Aniversario

La boda de Federico y Mary de Dinamarca hace 20 años: alerta nacional, toque español y la advertencia de la reina Margarita

Recordamos todos los detalles del gran enlace celebrado en Copenhague hoy hace dos decapas, que supuso el broche de oro a un romance de cuento de hadas, el de Mary Donaldson el príncipe Federico.

Mary Donaldson y el príncipe Federico el día de su boda hace 20 años. / gtres

Jorge C. Parcero
Jorge C. Parcero

Puede que ahora los reyes Federico y Mary sean los nuevos ocupantes del trono de Dinamarca y celebren ya el vigésimo aniversario de su boda, pero su historia de amor real tiene unos comienzos mucho más humildes. Su relación comenzó en el lugar más insólito: un pub del puerto de la ciudad de Sídney, a miles de kilómetros de Escandinavia. El entonces príncipe Federico se encontraba en la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 2000 cuando vio por primera vez a la australiana Mary Donaldson . El joven royal que se presentó simplemente como «Fred», entabló conversación con la publicista de 28 años de Tasmania... y el resto es historia.

«Algo encajó», dijo Mary sobre la noche en que se conocieron en una entrevista de 2005. «No fueron los fuegos artificiales en el cielo ni nada parecido, pero había una sensación de emoción». Esa emoción se convirtió en un romance secreto a distancia y, para 2003, Mary se había trasladado a Dinamarca y la Reina Margarita había dado su consentimiento para que la pareja se comprometiera. Se casaron el 14 de mayo de 2004 en Copenhague. Entonces la plebeya Mary pasó a formar parte de una de las monarquías más antiguas del mundo.

Aquel día, nublado pero sin lluvia, cientos de miles de daneses se lanzaron jubilosos a las calles de la capital para celebrar la boda del heredero del trono más antiguo de Europa y Mary Donaldson, la primera australiana destinada a convertirse en princesa. En las entrevistas publicadas por Reuters de los daneses expectantes por el gran día, estos le mostraban su apoyo.

«Es buena para Federico y para el pueblo», decía una persona que se había tomado el día libre para empaparse del ambiente en una ciudad engalanada con las banderas de ambas naciones, flores y globos rojos en forma de corazón con los nombres de la pareja. «Ella representará a Dinamarca y nos venderá bien en el extranjero, trabajando para nosotros igual que la reina Margarita y el príncipe Henrik», añadía otra más.

Gran despliegue policial y lista de invitados VIP con sabor español

La policía controlaba los bolsos de quienes entraban en las estrechas calles del centro histórico de Copenhague, donde la pareja real realizó un recorrido en coche de caballos descubierto desde la catedral hasta el palacio de Amalienborg, acompañados por jinetes del Regimiento Real de Húsares, antes de celebrar un banquete para 400 invitados en el castillo de Fredensborg. A la ceremonia religiosa acudieron el doble de personas.

El dispositivo de seguridad era muy estricto, ya que Dinamarca estaba en alerta nacional al tener destacadas tropas en Irak en la coalición liderada por Estados Unidos. Pero también porque la lista de invitados incluía a miembros de la realeza de toda Europa y Japón.

La infanta Elena junto a Jaime de Marichalar en la boda de Federico y Mary de Dinamarca. / GTRES

Entre ellos una nutrida representación de la Familia Real española. Allí pudimos ver a la reina Sofía, de morado, que llegó con los reyes belgas. Las infantas Elena y Cristina accedieron a la catedral del brazo de sus todavía esposos, Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin. De rojo y vestida por Lorenzo Caprile , apareció deoña Letizia junto a Felipe, con el que se casaría a los pocos días de este enlace.

La princesa Carolina de Mónaco en la boda de Federico y Mary de Dinamarca. / GTRES

El enlace fue un despliegue total del 'quién es quien' de la realeza. Por allí pasaron los reyes Constantino y Ana María de Grecia, el Aga Khan, la Familia Real belga, Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover , Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda, Naruhito de Japón o el príncipe Eduardo y su esposa Sophie, por citar solo a algunos de los royals más destacados.

