LIBERTAD PARA EL EX DUQUE
LIBERTAD PARA EL EX DUQUE
Iñaki Urdangarin salda el próximo 9 de abril sus cuentas con la justicia, o sea, se convierte en un hombre libre. Doblemente libre, podríamos decir, pues hace algunos meses que el balonmanista olímpico también disolvió su lazo matrimonial con la infanta Cristina. Estos vínculos legales por fin extintos permiten al ex duque de Palma comenzar una nueva vida con Ainhoa Armentia, su actual pareja. Fingir, quizá, que la familia Borbón jamás se cruzó en su camino.
Se terminan así los largos tres años que Iñaki Urdangarin ha tenido que vivir en régimen de tercer grado y, luego, en libertad condicional. Un periodo en el que advirtió su enorme dificultad para ejercer su profesión soñada (coach deportivo), pero recuperó la ilusión del amor, con Ainhoa Armentia, una compañera de oficina en el bufete de abogados de Vitoria en el que se empleó para lograr permisos para salir de la cárcel. El ex duque hizo borrón y cuenta nueva de la única Borbón que aún quedaba su lado: la infanta Cristina.
En realidad, ni Iñaki Urdangarin podrá liberarse del todo de la familia real ni los Borbón pueden desmarcarse del caso Nóos, el escándalo de corrupción financiera que llevó al ex duque de Palma de Mallorca a la cárcel y sentó a la infanta Cristina en el banquillo: era la primera vez que un miembro de la familia real se veía en tal circunstancia. Los reyes Juan Carlos y Sofía difícilmente olvidarán la imagen de su hija pequeña sentada frente al juez José Castro, al que respondió 550 veces 'no lo sé'. El interrogatorio, celebrado ahora hace 10 años, duró seis horas.
Antes del juicio, las filtraciones de los documentos interceptados a Iñaki Urdangarin tuvieron que disgustar tremendamente a la familia real, por groseros. Toda la prensa publicó unos correos electrónicos en los que el deportista olímpico firmaba como «el duque emPalmado». «Yo me comunico así con las personas a las que envío mis correos. Hasta ese momento no encuentro que los correos más de broma, de lenguaje jocoso, dañen mi intimidad», dijo este.
La incomodidad de la familia Borbón con el destino de Iñaki Urdangarin y, por extensión, con el de la infanta Cristina y los cuatro hijos de ambos se resolvió con distancia. No volvió a verse a ningún miembro de la familia real junto al ex jugador de balonmano y, desde la publicación de las fotos de Urdangarin y Ainhoa Armentia, tampoco de la hija pequeña de los reyes Juan Carlos y Sofía. Dichas fotos supusieron otra fuente de disgusto en Zarzuela y sus satélites. Y no fueron las últimas.
Tras la salida de la cárcel de Iñaki Urdangarin, primero gracias a los permisos especiales que permitió su trabajo y luego con la libertad condicional, la familia Borbón tuvo que acostumbrarse a su impericia a la hora de ponerse a salvo de los periodistas. Fue sin duda incauto al pasear a la luz del día, frente al entero mundo, con Armentia, cosa que produjo la impresión de que efectivamente, el ex duque de Palma quería ser fotografiado con su nueva pareja.
Estas no fueron, sin embargo, las únicas fotografías que incomodaron a los Borbón. Sorprendentemente, Iñaki Urdangarin fue fotografiado llorando desconsoladamente en su coche, mientras Ainhoa Armentia trataba de animarle. Los periodistas observaron el llanto durante veinte minutos y así lo relataron, disparando rumores sobre la salud mental del ex duque de Palma y la presión que podía estar recibiendo, también por parte de la familia real.
En la narrativa mediática, estaba claro quién era la víctima, una víctima enamorada hasta las últimas consecuencias de un señor que no supo estar a la altura de una infanta. Estas fotos iban en contra de toda la narrativa que se había proyectado hasta la fecha y colocaban a Iñaki Urdangarin en la posición en la que realmente debía estar: agobiado, más bien abrumado por la persecución de la prensa, sus dificultades para reiniciar su nueva vida personal y profesional y la presión de las negociaciones del divorcio.
No fue aquella la última vez que Iñaki Urdangarin puso en un aprieto a la familia Borbón, incluso a la que aún reside en el palacio de la Zarzuela. Hubo, parece ser, bastante tira y afloja con la cuestión de los escoltas, los profesionales que lograban espantar a los periodistas que insistían en seguirle los pasos al olímpico. El ex de la infanta Cristina luchó por mantenerlos denodadamente y lo hizo, no sin muchas críticas en los medios de comunicación, hasta la firma de su divorcio.
Más allá de la cuestión de los escoltas, incómoda para Zarzuela, hubo un viaje relámpago de Iñaki Urdangarin e Ainhoa Armentia a Baqueira que puso a la Casa Real en alerta. La pareja de novios no solo acudió a una estación de esquí marcada indeleblemente por la figura de los Borbón. Además, pernoctó o pretendió hacerlo en el chalet reservado a la familia real en la famosa urbanización de La Pletá, no supimos si con justificación o permiso o sin ellos.
Para sorpresa de todos, el rey Felipe salió inmediatamente para allá, dispuesto a surcar la nieve y alojarse en una residencia que considera suya. Fue casi una escamaruza. El episodio de enfrentamiento más directo que hemos visto hasta la fecha. Poco después, supimos que no había sido la primera vez que el monarca había viajado a Baqueira para 'reclamar' esta casa.