffen. Participaban en fiestas que las de Studio 54 parecían juegos de niños, según desveló Calvin Klein.
En el momento de su muerte, Klein contó una anécdota que resumía muy bien su talante y su manera de entender el mundo. Se habían encontrado en Río de Janeiro, donde el hermano de Ira de Fürstenberg tenía un apartamento con espectaculares vistas al océano: «Era maravilloso, se empeñó en mostrarnos la ciudad aunque ya habíamos estado allí antes. Quería que la viéramos del modo que la veía él. Ahora somos todos mayores, pero hace tan solo un par de añosestaba bailando en una discoteca de Budapest. Eran las dos de la mañana y quién llega en ese momento sino Egon… Siempre me lo encontraba de manera inesperada en los sitios más divertidos, viajaba mucho. Siempre supe que si iba a la discoteca adecuada en la ciudad adecuada Egon estaría allí».