La trampa de Mónaco: cómo la madre y la hermana del príncipe Rainiero acabaron con las ilusiones de Grace Kelly y la sometieron a una vida de tristeza y soledad

De actriz a princesa, te contamos la realidad de la dura vida de Grace Kelly tras decidir dejarlo todo para entrar en el mundo de la realeza en un pequeño reino europeo, Mónaco.

Grace Kelly pasó de ser una actriz muy reconocida a la princesa de Mónaco. / GETTY

Elena Castelló
Elena Castelló

El 4 de abril de 1956, Grace Kelly abandona los Estados Unidos a bordo del trasatlántico «Constitution». ¿Su destino? Un pequeño reino europeo del que va a convertirse en princesa. A bordo del barco viaja también su familia. Además de decenas de reporteros que siguen su viaje. Para ellos, la ceremonia que va a unir a Grace con el príncipe Rainiero de Mónaco es «La boda del siglo». La Metro Goldwin Mayer quiero inmortalizar por última vez a su estrella. Las cámaras la siguieron hasta el interior del palacio y durante toda la ceremonia, celebrada el 19 de abril y seguida por 30 millones de personas a través de la televisión.

Grace tiene en ese momento 27 años y está en lo más alto de su carrera como actriz, pero ha dejado atrás Hollywood para dedicarse en cuerpo y alma a Mónaco. Tendrá que acostumbrarse a las reglas del protocolo, a lo que se espera de ella y a lo que no y aprenderá francés en tiempo récord.

Tras salir de la catedral comienza el camino para forjar a la princesa Gracia de Mónaco, discreta y dedicada, que debe ganarse el respeto de los monegascos, pero que ya no concede ninguna entrevista, pese a sus apariciones públicas casi cotidianas.

Los primeros años son difíciles. Se siente sola e ignorada por las familias que rigen la vida social en Mónaco. Lo primero que le critican es la nueva decoración de Palacio, con muchas plantas y muebles de diseño, demasiado californiano según estiman.

Para los lectores y los fans de Grace Kelly su boda es «un cuento de hadas». La novia muestra una belleza frágil y elegante y un estilo que hace soñar a todas las jóvenes de los años cincuenta. Sin embargo, las bambalinas de aquella unión eran bastante menos románticas.

Grace tuvo que pagar una dote de dos millones de euros: una parte la puso de su dinero, ganado como actriz, y otra parte se la entregó su padre, un rico empresario de Filadelfia que nunca la admiró, a cuenta de su herencia. Vivió una vida de lujo, pero ni un euro era suyo. Al fallecer, el 14 de septiembre de 1982, poseía tan solo 10.000 euros.

Elegida entre una lista de actrices –entre las que figuraba Marilyn Monroe– tras una cita a ciegas organizada por un fotógrafo de la revista Paris-Match, es difícil no ver el matrimonio de Grace y Rainiero como una transacción política y económica. Mónaco había devenido un territorio sin atractivo, a diferencia de lo que ocurría a principios de siglo, y necesitaba una figura que llamara la atención. Rainiero la encontró en Grace.

Pero, además de las grandes familias monegascas, Grace se encontró, desde mismo día de su llegada, con dos poderosos adversarios, dispuestos a hacerle la vida imposible: su suegra, la princesa Carlota, y su cuñada, la princesa Antonieta. Carlota Grimaldi era hija ilegítima de Luis II de Mónaco. Su madre era una bailarina de cabaret, Marie Juliette Louvet.

A pesar de no reconocerla, Carlota recibió una educación de heredera. Finalmente, Luis II reconoció a su hija adolescente, con el titulo de Duquesa de Valentinois, en 1919. Un año después, Carlota se casa con el conde Pierre de Polignac de quien se decía que era homosexual y amante del escritor Marcel Proust. Tuvieron dos hijos: Rainiero y Marie Antoinette y el matrimonio se separó a los 10 años.

La relación de Grace Kelly con su suegro, Pierre de Polignac, con quien Rainiero tenía una estrecha relación, fue cordial. Fue por esta razón por la que Grace nunca fue bien recibida por Carlota. Le parecía una advenediza. Se vieron pocas veces, una de ellas en la boda con Rainiero. Pero Carlota se instaló en Francia y se dejó ver en muy contadas ocasiones. Centró todos sus esfuerzos en su labor solidaria.

Cuando Rainiero cumplió 21 años, Carlota renunció a sus derechos al trono. En el castillo de Marchais, vivió junto a su amante, René Grier, del que se dice que era un famoso ladrón de joyas, pero con el que nunca se casó. Carlota Grimaldi fallecía en 1977, a los 79 años, en 1977. No dejó ni una sola de sus joyas a Grace. Su cofre pasó directamente a su nieta Carolina. Tensión, desprecio y frialdad fue todo lo que le había transmitido a Grace.

Tampoco Marie Antoinette tendió nunca la mano a Grace. Criada sin amor –su madre se instaló en Francia y los dejó a ella y a su hermano pequeño Rainiero al cuidado de su abuelo–, se sintió amenazada por la llegada de Grace e hizo lo indecible para complicarle la vida. Fantaseaba con la idea de que su hijo fuera el heredero, convirtiéndose en la en regente, lo que la llevó a implicarse en conspiraciones con las autoridades francesas.

Cuando Rainiero se casó con Grace, centró todos sus esfuerzos en desprestigiar a su cuñada, a la que acusaba de no saber educar a sus hijos. Rainiero la envió al exilio. Su pasatiempo favorito entonces fue difundir rumores. Su vida parecía el argumento de una telenovela: sus tres hijos nacieron antes de casarse, algo que hizo tres veces.

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