Federica de Grecia, en una imagen de 1974. /
Federica de Hannover, madre de la reina Sofía , vivía en Madrid, en el Palacio de la Zarzuela, cuando murió. Federica había partido al exilio, junto a su hijo el rey Constantino y su familia en 1967. Su fallecimiento fue a consecuencia de un infarto sufrido dos horas después de haberse sometido a una operación de blefaroplastia, bajo anestesia general, que no entrañaba ninguna complicación. Pero su corazón no lo resistió.
Federica nació en Blankerburg, Alemania, el 18 de abril de 1917. Era hija del príncipe Ernesto Augusto III, Duque de Brunswick, y de la princesa Victoria Luisa de Prusia. Su madre era la única hija del kaiser Guillermo II y de Victoria de Holstein-Sonderburg-Augustenburg. Federica era bisnieta de la reina Victoria . Por sus venas corría sangre británica y alemana.
Su deseo era ser enterrada en el pequeño cementerio del Palacio de Tatoi , cerca de Atenas, donde también estaba enterrado su marido, el rey Pablo I de Grecia. Pero Federica y toda la familia real griega estaban exiliados y no tenían permiso para regresar a Grecia. Para conseguir esa autorización, fue providencial la intervención del rey Juan Carlos.
Federica murió el 6 de febrero de 1981 en la Clínica madrileña de La Paloma. Tenía 63 años. Carlos Zurita, esposo de la infanta Margarita y médico especialista en aparato circulatorio, estuvo con ella en el quirófano, pero no pudo hacer nada cuando, dos horas después de despertar de la anestesia se sintió mal. Federica no había avisado a sus hijos de que iba a operarse, porque era una cirugía menor. De hecho, en aquel día de febrero, la reina Sofía estaba esquiando en Baqueira con su marido y sus hijos.
El rey Constantino de Grecia junto a su esposa Ana María, y Federica de Hannover durante un acto oficial con su hijo Pablo. /
Fue el rey emérito quien recibió la noticia, pero decidió no decir nada a doña Sofía y solo le dijo que regresaba antes a Madrid porque la reina Federica se encontraba indispuesta. No quería preocuparla. Pero, las cosas sucedieron de tal modo que doña Sofía no pudo evitar enterarse de forma dura y sorprendente de la muerte de su madre. Fue al aterrizar en Madrid, en un avión de las Fuerzas Armadas, cuando el jefe de la base le dio el pésame, cuando la reina no sabía nada todavía.
La reina griega permaneció en una capilla ardiente durante una semana, donde fue velada por sus hijas Sofía e Irene y su nuera, la reina Ana María . Mientras tanto, el rey Juan Carlos trataba de negociar con el Gobierno griego, presidido por Constantinos Karamanlis, que había prohibido que la familia real helena pisara suelo griego. Hubo momentos tensos, pero, finalmente, Karamanlis accedió a que la familia real estuviera en Grecia cinco horas y que la reina fuera llevada al cementerio de Tatoi.
Federica de Grecia junto a su hija, doña Sofía, en una imagen de archivo. /
Federica llegó a Atenas, junto a sus hijos y nietos, pero no recibió honores de ningún tipo. Sus hijas y su nuera iban rigurosamente enlutadas, cubiertas por un velo. El rey Constantino se arrodilló al bajar del avión y beso el suelo griego. El rey Juan Carlos aterrizó en un segundo avión y sí recibió honores porque era el Jefe del Estado español y el primer ministro griego acudió a recibirle.
El funeral se celebró en el mismo cementerio. Sus hijos y nietos se arrodillaron ante la tumba. Entre los asistentes, estaban la reina Juliana de Holanda, Felipe de Edimburgo, marido de la reina Isabel y sobrino de Federica, el rey consorte de Dinamarca y los príncipes de Lietchenstein. Doña Sofía lloró desconsolada.