Amor a primera vista, críticas y una trágica separación marcada por la infidelidad: cómo se conocieron la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin

Un amor a primera vista que ha dado como resultado un largo matrimonio y cuatros hijos. El martes 4 de octubre cumplirían 25 años de casados.

La infanta Cristina con Iñaki Urdangarin en una cena de gala. / gtres

Elena Castelló
Elena Castelló

Parece que para la infanta Cristina fue amor a primera vista. Ella se fijó en él, por primera vez, en Atlanta, en los Juegos Olímpicos de 1996, cuando el equipo de balonmano celebraba haber ganado la medalla de bronce. Ella fue la encargada de saludar al equipo. Pero fue al regreso a Barcelona, cuando la infanta se interesó de verdad en Iñaki Urdangarín y no cejó hasta que consiguió su teléfono.

Urdangarín tenía un pequeño restaurante en el pasaje Pellicer, al lado de la avenida Diagonal, con otros socios, El Pou, un local que se había puesto muy de moda. Al regreso de los Juegos se montó allí una fiesta para celebrar esa medalla ganada en verano y acudió la infanta Cristina, con otros amigos comunes.

Vídeo. Luces y sombras en la relación Urdangarin - Infanta

Fue la infanta la primera que llamó a Iñaki y en la siguiente cita fueron a cenar. A partir de aquel momento, la pareja comenzó a verse con asiduidad. Incluso fueron a Zaragoza a un concierto de Michael Jackson. Pero siempre se movían con amigos, que les hacían de escuderos. En más de una ocasión Cristina e Iñaki salieron de sus casas en el maletero de algún coche, para despistar incluso a los guardaespaldas.

Pero Iñaki se sentía inseguro. El jugador de balonmano no había dejado de ver a su novia de entonces, Carmen Camí, con la que incluso en aquellos días hacía planes de boda. Parece que ni ella ni Cristina sabían nada la una de la otra y que Carmen se enteró de la relación con la Infanta por las revistas.

Iñaki dejó entonces el noviazgo y aceptó el papel de pareja oficial de la infanta Cristina. Empezaron a verlos juntos en restaurantes de Barcelona en íntimas comidas. Y los rumores corrieron. Muchos fines de semana se escapaban a Viladrau.

La infanta Cristina en 1996. Gtres.

Cristina temía que no les dejaran casarse y de ahí que la relación fuera tan discreta. La Infanta no se equivocaba y, cuando desveló su noviazgo, tuvo que vencer algunos reparos de la familia real que no veía apropiado que la Infanta saliera con un deportista, aunque fuera de élite. También hubo un ultimátum por su parte: amenazó con irse a vivir con él si no aceptaban el compromiso.

Pero, poco a poco, las cosas se solucionaron. El rey Juan Carlos apreció en Iñaki a un joven deportista, emprendedor y abierto y dicen que el joven se convirtió en su yerno favorito. El día de la pedida oficial de mano, en el palacio de la Zarzuela, el 29 de abril de 1997, la familia posó al completo, muy sonriente, y la reina Sofía declaró: «Estamos encantados».

Doña Cristina, con un estiloso traje de chaqueta blanco, contó que habían decidido casarse tiempo atrás y que la boda sería en Barcelona. También reveló que de Iñaki le había enamorado su forma de ser. Él, por su parte, resaltó la «amplia calidad humana» de doña Cristina. Él siguió unos meses más con su carrera y retomó la diplomatura de empresariales que había iniciado con 19 años.

La infanta Cristina el día de su pedida, Gtres.

La boda se celebró pocos meses después de la pedida de mano, el 4 de octubre de 1997, un día resplandeciente en el que Barcelona vivió una fiesta. Luego empezaron a llegar los niños, Juan, Pablo, Miguel e Irene. Parecían la pareja perfecta, guapos, naturales y con una vida plena que mostraba un alto tren de vida.

Se instalaron en Pedralbes, en una casa que les costó 10 millones de euros. Las sospechas sobre el origen de aquel enriquecimiento empezaron a dar vueltas en la cabeza de más de un conocido. Y comenzaron a salir informaciones comprometedoras. Hasta que en 2011, un juez imputa a Iñaki Urdangarín. Nadie habría pensado entonces, sin embargo, que la pareja se rompería. Su complicidad parecía de acero, a pesar de que era apasionada y parece que discutía a menudo, porque ambos tienen un fuerte carácter. Pero el apoyo de la infanta fue firme hasta el (triste) final.