Eugenia Martínez de Irujo es la auténtica heredera del espíritu rebelde de la añoradísima Cayetana de Alba, y no solo por lucir la sonrisa más auténticamente feliz de la familia, ponerse el mundo por montera con su animalismo o casarse en Las Vegas vestida de Marilyn.
Cuando tantos ven en ella a su madre perciben, también, la generosidad con la que cuida los vínculos importantes, sobre todo, aquellos que han formado parte de su infancia . Su entrañable relación con Margaret, a la que considera una hermana, es uno de ellos.
La infancia de los hijos pequeños de Cayetana Fitz-James, la duquesa de Alba, no fue precisamente un camino de rosas. Al menos, eso es lo que se puede concluir a través del relato que de ella ha hecho Cayetano Martínez de Irujo y de algunas declaraciones de su hermana Eugenia.
No fue fácil para ellos formar parte de la familia Alba. El duque de Salvatierra fue el primero de los Alba en revelar la dureza de una infancia solitaria, que se dolió del fallecimiento de su padre, Luis Martínez de Irujo y Artázcoz, cuando solo tenía nueve años, y de la distancia con la que le trató su madre.
«Tuve una infancia triste y solitaria. Mi padre murió cuando yo era pequeño, mi madre siempre estuvo fuera de casa haciendo de duquesa de Alba y, cuando nació mi hermana Eugenia, me quitaron a mi nanny y tuve que lidiar con niñeras que fueron muy duras conmigo». Del segundo marido de Cayetana, Jesús Aguirre, dijo lo siguiente: «Llegó Jesús y me intentó someter por la fuerza en el puesto de mi padre».
También Eugenia Martínez de Irujo ha comentado algunos episodios dolorosos de su infancia, aunque en su caso sí pudo disfrutar del afecto de su madre, quizá por haber llegado en un momento de mayor madurez y aprendizaje de Cayetana, que la tuvo cuando ya tenía 42 años. No fue la relación maternal la que ocasionó sus malos recuerdos infantiles, sino precisamente Jesús Aguirre. La duquesa y Aguirre estuvieron 25 años casados.
«Cuando se casó con Aguirre fue pésimo para nosotros. Era muy culto, pero cero humano. Era muy malo», confesó Eugenia en un conocido programa de televisión. «Me dijo unas cosas con 11 años que aun las tengo guardadas. Me llamó a su despacho y dijo que si seguíamos viviendo en casa era gracias a él. Que si le pasaba algo a mi madre, que, según él, estaba enferma del corazón, cosa que era mentira, yo sería la culpable. Lloré mucho».
«Esa unión con mi madre fue nefasta para nosotros.», desveló Eugenia Martínez de Irujo. «Todo el mundo tiene a ese hombre como en los altares, pero mira, me quedo muy bien sacando lo que ha sido en realidad». Y añadió: «Muchas veces me enfrenté a él, pero mi madre ahí siempre le defendió hasta el final, siempre quiso que le viéramos de otra manera, que era imposible verle».
Por suerte para Eugenia y Cayetano Martínez de Irujo, ya estaba en sus vidas Margarita Cayarga, esa nanny que pasó de cuidar a Cayetano a criar a Eugenia, y que ejerció como una segunda madre de ambos y también de su hermano mayor, Fernando.
Cayarga llegó a la familia Alba muy joven pero ya formada como puericultora y crió a los seis hijos de la duquesa de Alba. Fue educadora, amiga y madre para todos ellos, aunque cuando llegaban a la preadolescencia pasaban a manos de una institutriz inglesa.
Desafortunadamente, falleció en Madrid a los 94 años, en 2015, justo un año después del fallecimiento de Cayetana, duquesa de Alba. Fue un golpe durísimo para los hermanos perder a sus dos madres prácticamente a la vez. El conde de Salvatierra acudía todas las semanas a su domicilio para pasar tiempo juntos: era una persona imprescindible en su vida. Contó que le salvó la vida de pequeño, cuando se cayó a una piscina, y desde ese momento el vínculo entre ellos se hizo irrompible.
Dicen que la relación entre Margarita, Nana, y Cayetano era tan estrecha, que la duquesa de Alba llegó a tener celos de ella. Cuando ya estaba fuera de la órbita de Cayetana de Alba, Cayarga siempre decía entre risas que se había llevado «al mejor hijo» de la duquesa. Este, de hecho, se ha preocupado siempre por su bienestar y la invitaba frecuentemente a pasar temporadas en la finca Las Arroyuelas, en Carmona (Sevilla).
Margarita Cayarga tuvo a su hija Margaret en 1966. Solo le lleva dos años a la duquesa de Montoro, por lo que ambas niñas se criaron juntas, prácticamente como hermanas. De ahí que Eugenia Martínez de Irujo se refiera a ella como su hermana en Instagram. Margaret nació con síndrome de Down, una circunstancia que ha sensibilizado a ambos hermanos en esta afección genética y en la necesidad de integrarla y normalizarla.
Es facilísimo seguir la relación de Margaret (56 años) y Eugenia Martínez de Irujo a través de Instagram, pues la duquesa de Montoro no suele faltar a la celebración de su cumpleaños y, como vemos ahora, busca pasar días de vacaciones con su querida hermana.
La vinculación entre Margaret y los hermanos Martínez de Irujo no es solo afectiva, sino legal: Cayetano se comprometió a cuidar de ella cuando Margarita falleciera, y desde 2015 es su tutor legal.