Del vestido de la novia al significado de las flores

A su llegada a la catedral, se supo que Mary Donaldson había encargado al diseñador danés Uffe Frank, discípulo de Armani, el diseño de su espectacular vestido de novia. Confeccionado en satén duchesse marfil, la falda estaba forrada con 31 metros de tul. Federico de Dinamarca, que llegó media hora antes que su prometida acompañado por su hermano el príncipe Joaquín, lució el uniforme de gala de la Armada.

Quizá la parte más histórica y tradicional del atuendo nupcial de Mary fue su velo. Llevaba el velo de encaje irlandés que le regalaron a Margarita de Connaught cuando se casó con el príncipe heredero Gustavo Adolfo de Suecia. Su hija, Ingrid, lo llevó en su boda con el futuro rey Federico IX de Dinamarca y, desde entonces, las novias reales danesas lo han incorporado a sus atuendos.

Mary Donaldson el día de su boda con Federico de Dinamarca hace 20 años. / gtres

El ramo de la novia también tuvo un simbolismo especial. Entre las rosas y hortensias blancas había hojas de eucalipto para recordar a su Australia natal. Mary enviaría las flores de su boda a la tumba de su madre en Escocia después de la ceremonia. En cuanto a su joya más destacada, Mary estrenó ese día la tiara de diamantes que le compraron como regalo de bodas sus nuevos suegros, la reina Margarita II y el príncipe Henrik

Las damas de honor de Mary Donaldson fueron su hermana Patricia Bailey, su mejor amiga Amber Petty y su hermana mayor, Jane Alison Stephens. La novia llegó acompañada de su padre, John Donaldson, de ascendencia escocesa, que vistió un kilt tradicional para acompañar a su hija al altar.

Las lágrimas del novio, el menú nórdico y las palabras más emocionantes

Mientras los invitados al banquete de bodas degustaban un menú de alta cocina escandinava a base de timbal de marisco de los mares nórdicos en salsa de erizos de mar, venado asado de los bosques reales, vol-au-vents rellenos de espárragos blancos daneses y pollo a la sidra de manzana, se sucedieron emotivos discursos.

La reina Margarita de Dinamarca dio las gracias a su nueva nuera por inspirar a su hijo a encontrar su «verdadero yo». Dirigiéndose a su primogénito dijo: «Conocer a Mary trajo la primavera a tu corazón, y todo floreció a tu alrededor, como vemos florecer la estación en este día de mayo».

Pero, como si se tratase de una premonición de los momentos de crisis que han atravesado, añadió una nota de cautela: «Ahora es la estación de las flores. A vuestro alrededor hay mucha alegría y felicidad. Pero no siempre será verano. Hay días de lluvia y mal tiempo, y a pesar de la brisa fresca, el jardín danés puede resultar a veces un poco estrecho, por muy bonito que parezca. Pero esta noche no hay límites».

Mary y Federico de Dinamarca tras darse el «sí, quiero». / GTRES

Por su parte el novio, cuyas lágrimas en el altar de la catedral luterana de Copenhague fueron uno de los momentos más destacados de la boda, dijo que «el resplandor de su esposa brilló claramente para mí desde nuestro primer encuentro. Desde entonces estoy cegado y dependo totalmente de ella», dijo. «La alegría y la fuerza que me das son como el sol de día, que, con su resplandor, derrite todas las dudas y la oscuridad en la Tierra. Y como la luna por la noche, brillas con un rayo vigilante y delicado de dulzura, que apaga las travesuras y los engaños utilizados por los símbolos de las tinieblas».

«Te amo María. ¡Ven, vamos! A través de mil mundos, el amor ingrávido espera», concluyó el ahora monarca danés, mientras Mary luchaba por contener las lágrimas. Tras el brindis, ambos se abrazaron y besaron sin importarles el protocolo ni la ilustre compañía presente.