CLON DE VICTORIA FEDERICA
CLON DE VICTORIA FEDERICA
Nada de lo que se planeó para la mayoría de edad de Irene Urdangarin se ha cumplido, seguramente para disgusto absoluto de su madre, la infanta Cristina. Esta debió albergar hasta hace nada la esperanza de que su hija se quedara con ella en Ginebra, como estudiante universitaria en la prestigiosa École hôtelière de Lausanne. La joven debió considerar este plan largamente pero, al final, le dio largas.
Ahora podemos ver claramente que el deseo de Irene Urdangarin no fue quedarse en Ginebra con su madre, sino correr en cuanto pudo a España. Parece que la hija pequeña de la infanta Cristina visitaba a menudo Barcelona y también Madrid, donde se la ha visto en un karaoke divirtiéndose con Victoria Federica y su pandilla. Su decisión de sacarse el carné de conducir en Cuenca y vivir con su abuela, la reina Sofía, en Zarzuela la trajo a la capital española mucho más rápido de lo que, probablemente, si madre quería.
Evidentemente, el problemón al que se enfrenta la infanta Sofía es considerable. Irene Urdangarin no ha salido del cascarón, como quien dice, pero se marchó de casa a todos los efectos gracias a al cobertura de su abuela Sofía. Probablemente nadie pensó que dejarla sola con la emérita en Madrid era buena idea, con lo que el viaje solidario a Camboya ha podido servir de experiencia iluminadora. No solo para ayudar a la joven a madurar, sino para distraerla de su destino profesional soñado. El que menos gusta a la infanta Cristina.
La noticia debió caer como una bomba en Ginebra y en Zarzuela, aunque la familia del rey está ya curada de espantos en lo que se refiere al estilo de vida de la tercera generación Borbón. Según publica 'Vanitatis', Irene Urdangarin comunicó a su familia que se deseo es convertirse en influencer y trabajar en el mundo de la publicidad de moda, como su prima Victoria Federica Marichalar. Ambas parecen estar más que compenetradas.
Según este portal, la infanta Cristina mostró su descontento ante los planes de su única hija, a la que no parece molestarle la fama que conllevaría la profesión de influencer. La fama de la que la infanta ha tratado siempre de protegerla.
La infanta Cristina puede tomar buena nota de lo que sucedió con Victoria Federica cuando decidió dirigir sus pasos al mundo de la moda. De hecho, puede que la estrategia dura que siguió la infanta Elena no termine de convencer a la hija pequeña de Juan Carlos y Sofía, dado que no surtió el efecto deseado. Vic no solo no cejó en su empeño de ser influencer, sino que inició una etapa tormentosa en la relación con su madre, hasta el punto de buscar refugio en Zarzuela. Justo lo mismo que hizo, mucho más sutilmente, Irene.
Si la infanta Elena echó mano de su autoridad de madre para controlar a su hija, Cristina ha podido servirse de su poder de convicción. Le ha servido para posponer al menos por un año el deseo de su Irene de convertirse en influencer y trabajar como modelo, al tiempo que conserva cierta armonía familiar. Quizá hasta espera que la joven pueda retomar la idea de graduarse en Administración de Empresas y Gestión Hotelera. Si se confirma que no superó el examen de ingreso, podría volver a intentarlo.
Fuentes del entorno de la infanta Cristina aseguraron a Monarquía Confidencial que, tras tres horas de ardua discusión, madre e hija acordaron que retomarían la conversación acerca del futuro de Irene a su vuelta de Camboya. Y también que la hermana pequeña de Felipe VI «prefiere un futuro más consolidado para su hija y está tratando de convencerla de que estudie una carrera universitaria». Por no hablar de la alergia que le tiene a la exposición mediática.
«La infanta Cristina conoce bien lo que sufrieron en Barcelona tras estallar el caso Nóos y no quiere que se repita la situación, esta vez en redes», afirmaron estas fuentes. Así las cosas, a su vuelta Irene podría contar con el único apoyo de su prima, Victoria Federica, y quizá de su padre, Iñaki Urdangarin. Según aseguran desde el entorno fuentes recogidas por Monarquia confidencial, el exdeportista prefiere no interferir en las decisiones profesionales de sus hijos, «siempre y cuando no sea dañino para su imagen».